¡Guruceta expulsa a Rojo en San Mamés!
El coche del árbitro fue destrozado y tardó horas en salir del estadio
En los sesenta y setenta, las del Atlético a San Mamés solían ser visitas turbulentas. La abundancia de suramericanos en el equipo madrileño, algunos llegados como falsos oriundos, caía mal en San Mamés. Pero en el peor escándalo, ocurrido el 13 de febrero de 1977, el Atlético se limitó a ser testigo. El foco de las iras fue el árbitro Guruceta. Desde su aparición se le tragaba mal en San Mamés por su planta desafiante, a lo que se unía la rivalidad futbolística de fondo entre Vizcaya y Guipúzcoa. Encima la había armado en San Mamés el 27 de octubre anterior, en un Bilbao-Athletic de Co...
En los sesenta y setenta, las del Atlético a San Mamés solían ser visitas turbulentas. La abundancia de suramericanos en el equipo madrileño, algunos llegados como falsos oriundos, caía mal en San Mamés. Pero en el peor escándalo, ocurrido el 13 de febrero de 1977, el Atlético se limitó a ser testigo. El foco de las iras fue el árbitro Guruceta. Desde su aparición se le tragaba mal en San Mamés por su planta desafiante, a lo que se unía la rivalidad futbolística de fondo entre Vizcaya y Guipúzcoa. Encima la había armado en San Mamés el 27 de octubre anterior, en un Bilbao-Athletic de Copa, cuando en el minuto 90 pitó un penalti contra el filial que le eliminó. Quedó la sensación de que se complació en ello.
Aún escocía eso cuando le designaron nada menos que para el Athletic-Atlético, cuarto partido del curso entre ambos. Los tres previos, en el Carranza, en el Villa de Madrid y en la primera vuelta, los ganó el Atlético. Había pique, siempre lo había entre ambos. El Atlético era segundo y el Athletic, quinto. El Athletic intentó cambiarlo, pero ya se lo habían quitado de un partido anterior, contra el Celta, y pasados tres meses Pablo Porta, presidente de la federación, y José Plaza, presidente de los árbitros, pensaron que ya era suficiente.
La explosión se inició en el minuto 35. Guruceta pita fuera de banda en un balón que llevaba Rojo por la raya y el jugador protesta agitando los brazos. Guruceta le muestra amarilla con un gesto ampuloso, gustándose. Se quedan cara a cara, hasta que Rojo le da la espalda para retirarse. Guruceta le saca entonces la roja. El “¡Presoak kalera!” [prisioneros en la calle] que se había venido escuchando intermitentemente se transformó en un clamoroso “¡Guruceta kalera!” Todo empeoró en el minuto 42, con el gol del Atlético, una llegada de Robi hasta el fondo en la que parecía que el balón había salido fuera antes de su centro. Guruceta dio el gol y aquello se convirtió en un pandemónium.
Segundo tiempo de patadas de ida y vuelta, sensación de que Guruceta barre para el forastero y algún espectador que salta de cuando en cuando. Los detienen los jugadores antes de que alcancen al árbitro. La intervención de la Policía Nacional (aún no existía la Ertzaintza) era peliaguda entonces en los campos vascos. Mientras Guisasola y Lasa retiran a uno de ellos, el Atlético no marca gol de milagro. Iribar corre al centro campo a protestar y se lleva una amarilla que eleva el enfado del público hasta el paroxismo.
Antes de cumplirse el tiempo, Guruceta aprovecha que está cerca de la boca del túnel para pitar el final y escapar como alma que lleva el Diablo. El Athletic se niega a firmar el acta, en la que Guruceta escribe que Rojo le ha llamado “cabrón” e “hijo de puta”. Por fin la firma, pero añadiendo un anexo en el que ofrece la versión de Rojo, muy diferente. Según él, sólo dijo: “¡No ha salido!” Tras la tarjeta añadió: “¡Qué fácil es enseñar una tarjeta!”, y que por eso vio la roja. Fuera, el coche de Guruceta ha sido destrozado. Tardará horas en salir, tras bloquear la policía la puerta, en el coche de Zarza, gerente de club.
Al Comité le cae la bronca cuando todavía está digiriendo la de la expulsión de Cruyff por Melero Guaza en el Camp Nou, una semana antes, por idéntica causa. Llegó a celebrar un careo entre ambos, al que el árbitro se sometió para, de inmediato, dimitir. No arbitraría más. El lunes 14, el Comité le aplicó a Cruyff una sanción mínima para los usos de entonces por un hecho así: tres partidos. No hubo cierre del Camp Nou, pese al salto masivo de espectadores al final y uno hasta agredió a Melero sobre el campo.
El Athletic solicitó careo y que se tomara también declaración a jugadores del Atlético como testigos. Pero ni el Athletic era el Barça ni Rojo era Cruyff. El Comité tomó el miércoles 16 declaración a ambos por separado. Los dos se ratificaron en sus respectivas versiones. El jueves falló: tres partidos a Rojo, multa al club por los sucesos (sin cierre, imposible tras dejar escapar al Camp Nou) y se dejaba sin sanción a Iribar, cuya protesta se entendió razonable.
La Federación dispuso a raíz de esos hechos que todos los campos deberían dotarse de vallas. El Athletic las estrenará en abril, en partido de la Copa de la UEFA, ante el Racing White belga. Guruceta murió 10 años más tarde en accidente de carretera. No había vuelto a arbitrar al Athletic.