El Leganés se condena en dos minutos

Un error de Awaziem y Cuéllar permite al Valladolid adelantarse y resistir sin apenas sobresaltos en Butarque

Oscar J. Barroso

El Leganés se había preparado para un partido de desgaste lento, pero no transcurrieron ni tres minutos cuando entre Awaziem y Cuéllar compusieron un enredo con valor de gol en contra. Apurado en su campo por la salida emprendedora de los locales, el Valladolid despejó un balón lo más lejos posible. La pelota cayó sobre el central Awaziem que sin que nadie le molestara decidió cedérsela de cabeza al portero sin ver que había salido de su área. La pelota botó calmosa en dirección a la portería y el turco Ünal, que siguió la jugada con fe, la empujó para sorpresa de los implicados.

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El Leganés se había preparado para un partido de desgaste lento, pero no transcurrieron ni tres minutos cuando entre Awaziem y Cuéllar compusieron un enredo con valor de gol en contra. Apurado en su campo por la salida emprendedora de los locales, el Valladolid despejó un balón lo más lejos posible. La pelota cayó sobre el central Awaziem que sin que nadie le molestara decidió cedérsela de cabeza al portero sin ver que había salido de su área. La pelota botó calmosa en dirección a la portería y el turco Ünal, que siguió la jugada con fe, la empujó para sorpresa de los implicados.

Así de accidentadamente regresó el Leganés a LaLiga tras la pandemia. Lo hizo a un duelo que preparó durante tres meses haciendo cuentas esenciales. Si le sacaban tres puntos al Valladolid —calculaba Javier Aguirre—, con suerte saldrían del descenso. Considerando que el Celta, 17º clasificado, había perdido, y que el Mallorca, el 18º, se medía al Barça, necesitaban vencer al Valladolid. El sueño reventó en dos minutos.

Pocos equipos están tan mal equipados como el Leganés para remontar un gol en contra. Primero, porque para remontar es necesario meter goles. Segundo, porque el Leganés es el equipo con menos gol del campeonato. Para abundar en la dificultad, el plan de Aguirre giró en torno a una idea de desgaste progresivo. La alineación de cuatro laterales animaba a tomar precauciones antes que a las aventuras. El error que precipitó el 0-1 desencajó todo.

Bloqueado por las circunstancias, el Leganés se abocó a darle la pelota a Óscar Rodríguez para que inventara alguna cosa. No fue suficiente para amenazar al Valladolid, que se parapetó mientras pasaban los minutos sin recibir un solo disparo. A la vuelta del descanso, en una contra bien llevada por Ünal y Plano, Alcaraz clavó el último clavo (0-2) de la obra que le aleja de la zona roja.

Solo un desatino de Salisu, que hizo una falta innecesaria a Roger Assalé, permitió al Leganés engancharse al partido. El penalti, alevoso, fue bien ejecutado por Óscar Rodríguez y durante los diez minutos finales el partido entró en ebullición. Sin más efecto para el Leganés que la constatación de que solo los detalles le condenarán o le salvarán de un descenso que parece reclamarle desde que arrancó la temporada.


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