El entrenador del Augsburgo se pierde el reinicio de la Bundesliga por salir del hotel a comprar dentífrico
La Liga alemana prohíbe abandonar el lugar de concentración en los siete días anteriores a la vuelta de la competición. El técnico confesó su infracción por error y el club le apartó de sus funciones
En los tiempos del fútbol heroico, los infractores escapaban de las concentraciones por un lance galante y normalmente jugaban de todos modos después de la apertura de un discreto expediente disciplinario. En los tiempos del covid-19 la primera noticia de una ruptura del régimen de concentración se produjo este jueves por ir a comprar pasta dentífrica y crema de manos, y el responsable no ha sido un jugador sino un entrenador, sin que ello aliviara el rigor d...
En los tiempos del fútbol heroico, los infractores escapaban de las concentraciones por un lance galante y normalmente jugaban de todos modos después de la apertura de un discreto expediente disciplinario. En los tiempos del covid-19 la primera noticia de una ruptura del régimen de concentración se produjo este jueves por ir a comprar pasta dentífrica y crema de manos, y el responsable no ha sido un jugador sino un entrenador, sin que ello aliviara el rigor de la pena y el escarnio público.
El malhechor, Heiko Herrlich, técnico del Augsburgo, ha sido apartado de sus funciones, alejado de sus jugadores, como un potencial apestado. Ni dirigió el entrenamiento del viernes ni se sentará en el banquillo este sábado contra el Wolfsburgo, en la primera jornada de la reanudación de la liga alemana tras la pandemia de coronavirus.
A sus 48 años, Herrlich nunca ha dirigido al Augsburgo en un partido. El club, que marcha en el puesto 14 a cinco puntos del descenso, lo contrató el pasado 10 de marzo, coincidiendo con la suspensión de la Bundesliga por la pandemia. Este jueves celebraba su primera conferencia de prensa previa al torneo cuando se metió en una ciénaga al reflexionar sobre el sinsentido de la competición bajo las actuales circunstancias. “Toda esta situación es muy absurda”, dijo, durante la teleconferencia. “Yo puedo dar un ejemplo. Llevo 67 días como entrenador del Augsburgo y todavía no he podido estrechar la mano a mis jugadores”.
“La cajera no me dejó entrar”
Quizá conmovido ante sus propias palabras, Herrlich emprendió una narración, más absurda todavía, sin ser consciente, al parecer, de que estaba confesando una grave infracción de las normas del protocolo sanitario de la Liga de Fútbol Profesional de Alemania. “Estamos en un hotel en cuarentena y no debemos abandonarlo pero hay situaciones que lo requieren”, dijo. “Por ejemplo, a mí se me había acabado la pasta de dientes y la crema de manos. Así es que fui en chándal a un supermercado próximo cuyo nombre no voy a mencionar, y tuve que volver al hotel cuando reparé en que me había olvidado la mascarilla. Cuando llegué al supermercado la cajera me dijo que no podía entrar sin carro”.
“Para desenganchar el carro”, prosiguió, “necesitaba una moneda de un euro pero yo solo tenía un billete de 20. La cajera me lo cambió. Fui a por el carro, me distraje pensando en el partido contra el Wolfsburgo, y me olvidé del carro. Regresé, cogí el carro, compré la pasta de dientes y la crema, y estaba muy contento de llevar al menos una mascarilla porque eso me dio la esperanza de que no me reconocerían. Seguro que habrían pensado: ‘¿Qué clase de entrenador hemos fichado?”.
Al cabo de la videoconferencia que dejó perplejos a los periodistas, el técnico fue advertido por el club de que al salir del hotel de concentración había vulnerado una de las leyes más importantes del protocolo contra el coronavirus. Cuando el escándalo recorría Alemania, en la noche del jueves, Herrlich emitió un comunicado en la web oficial del Augbsurgo, para informar de que había sido apartado del equipo por una razón justa. “Debido a este comportamiento erróneo no dirigiré al entrenamiento del viernes ni dirigiré al equipo el sábado contra el Wolfsburgo”, reconoció. “Me equivoqué al abandonar el hotel, aunque cumplí con las medidas de higiene tanto al abandonar el hotel como en las demás circunstancias, es algo que no se puede dejar pasar. No me ajusté a mi función ejemplar ante mi equipo y la opinión pública”.