El COI reconoce que no sabe qué hacer con Tokio 2020: “Ninguna solución es ideal”
Japón ha invertido unos 35.000 millones de euros en preparar unos Juegos que le reportarían al COI otros 2.700 millones en derechos televisivos
Esto es disonancia cognitiva, dicen, autoengaño. Los más críticos entre los miles de críticos en todo el mundo han llegado a una explicación tan psicológica a la tozudez del Comité Olímpico Internacional (COI), su empeño antilógico en mantener los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 (24 de julio a 9 de agosto) como una excepción de normalidad a la excepcionalidad que vive el mundo en los tiempos del coronavirus.
Los que redactan los comunicados del COI parecen razonar con más modestia. “Ninguna solución es ideal”, reconocen desde Lausana en su última comunicación. En sus cajones, diferentes ...
Esto es disonancia cognitiva, dicen, autoengaño. Los más críticos entre los miles de críticos en todo el mundo han llegado a una explicación tan psicológica a la tozudez del Comité Olímpico Internacional (COI), su empeño antilógico en mantener los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 (24 de julio a 9 de agosto) como una excepción de normalidad a la excepcionalidad que vive el mundo en los tiempos del coronavirus.
Los que redactan los comunicados del COI parecen razonar con más modestia. “Ninguna solución es ideal”, reconocen desde Lausana en su última comunicación. En sus cajones, diferentes planes alternativos: retrasarlos unos meses (los de Tokio 64 se celebraron en octubre); celebrarlos a puerta cerrada, como si los estadios y pabellones fueran meros decorados televisivos animados por los miles de voluntarios ya seleccionados; celebrarlos solo para espectadores japoneses, lo que convendría a los grandes patrocinadores –Samsung, Toyota, Coca Cola, Airbnb y Google--, a quienes el mercado japonés en sí les parece suficiente; retrasarlos un año, retrasarlos dos… Todos los supuestos serían insólitos. Ninguno fue necesario en los 124 años de historia de los Juegos.
La responsabilidad de la decisión es tan gigantesca como los propios Juegos y como el boquete que se abriría en la economía tanto del organismo olímpico como del país anfitrión, Japón, en medio de la crisis económica mundial en que derivará la pandemia sanitaria.
Japón se ha gastado unos 35.000 millones de euros en la construcción de las instalaciones y diferentes infraestructuras que permitan competir durante dos semanas en 33 deportes diferentes a 11.000 deportistas de 200 países. Los beneficios de la inversión deberían recogerlos miles de pequeñas empresas --hoteles, comercios, fabricantes de objetos de merchandising…-- que a cuatro meses de los Juegos viven un sinvivir según reflejan todos los medios: cancelaciones de hoteles, fabricación detenida, tiendas vacías… El comité organizador en sí cuenta con los 800 millones de euros presupuestados por la venta de entradas.
Tres cuartas partes de los ingresos cuatrienales del COI, que reparte la mayoría entre diferentes federaciones internacionales y comités olímpicos nacionales, provienen de la venta de los derechos televisivos, calculados en unos 2.700 millones de euros. Aunque el COI asegura que una póliza de seguros por la que paga unos 13 millones cubre cualquier contingencia, no parece probable que recupere todo lo perdido ni tampoco lo recibido de todos sus patrocinadores.
Los deportistas que empiezan a expresar con libertad sus miedos e incertidumbres quizás no sepan qué hacer, pero saben, dicen, qué no hacer. “Sería irresponsable mantenerlos en las fechas actuales”, ha dicho en Twitter la canadiense Hayley Wickenheiser, cuatro veces campeona olímpica en hockey hielo y miembro de la comisión de deportistas del COI. “Esta crisis es más grande que incluso los propios Juegos”, añadió. “Es terrible que a algunos deportistas que no sepan ni dónde entrenar se les recomiende seguir preparándose para los Juegos”. Horas después, el Comité Olímpico de Estados Unidos anunció el cierre de su gigantesco centro de entrenamiento (piscinas, velódromo, módulos, salas de musculación, gimnasios) en Colorado Springs.
Pese a que el primer ministro japonés, Shinzo Abe, proclamara que los Juegos deben celebrarse, su propio Gobierno no sabe si para el 24 de julio sus fronteras, cerradas ahora a ciudadanos de varios países, entre ellos España, estarán de nuevo abiertas para todos. “Y si no pueden venir los deportistas de todos los países no tiene sentido organizar los Juegos”, declaró el miércoles su ministro de Economía, Taro Aso. Tampoco es seguro que muchos deportistas se atrevan a entrar en Japón pese a que oficialmente en julio el virus esté ya bajo control.
La griega Katerina Stefanidi, campeona olímpica de salto con pértiga, acusó en su cuenta al COI de no pensar en la salud de los deportistas. “Me gustaría saber si cuenta para algo el riesgo para nuestra salud en la decisión de seguir adelante con los Juegos”, dijo. Y varios deportistas más se lo repitieron al presidente del COI, el alemán Thomas Bach, en la telerreunión que mantuvo el miércoles con 220 representantes de deportistas.
A todos les he escuchado y comprendo sus preocupaciones, aseguró Bach después, y añadió, en un comunicado: “Todos somos, sin embargo, conscientes de que aún quedan cuatro meses y tomaremos todas las medidas necesarias para proteger, de manera responsable, la salud de los deportistas. Los intereses de los deportistas siempre han sido nuestra prioridad”.