MVP Campazzo, el triunfo de la agitación voraz

El base argentino derrite al Barcelona y se convierte en el noveno jugador distinto en recibir el galardón al más valioso en los 17 títulos del Madrid de Laso

Barcelona -
Campazzo, con el galardón de mvp de la finalacb photo

Con la ceja rota y el aliento justo Facundo Campazzo empleó sus últimas fuerzas para sostener el trofeo de mvp y responder a duras penas a los elogios y las preguntas sobre la intrahistoria de la conquista liguera. “Estoy anestesiado. No doy más”, bromeó. “Entre todos nos miramos a los ojos y nos contagiamos eso que no sale en la estadística. La intensidad y las ganas de comernos al rival. Así sacamos la energía donde creíamos que no había", contó el base argentino de 28 años, uno d...

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Con la ceja rota y el aliento justo Facundo Campazzo empleó sus últimas fuerzas para sostener el trofeo de mvp y responder a duras penas a los elogios y las preguntas sobre la intrahistoria de la conquista liguera. “Estoy anestesiado. No doy más”, bromeó. “Entre todos nos miramos a los ojos y nos contagiamos eso que no sale en la estadística. La intensidad y las ganas de comernos al rival. Así sacamos la energía donde creíamos que no había", contó el base argentino de 28 años, uno de los grandes artífices de la 35ª Liga del Real Madrid, del 17º título de la era Laso. "Sacamos el hambre ganadora que tiene este equipo. Había que aplastar a Heurtel que era la cabeza de la serpiente. Nos vaciamos y sacamos nuestra mejor versión. Hay que tomar dimensión de lo que está haciendo el Madrid en estos años", resolvió. Era la quinta Liga del Madrid de Laso, la tercera suya en tres temporadas de blanco.

Con su galardón individual, el Facu se suma a Doncic, Rudy, Felipe, Ayón, Llull, Sergio Rodríguez, Mirotic y Nocioni, en una lista que ya tiene nueve mvp´s distintos en las 17 conquistas de la era Laso. Uno de los datos que mejor define el carácter gremial de este ciclo. En el Palau, Campazzo remató la final con 15 puntos, nueve rebotes y seis asistencias para un 21 de valoración. Un expediente con promedio total de 14 puntos, 3,7 asistencias y 19,2 de valoración en los cuatro partidos ante el Barça. Nadie firmaba números similares en una final liguera desde 2003, cuando Dejan Tomasevic hizo 15 puntos, 11 rebotes y siete asistencias en el segundo duelo entre Barça y Pamesa Valencia. El base madridista se convierte, además, en el primer argentino en ser designado mvp de una final liguera. Hasta ahora, varios compatriotas suyos habían sido galardonados como los mejores de la liga regular (Walter Herrmann, Andrés Nocioni, Luis Scola y Nico Laprovittola), la Copa del Rey (Pablo Prigioni) y la Supercopa Endesa (Scola y Prigioni), pero nunca en un playoff final por el título.

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“El partido y la serie fue durísima. Pero encontramos el equilibrio entre la intensidad y el buen juego. Tuvimos tranquilidad, solidaridad e inteligencia para buscar el pase extra. Supimos atacar desde la defensa”, analizó el mvp de la final antes de centrarse en la vertiente más personal del triunfo. “Mi mujer es la que sufre todo, las victorias, las derrotas, los malos momentos...se lo merece todo, siempre está con una sonrisa. Quería darle las gracias por aguantarme cada día”, homenajeó a su mujer Consuelo, con la que pronto tendrá su primer hijo. “Es mi cable a tierra”, reconoció con romanticismo.

El Facu completó el primer partido de la final con 19 puntos, cuatro asistencias y 24 de valoración en menos de 24 minutos en pista; pasó con discreción por el segundo (4 puntos, una sola asistencia y -1 en su expediente); y recuperó todo el protagonismo en el tercero. Gobernó la pizarra de Laso siempre que estuvo en pista. Heurtel desmontó ese día su 26 de valoración (18 puntos y cuatro asistencias). Aprovechó el Barça su viaje al banquillo para que le cosieran la ceja derecha por un golpe y remontó a bocados. Esta vez no tuvo réplica. Lo intentó Pangos, pero acabó rendido a su ebullición. “Tengo 1,80m siendo generosos. Siendo realistas 1,78m o 1,79m. Es deporte, pero ser bajito te hace quizá más competitivo, más intenso. Desde chiquito en mi club del barrio me pasa lo de ser bajito entre altos, pero eso nunca me hizo rendirme. Esto no es solo cosa de altos. El baloncesto cada vez se hace más físico, más rápido, más atlético y más difícil. Cada vez me ponen la vara más alta y hay que prepararse más”, contaba a EL PAÍS antes de la Final Four de Vitoria.

Hincha de Chacarita en fútbol y devoto de Pablo Prigioni en su oficio, en 2006, durante un torneo en Mar del Plata, cautivó a Osvaldo Echeverría, el entrenador de Peñarol, que lo fichó para su equipo, donde hizo carrera. No falló. El chico debutó en Primera dos años después y, en 2012, con 21 años, se subió a la expedición de los Juegos. Al Madrid llegó en la temporada 2014-2015, el año en el que los de Laso lo ganaron todo. Tapado por Llull y el Chacho, él participó poco y tuvo que irse después a hacer la mili a Murcia. Pero regresó para ser protagonista. “Facu es un fenómeno. No veis lo que trabaja en el gimnasio, quedándose a tirar después de cada entrenamiento. Le echa muchas horas y se merece todo lo bueno que le pase”, le alabó Llull.

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