Llega la montaña: el Landa de verdad aparece en el Giro

El alavés se pone a prueba en el Montoso, donde ataca con Superman. Etapa para el gregario Benedetti y liderato provisional para el esloveno Polanc

Superman López y Mikel Landa, tras llegar a la meta de Pinarelo.GETTY

Por la llanura hacia Pinerolo un cuarteto traza una línea azul, veloz, casi una flecha. Si se observa más detenidamente los azules son dos, dos matices, uno más celeste, otro más acuático, dos Movistar, dos Astana. Es el cuarteto de la remontada, el ataque de los resucitados, gritan los exaltados al micrófono. Son Superman y Landa. Les acompañan dos fieles, Sütterlin y Boaro, que cortan el viento por ellos, que los lanzan delante del grupo de favoritos.

Estos dejan hacer.

“La etapa era un calentamiento”, dice Roglic, el líder virtual (la maglia rosa ha pasado a un compatriota esl...

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Por la llanura hacia Pinerolo un cuarteto traza una línea azul, veloz, casi una flecha. Si se observa más detenidamente los azules son dos, dos matices, uno más celeste, otro más acuático, dos Movistar, dos Astana. Es el cuarteto de la remontada, el ataque de los resucitados, gritan los exaltados al micrófono. Son Superman y Landa. Les acompañan dos fieles, Sütterlin y Boaro, que cortan el viento por ellos, que los lanzan delante del grupo de favoritos.

Estos dejan hacer.

“La etapa era un calentamiento”, dice Roglic, el líder virtual (la maglia rosa ha pasado a un compatriota esloveno, Jan Polanc, miembro de la gran fuga del día, de la que salió vencedor el italiano Cesare Benedetti, un gregario de toda la vida en el Bora de Majka), que debió moverse solo, sin compañero de equipo, en el grupo de los mejores.

“Vincenzo podría haber ido con Landa y López, pero no ha querido”, dice Paolo Slongo, el entrenador de Nibali.

Landa y López escuchan los alardes de indiferencia y pasan: atacando con intensidad y decisión en las primeras cuestas serias del Giro, el bien llamado Montoso, un primera estrecho, umbroso y duro, no han querido demostrar nada a nadie sino a sí mismos. El colombiano que escala como nadie y el español taciturno que recupera su figura cuando levanta el culo sobre el sillín y acelera en pendiente con las manos bajas en el manillar, a lo Pantani, están condenados a la remontada después de su mal ejercicio en las contrarrelojes. Ambos necesitan, como dicen sus jefes, sentirse bien, sentirse capaces de marchar en la montaña incluso un poco más deprisa que los mejores. A Pinerolo, después de pasar ágiles el terrible muro de piedras que no sirve ni para decidir el ganador de etapa, llegan con apenas medio minuto de ventaja sobre el grupo de observadores adelantados, Roglic, Yates, Nibali, Carapaz, Mollema, Majka y más, que solo se miran y se analizan. Es el día de medir a los rivales no por lo que hacen sino por lo que no hacen, de observar gestos, posiciones, respiraciones. Tampoco los dos de la pareja hispanocolombiana pensaban que podían ganar el Giro en el Montoso, cuya cima estaba a más de 30 kilómetros llanísimos y en descenso hasta la ciudad piamontesa. “Ha sido un placer verme adelante otra vez”, resume Landa, que valora el influjo psicológico de su ataque, de ver delante la carretera solo y detrás un vacío. También para él el Montoso ha sido un calentamiento. Sabe, como todos, que el Giro podrá ganarse de verdad quizás este fin de semana. Y ya se siente parte de los que lo pueden decir: “Mi sueño es ganar, pero con el podio no estaría mal”. Primero, la remontada psicológica; después, la real.

El peso del llano exagerado, de la ración de etapas de 200 kilómetros de media, acabó camino de Pinerolo con Pello Bilbao y pondrá a prueba los nueve días que quedan la capacidad de recuperación de los corredores, la virtud que distingue a los campeones del resto, la virtud que todos claman poseer al sol casi veraniego de la ciudad piamontesa con los maillots abiertos como si fuera el Tour, y el sudor. Y el blanquísimo irlandés Dunbar, bañados en pantalla de protección solar sus bracitos níveos.

El posible heredero de Sean Kelly y Stephen Roche agradecerá seguramente más que nadie las lluvias y los restos de nieve que esperan hoy en el primer gran final en alto hasta el Lago Serrù, 2.247 metros, tras una subida tendida de más de 30 kilómetros, estilo Alpes antiguos, con cinco kilómetros al final en dura pendiente. Y antes, casi 200 kilómetros.

Se prevé estrategia atacante de los más lejanos, la pareja de azules, y continuo calentamiento de los más favoritos, Nibali-Roglic.

“Ya, es dura la etapa”, dice Giuseppe Martinelli, el estratega de Superman López, a quien le gusta jugar al escondite y decir lo que no piensa. “Pero más peligro tendrá la del sábado, todo el Valle de Aosta oscuro y lluvioso con cuatro puertos comprimidos en 130 kilómetros. Como Roglic se quede pronto sin equipo...”

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