El City sufre hasta el final y asegura media Premier ante el Tottenham

El equipo de Guardiola se impone 1-0 al de Pochettino para concluir la serie de tres duelos en diez días. El gol de Foden en el arranque no inhibe al batallador conjunto de Londres

Pochettino y Guardiola gesticulan en la banda del Etihad.LINDSEY PARNABY

El Manchester City se aseguró media liga inglesa. Cazó los tres puntos en otro ejercicio de agonismo ante el Tottenham. Una vez más, el Tottenham. Tres días después del partido de vuelta de cuartos de final de la Champions que trituró los nervios del equipo de Guardiola. Con la resaca de una victoria estrepitosa (4-3) que no sirvió para nada, los jugadores debieron reponerse para luchar por salvar el honor y la exigua ventaja que les mantiene en el liderato de la Premier: apenas un punto respecto al Liverpool a falta de cuatro jornadas. Ot...

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El Manchester City se aseguró media liga inglesa. Cazó los tres puntos en otro ejercicio de agonismo ante el Tottenham. Una vez más, el Tottenham. Tres días después del partido de vuelta de cuartos de final de la Champions que trituró los nervios del equipo de Guardiola. Con la resaca de una victoria estrepitosa (4-3) que no sirvió para nada, los jugadores debieron reponerse para luchar por salvar el honor y la exigua ventaja que les mantiene en el liderato de la Premier: apenas un punto respecto al Liverpool a falta de cuatro jornadas. Otra vez se les interpuso el Tottenham. Más desinhibido que nunca a pesar de las rotaciones, el conjunto visitante obligó al City a exprimr la última gota de energía metido en su área. Agotado en cuerpo y alma después de 90 minutos de lucha para imponer un dominio declinante. Mirando cómo Vertonghen hacía eso que tantos padecimientos le provocaba: meter un pase largo, bombeado y frontal. Al límite del pánico, el despeje de Bernardo Silva fue la última acción del partido. Cuando el árbitro pitó el final la hinchada del Etihad respiró aliviada. El 1-0 de Foden sirvió como sirven las uñas al escalador que se agarra a la roca.

Lo que acabó entre síntomas de angustia comenzó con firmeza y convicción para el City. En el tercer encuentro contra el equipo de Pochettino en diez días, Guardiola experimentó la última fase de una metamorfosis táctica en la que fue progresivamente desatando cabos. Pasó de jugar en White Hart Lane con un doble pivote Fernandinho-Gundogan en fase de creación, a jugar sin red de seguridad, con Gundogan, un interior apenas desempeñándose como mediocentro de referencia, acompañado de De Bruyne y del imberbe Foden, siempre descolgados, metidos entre líneas, como si en los planes de su técnico no se contemplase la posibilidad del contragolpe del Tottenham. Precisamente aquello que tantos temores había desencadenado la presencia de Harry Kane, ahora parecía una contingencia menor.

El City se embarcó sin pensar en el retorno. La consecuencia fue el dominio territorial y el triunfo de la circulación del balón frente a la presión. Desgastado por el esfuerzo de la Champions y por la escasa profundidad de su plantilla, el Tottenham se reorganizó con una alineación plagada de bajas y suplentes. Bien coordinados por el recobrado Dier, intentaron llevar la zaga a 10 metros de la frontal de su área pero no siempre lo lograron.

Hurgando en el repliegue excesivo de Vertonghen y Sánchez, a los cinco minutos del inicio Bernardo Silva maniobró desde el extremo derecha en busca de espacios, levantó la mirada y le puso un centro medido a Agüero en el hueco que mediaba entre Gazzaniga y sus zagueros. Agüero desbarató la marca con un toque de cabeza y Foden empujó el balón a la red tras aparecer por sorpresa. El 1-0 anunció lo que jamás se haría realidad: una velada apacible para la multitud que saturaba el graderío ilusionada con asistir a un golpe definitivo al campeonato.

Mientras Bernardo Silva y De Bruyne se juntaron para dictar los tiempos del juego, el City controló la situación, a pesar de los sobresaltos. Porque Moura, Eriksen y Delle Ali flotaron detrás de Gündogan, Foden y De Bruyne a la pesca de fallos, de pases imprecisos y controles defectuosos. Y a la primera pelota malhadada que pillaron lanzaron al profundísimo Son. Con consecuencias nefastas de no haber sido por la fuerza de Laporte, veloz en carrera para cruzarse ante el coreano, o los reflejos de Ederson, que salvó su arco en un mano a mano.

La lesión de De Bruyne, que pidió el cambio en el minuto 38, comenzó a añadir demasiadas complicaciones al City. El ingreso de Fernandinho para proteger a los centrales no mejoró la circulación del balón y las contingencias no proporcionaron ningún alivio: Vertonghen le hizo penalti a Bernardo Silva y el árbitro, desprovisto de VAR, no lo vio. El segundo tiempo añadió una dosis de fatiga que aumentó con los minutos y con los nervios. Atento al peligro, Guardiola metió en el mediocampo a Walker y Zinchenko, los laterales, para amortiguar las contras. Así desconectó a Son en la misma medida en que restaba amplitud al juego del City, cada vez más dependiente de Bernardo Silva para arbitrar soluciones colectivas.

Resulta notable la flexibilidad del Tottenham, equipo resiliente como pocos. Sin apenas fondo de banquillo, Pochettino metió a Rose por Ali, a Wanyama por Dier, y Llorente por Alderweireld. Modificó el sistema y pasó de jugar con cinco defensas a hacerlo con cuatro. Mermado por la rebaja de calidad en el mediocampo, era de prever que el equipo sufriera, al menos en las transiciones ofensivas. No fue así. Lejos de desarmarse, el Tottenham se afirmó, ganó en seguridad, y fue duro en las disputas sin traspasar el límite de la temeridad. Un penalti de Walker, que tampoco vio el árbitro, alertó sobre el estado de inseguridad del City en el último tramo. Sterling pudo remediarlo. Tuvo el 2-0 a un centímetro, a pase de Sané desde la izquierda. Pero Gazzaniga le sacó el tiro con la punta del pie derecho cuando se vencía hacia el otro lado.

Endeble ante cualquier balón frontal, la defensa del equipo local pidió auxilio. Acudieron Sterling, bravo en el arte de ganar tiempo, y Bernardo Silva, listo a pesar de su continente limitado para medir fuerzas con Rose o con Wanyama en el curso de un desenlace marcado por el ímpetu de los duelos. Así pasaron los minutos hasta ese pelotazo de Vertonghen que centró Foyth y que dejó sin respiración a la hinchada del Etihad. Durante unos instantes la Premier quedó suspendida en el aire como esa pelota que voló sin dueño frente a Ederson. El despeje de Bernardo Silva puso fin al sufrimiento y, si todo sigue así, también al campeonato.

El City, que suma 86 puntos, debe jugar sucesivamente en casa del United y el Burnely, recibir al Leicester y acabar la temporada en Brighton. El Liverpool, que suma 85, debe viajar a Cardiff, recibir al Huddersfield, viajar a Barcelona en la ida de semifinales de Champions, viajar a Newcastle, recibir al Barça en la vuelta y acabar la temporada de Premier contra el Wolves.

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