Bellos goles, aburrida derrota del Athletic

Bardhi remonta para el Levante con dos goles el magnífico tanto de Raúl García y Morales redondea el triunfo

Williams trata de disparar ante Chema.I. Alcoba Beitia (GTRES)

Tocaba, por la ley de Murphy o la reiteración de las posibilidades contrarias, que el Athletic jugase mal en San Mamés y perdiese. Le tocaba por haber jugado bien en Chamartín, y firmar dos buenos partidos le produce náuseas e indigestión. Había jugado bien y ganado en Villarreal (cuando venía pareciendo como un alma en pena) y a la semana siguiente vino el Deportivo y ganó a pierna suelta. O sea, el Levante estaba bendecido para la victoria. Y aunque empezó perdiendo acabó ganando en un recital de bellísimos goles que ilustró un San Mamés desangelado donde se oían los chillidos de los jugador...

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Tocaba, por la ley de Murphy o la reiteración de las posibilidades contrarias, que el Athletic jugase mal en San Mamés y perdiese. Le tocaba por haber jugado bien en Chamartín, y firmar dos buenos partidos le produce náuseas e indigestión. Había jugado bien y ganado en Villarreal (cuando venía pareciendo como un alma en pena) y a la semana siguiente vino el Deportivo y ganó a pierna suelta. O sea, el Levante estaba bendecido para la victoria. Y aunque empezó perdiendo acabó ganando en un recital de bellísimos goles que ilustró un San Mamés desangelado donde se oían los chillidos de los jugadores entre el murmullo tabernario de la grada. Con la victoria, el Levante se sitúa a 9 puntos del descenso, que marca el Deportivo, a falta de cuatro jornadas por disputar.

El gol de Raúl García fue una obra de arte que subsiguió a un acto obtuso de Mikel San José, dos navarros muy distintos. El segundo, tiró de puntera, los ojos ciegos, contra el cuerpo de un defensor que le había dejado a oscuras; el segundo, fue más preciso y precioso: desde 30 metros curvó el balón con la violencia justa y lo dirigió a la cruceta desde donde alcanzó la red. Un gol que festejaron los que acudieron al partido y parecían una cuadrilla escuchando un concierto en un bar nocturno. Murmullo que luego fueron pitos, cuando el macedonio Bardhi cogió el manual de libres directos y desde un costado del área batió de la misma forma, por el mismo sitio, con el mismo golpeo y ante la misma barrera y se marcó dos goles en dos minutos que voltearon el marcador para hacer honor a la indiferencia que el Athletic siente por su nueva Catedral esta temporada.

Porque el Athletic no hizo más que los peliagudos remates de pie, de cabeza, de Raúl García, haciendo de sí mismo y de Williams, negado en el área. El Levante dominó el juego, los remates, la inteligencia para oponerse al rival y de paso dejó las consabidas galopadas de Morales. No todo iba a ser solo tres bellísimos goles. Morales galopó a su anchas como un sioux, decidió mal las soluciones, pero el placer era verle correr. Hasta que decidió bien, galopó todo el campo por la izquierda, giró en el área una y otra vez hasta meter los dedos para elevar el balón por encima de las manos de Kepa. Lo que faltaba no faltó y ganó el que iba a ganar y perdió el que iba a perder. Lo sabía todo el mundo.

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