Seedorf tampoco reanima al Deportivo

Una nueva desatención defensiva condena al equipo gallego en el estreno de su entrenador

Bakkali lamenta una ocasión fallada por el Deportivo.Cabalar (EFE)

Dice Clarence Seedorf que no quiere mirar a la clasificación, que poco le aporta en este momento. Podría acercarse a ella de otra manera: restan quince jornadas y tiene pinta de que su equipo va a disputar una liga entre cuatro en la que solo encontrará premio el campeón. Se trata de la permanencia. Ahora el Deportivo es tercero a tres puntos del Levante y una detrás de Las Palmas porque volvió a sucumbir. Lo hizo ante el Betis, que no necesitó el mejor de sus despliegues para llevarse los puntos de Riazor ante un oponente en el que su debutante entrenador montó el once con menor vocación defe...

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Dice Clarence Seedorf que no quiere mirar a la clasificación, que poco le aporta en este momento. Podría acercarse a ella de otra manera: restan quince jornadas y tiene pinta de que su equipo va a disputar una liga entre cuatro en la que solo encontrará premio el campeón. Se trata de la permanencia. Ahora el Deportivo es tercero a tres puntos del Levante y una detrás de Las Palmas porque volvió a sucumbir. Lo hizo ante el Betis, que no necesitó el mejor de sus despliegues para llevarse los puntos de Riazor ante un oponente en el que su debutante entrenador montó el once con menor vocación defensiva de lo que va de temporada. Enfrente estaba ese Betis excitante que acostumbra a convertir los partidos en un cara o cruz. Locales temblorosos porque llevan más de dos meses sin cantar victoria contra visitantes proclives a las desatenciones defensivas. Ganaron los que tuvieron más vocación por buscar la portería rival, también los que tienen una idea futbolística trabajada con más continuidad

El Deportivo partió con una expectativa, la de minimizar errores de elevado coste, tarea hercúlea visto lo visto. No se complicó en la salida del balón, buscó hacerlo por los laterales, que asumieron la misión de desplazar en largo por su banda. El plan de Seedorf era impedir que el Betis recuperase la pelota en posiciones avanzadas y a partir de ahí llamó al orden, a juntarse y multiplicarse en los espacios. Había un punto débil para el Deportivo. Estaba a la espalda de los mediocentros. Por allí transitaba Boudebouz y aparecía Joaquín, alineado como una suerte de interior liberado. Ahí llegaba Valverde, al que le sobra reprís y al que ni Mel ni Cristóbal habían querido dar una responsabilidad para la que semeja preparado. Pero el joven uruguayo propiedad del Real Madrid se lesionó al cuarto de hora y entró Borges, que ofrece otros valores. No le ayudó mucho Krohn-Dehli, que casi siempre llegó un segundo tarde a todos los litigios.

Boudebouz tampoco es un guerrero. No se mostró mucho y eso alivió al Deportivo, que se limitó a taparse ante el manejo del Betis, que le movía con cambios de orientación que exigían, pero que no encontraban profundidad. Crecieron los locales. Bakkali envió una rosca al palo, se gritó peligro en un par de saques de esquina y se pidió un penalti tras un remate de Adrián que Amat despejó a córner con el antebrazo.

Las armas del Betis las mostró Joaquín, que no es una broma. Está como nunca, con chispa, pero además con poso para jugar por dentro. Y como siempre le sobró carácter para intentar cualquier empresa con un balón por medio se atreve hasta a intentar un gol olímpico. A su espalda se echó a su equipo, constante en la búsqueda de una ventaja a la que llegó al inicio de la segunda parte. Un nuevo drama de la zaga blanquiazul porque Albentosa declinó lanzarse a despejar un centro que debe ser siempre de un central y que remató el novel Loren a la red. Sospechoso habitual para una afición que ya no le pasa una, Seedorf decidió alinear a Albentosa en dupla con Bóveda, un lateral, y guardar en el banquillo a Schär, un futbolista excelente al que algunos tratan de minusvalorar porque tiene jerarquía con el balón en los pies y eso le convierte en presunto culpable de ausencia de fiereza.

El entrenador holandés movió el árbol. Hizo cuatro cambios respecto al equipo que cayó goleado en Anoeta la jornada anterior, cambió a algunos futbolistas de ubicación y hasta en el descanso siguió tomando decisiones: desterró a Lucas de la banda derecha, para situarlo cerca de Andone, allí donde había iniciado el partido Adrián, que se fue hacia la banda izquierda. Pero en realidad lo que exigió un nuevo Deportivo fue el gol del Betis. Ahí llegaron espesos silencios en el estadio. A estas alturas, tras caer dos entrenadores, un director deportivo y un consejero responsable de esa área, la pelota es más que nunca para los futbolistas. Así que allá se fueron a sumar al menos un punto con la desesperación por mayor argumento. Remató al palo Andone, que aún tuvo otra opción sobre la hora, lanzó una falta sobre el larguero Adrián, lo tuvo Borges tras un rechace, empujó sin un plan el Deportivo, que desespera al más calmado de sus seguidores, pertinaz en cometer errores que Seedorf ya conoce.

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