El Celta se exhibe con un repóker de goles en Las Palmas

Iago Aspas, con un triplete, lidera al equipo vigués, amarga el estreno del técnico Paco Ayestarán en Gran Canaria y dedica el triunfo a los afectados por los incendios en Galicia

Iago Aspas y Emre Mor celebran el segundo gol del Celta en Gran Canaria.Elvira Urquijo (EFE)

El Celta se exhibió en Gran Canaria y amargó el estreno de Pako Ayestarán en Las Palmas con un repóker, una goleada de las que dejan huella y delatan su potencial. Esta vez no le hizo falta quedarse a cero para ganar porque su exuberancia ofensiva responde por todo lo demás que debe mejorar. Todavía parece muy permeable, pero en sus dos últimas salidas el Celta ha marcado nueve goles y ante eso poca réplica cabe.

Hubo varios instantes en los que Las Palmas creyó que podía con el partido. En el primer cuarto de hora vio un camino, pero le llegaron dos sopapos y se fue a la lona. Se levan...

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El Celta se exhibió en Gran Canaria y amargó el estreno de Pako Ayestarán en Las Palmas con un repóker, una goleada de las que dejan huella y delatan su potencial. Esta vez no le hizo falta quedarse a cero para ganar porque su exuberancia ofensiva responde por todo lo demás que debe mejorar. Todavía parece muy permeable, pero en sus dos últimas salidas el Celta ha marcado nueve goles y ante eso poca réplica cabe.

Hubo varios instantes en los que Las Palmas creyó que podía con el partido. En el primer cuarto de hora vio un camino, pero le llegaron dos sopapos y se fue a la lona. Se levantó con cierta convicción, con fiereza incluso para lanzarse a por el rival, percibió que cuando le apretaba le hacía daño, que respondía con dudas ante las acciones a balón parado o los centros al área. Pero entonces mandó parar el cronómetro. El frenazo del descanso se reactivó con otro golpe para los canarios, pero incluso con tres goles en contra encontraron una luz cuando el Celta se quedó con diez hombres por expulsión de su guardameta Rubén Blanco. Ahí, con 35 minutos por jugar, con zaga de tres y un dibujo al que se había adherido Vitolo y un codicioso Remy, le faltó fútbol a Las Palmas, que tiene muchas respuestas que trabajar ante el mar de dudas que le asaltan. Tras la jornada octava es un equipo en reinicio del que aún no se sabe muy bien a donde va. Y resultados como el que obtuvo ante el Celta son dañinos para asentar cualquier proyecto, para enganchar a una afición que emitió los tres pitidos finales mucho antes que el árbitro, que el propio equipo, que peleó, buscó y cantó el gol hasta el final.

El Celta goza cuando pisa campo contrario y sufre un calvario cuando le obligan a estar en la propia. Disfruta cuando ataca porque es un equipo que se asocia, por más que algunas de sus piezas tiendan al individualismo. Se lo pasa bien y se lo hace pasar al espectador porque es imaginativo porque se ordena en el desorden que brota del talento. En Las Palmas le faltaba el delantero Maxi Gómez, un futbolista que ha deslumbrado en su estreno en la liga española por su puntería, pero que de alguna manera condiciona el juego de ataque y propicia que no haya un intercambio de posiciones. Muchos futbolistas del Celta se sienten a gusto cuando no tienen una referencia fija en la delantera. Iago Aspas tomó ese rol de agitador, que parece hecho a su medida. Por detrás le avivaron Emre Mor, Pione Sisto, Jozabed, Lobotka o Wass. Tenía demasiada mecha el Celta como para que no prendiese el fútbol. Las Palmas salió con decisión, encontró la conocida tibieza del equipo de Unzué a la hora de taparse, pero se cayó en cuanto le juntaron pases en su campo.

El Celta se fue pujante hacia el gol. Le empujó Lobotka, un mediocentro industrioso y de físico compacto, pero con muy buen pie y capacidad para romper líneas con el balón en los pies. Suyos fueron los primeros arreones para meter al equipo en el partido. Pronto le siguieron Aspas o Emre Mor, que tiene el don del regate y la conducción, o lo que es igual: el potencial para romper cualquier defensa. Tiene además finura y la mostró para resolver en el área un magnífico pase de Wass, que encontró supo ver como tardaba la ayuda del mediocentro y encontró un latifundio entre el central y el lateral izquierdo de Las Palmas. Wass, uno de los futbolistas más infravalorados del campeonato, mostró una vez más su grandeza. Venía de marcar dos tantos tras operar en las dos jornadas anteriores como centrocampista llegador y ayer, ante la urgencia que demandaba las ausencias de Hugo Mallo y Roncaglia, jugó una hora como lateral derecho. No solo cumplió en el aspecto defensivo sino que dio una asistencia y rondó el gol.

El Celta saltó al campo con unas camisetas que exhibían la leyenda "Dor e rabia" ("Dolor y rabia") tras la oleada de incendios que asoló Galicia el pasado fin de semana.Elvira Urquijo A. (EFE)

Marcó Mor y lo hizo Aspas, todo en cuatro minutos para que a los veinte de partido el Celta ya mandase dos arriba. Pesaba para unos y otros el recuerdo de lo ocurrido la pasada campaña en idéntico enfrentamiento. Entonces el equipo vigués a esas alturas de partido ganaba por tres goles y acabó el partido empatado, castigado además tras una expulsión. A unos esa memoria les sugería cautela, a otros esperanza. Pero el fútbol rara vez se escribe dos veces con los mismos renglones. En inferioridad numérica el Celta encontró la manera de que no le hiciesen daño. Maniobró Unzué, retiró a Mor, llamó a Fontás y subió a Wass para dejarle el flanco derecho a Sergi Gómez. Encontró la fortaleza en la creciente atonía del rival, que se desplegó de manera que se convirtió en vulnerable tan solo a través del pase. La precisión puso la rúbrica al partido y premió a Iago Aspas, que añadió el sello de un triplete para estrenarse como goleador en el campeonato y mostrar, una vez más, que cuando más le ofrece al equipo es cuando juega en punta. Al final se lo dedicó a Vigo y su comarca, a tantos damnificados por los incendios de las últimas horas.

Con el 0-5 en la maleta y un rival vencido el Celta cantó victoria, pero no supo cerrar su portería y encontrar por ahí la necesaria autoestima que precisa en defensa. Recibió sobre la bocina dos tantos. Un barniz de maquillaje, también una advertencia.

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