El francés Bosse gana los 800m

El atleta se impone en una prueba dominada en la última década por africanos. El keniano Kipruto vence en los 3.000m obstáculos

Bosse lidera un momento de la prueba.FRANCK ROBICHON (EFE)

El fin del mundo se acerca, gritó uno. Evan Jager, un norteamericano rubísimo y espigadísimo, atacó cuando le quedaba una milla (cuatro vueltas) a los 3.000m obstáculos y durante más de tres minutos parecía que aquello podría ocurrir, que un keniano no ganara la prueba fetiche del atletismo africano. Desde que Moses Kiptanui, en Tokio 91, consiguiera la primera victoria keniana, ningún Mundial ha fallado y era más habitual que dos o tres atletas del Rift ocuparan el podio que otra cosa.

El fin del mundo se acercaba, en efecto, y era el momento de empezar a revisar y reescribir todo lo q...

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El fin del mundo se acerca, gritó uno. Evan Jager, un norteamericano rubísimo y espigadísimo, atacó cuando le quedaba una milla (cuatro vueltas) a los 3.000m obstáculos y durante más de tres minutos parecía que aquello podría ocurrir, que un keniano no ganara la prueba fetiche del atletismo africano. Desde que Moses Kiptanui, en Tokio 91, consiguiera la primera victoria keniana, ningún Mundial ha fallado y era más habitual que dos o tres atletas del Rift ocuparan el podio que otra cosa.

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El fin del mundo se acercaba, en efecto, y era el momento de empezar a revisar y reescribir todo lo que se había escrito sobre la superioridad genética de los atletas de África oriental, sus gemelos escurridos, su fisiología única. Con el debate acabó el campeón olímpico, Conselsus Kipruto, que, después de descolgarse un poco atacó a Jager a falta de 300m, en la penúltima valla, y le remató entre la ría y la última recta. Ganó con 8m 14,12s (y perdió quizás un segundo reclamando aplausos a la grada en pleno sprint, tan sobrado iba). A Jager (8m 15,53s), el favorito, ya hundido, también le superó el marroquí Soufiane el Bakkali (8m 14,49s).

El fin del mundo se alejó, pero solo momentáneamente, porque unos minutos después un francés ganó los 800m, una prueba casi tan keniana como los obstáculos, y de nuevo tembló la solidez de los conocimientos aprendidos. La ausencia del rey David Rudisha dejó la carrera abierta. Pierre Ambroise Bosse (Pierre por parte de la madre, Ambroise por deseo del padre) tiene nombre de personaje literario del siglo XVIII, pero la literatura la expresó, de forma poética, con su ataque a falta de poco más de 200m, sorprendente por parte de un gran atleta con fama de tímido y más frustraciones que triunfos en su historial desde que corrió un 800m en 1m 42,53s, donde solo los mejores pisan. Ganó con gran ventaja en 1m 44,67s y la poesía la hizo teatro en la sala de prensa, casi Calderón. “Ha sido un sueño cumplido. ¿O todavía estoy en un sueño?”, dijo. Segundo terminó el velocísimo polaco Adam Kszczot (1m 44,95s) y el tercero, Kipyegon Bett (1m 45,21s) salvó el honor keniano para el podio.

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