Keylor Navas, de un error garrafal a una parada salvadora

Un fallo del portero costarricense en el gol del Betis provoca los silbidos de la grada, que le ovacionó tras evitar el empate en su última intervención

Keylor Navas falla en el primer gol del Betis. Denis Doyle (Getty Images)

Hay pocos jugadores que, como habitúa Keylor Navas, admitan sus errores con un exceso de franqueza. El costarricense es un hombre amarrado al trabajo y a la fe, que no rehuye las críticas. En el gol del Betis -un disparo raso que no exigía demasiado esfuerzo- el balón se le escapó de las manos cuando ya parecía seguro y su rostro, tras comprobar que este nuevo error volverían las dudas, mostraba la misma expresión de desesperación que la de quien no encuentra respuestas aunque mire al cielo. Pero desde arriba le llegó la...

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Hay pocos jugadores que, como habitúa Keylor Navas, admitan sus errores con un exceso de franqueza. El costarricense es un hombre amarrado al trabajo y a la fe, que no rehuye las críticas. En el gol del Betis -un disparo raso que no exigía demasiado esfuerzo- el balón se le escapó de las manos cuando ya parecía seguro y su rostro, tras comprobar que este nuevo error volverían las dudas, mostraba la misma expresión de desesperación que la de quien no encuentra respuestas aunque mire al cielo. Pero desde arriba le llegó la oportunidad de redimirse. Una estirada prodigiosa ante Sanabria en el último minuto evitó el empate y cambió los silbidos por aplausos.

“Cuando intenté atrapar el balón la postura en la que estaba no era la mejor y lo toqué con la mano derecha con la mala suerte de que lo metí”, describió el guardameta. “Son circunstancias en las que uno nunca se quiere ver pero hay que intentar aprender, de los errores”, reconoció. Lo peor para Navas no fue el fallo, sino la reacción del Santiago Bernabéu. Cada vez que volvió a tocar el balón los silbidos del un público acostumbrado al silencio le recordaron que desde hace tiempo sus actuaciones se fiscalizan. De hecho las dudas se iniciaron cuando en un intento de despeje con la cabeza ante Brasanac el portero del Madrid le derribó al borde del área sin que eso sí, fuera amonestado por Mateu Lahoz. “No tengo ninguna intención de derribarlo. Traté de despejar el balón con la cabeza y no pude evitar el choque. El árbitro vio que no era intencionado y por eso no me expulsó”, relató Navas.

Tras el frustrado fichaje de De Gea en 2015, la situación del costarricense en la portería blanca ha pasado por todos los estados conocidos. Su buena respuesta tras el episodio del fax convenció al cuerpo técnico de que no habría ningún otro portero que demostrase mejor predisposición al trabajo anónimo que Navas. “Intenté dejar atrás el error, quedaba mucho partido y sabía que tenía que seguir e intentar ayudar al equipo aunque lo que hice fue un error que tenía el equipo perdiendo”, comentó.

Con la llegada de Casilla se formó un tándem en el que el costarricense siempre contó con la preferencia de Zidane. Tras pasar cuatro meses parado por una tendinopatía aquilea en el tobillo izquierdo recupero la titularidad ante el Borussia Dortmund a finales de septiembre. “No me siento indiscutible. Yo sé en el club donde estoy y aquí siempre van a tratar de traer a los mejores del mundo. Eso a la vez me motiva”, ha asegurado en varias ocasiones. Con el gol de Cristiano de cabeza los pitos desaparecieron. No es que cambiaran inmediatamente por aplausos, pero el ánimo mejoró. Volcado al ataque, el Madrid apenas concedió ocasiones en su retaguardia que comprometieran a Navas. Sin embargo, el empuje del Betis le obligó a mantener la concentración.

Con el gol de Sergio Ramos el fallo de Navas quedó resuelto. De hecho, el abrazo que le dio el central tras tanto venía a ser la mejor caricia posible. “Somos un equipo muy unido. Todos me apoyan bastante todos y están conmigo. Ellos confían en mí y eso es lo que me compromete para seguir trabajando y que estas cosas no vuelvan a pasar”, reconoció Navas. Pero su última declaración dejó al descubierto lo que ocurría por su mente instantes después de saberse perdonado. “Estaba tranquilo porque había hecho bien mi trabajo. Para eso es por lo que trabajo y por lo que intento venir al estadio a dar lo mejor por todos mis compañeros y el cuerpo técnico y mi familia”, añadió. Y por ello terminó, de nuevo, dando gracias al cielo, redimido.

Hay pocos jugadores que, como habitúa Keylor Navas, admitan sus errores con un exceso de franqueza. El costarricense es un hombre amarrado al trabajo y a la fe, que no rehuye las críticas. En el gol del Betis -un disparo raso que no exigía demasiado esfuerzo- el balón se le escapó de las manos cuando ya parecía seguro y su rostro, tras comprobar que este nuevo error volverían las dudas, mostraba la misma expresión de desesperación que la de quien no encuentra respuestas aunque mire al cielo. Pero desde arriba le llegó la oportunidad de redimirse. Una estirada prodigiosa ante Sanabria en el último minuto evitó el empate y cambió los silbidos por aplausos.   “Cuando intenté atrapar el balón la postura en la que estaba no era la mejor y lo toqué con la mano derecha con la mala suerte de que lo metí”, describió el guardameta.  “Son circunstancias en las que uno nunca se quiere ver pero hay que intentar aprender, de los errores”, reconoció. Lo peor para Navas no fue el fallo, sino la reacción del Santiago Bernabéu. Cada vez que volvió a tocar el balón los silbidos del un público acostumbrado al silencio le recordaron que desde hace tiempo sus actuaciones se fiscalizan. De hecho las dudas se iniciaron cuando en un intento de despeje con la cabeza ante Brasanac el portero del Madrid le derribó al borde del área sin que eso sí, fuera amonestado por Mateu Lahoz. “No tengo ninguna intención de derribarlo. Traté de despejar el balón con la cabeza y no pude evitar el choque. El árbitro vio que no era intencionado y por eso no me expulsó”, relató Navas.   Tras el frustrado fichaje de De Gea en 2015, la situación del costarricense en la portería blanca ha pasado por todos los estados conocidos. Su buena respuesta tras el episodio del fax convenció al cuerpo técnico de que no habría ningún otro portero que demostrase mejor predisposición al trabajo anónimo que Navas. “Intenté dejar atrás el error, quedaba mucho partido y sabía que tenía que seguir e intentar ayudar al equipo aunque lo que hice fue un error que tenía el equipo perdiendo”, comentó.   Con la llegada de Casilla se formó un tándem en el que el costarricense siempre contó con la preferencia de Zidane. Tras pasar cuatro meses parado por una tendinopatía aquilea en el tobillo izquierdo recupero la titularidad ante el Borussia Dortmund a finales de septiembre. “No me siento indiscutible. Yo sé en el club donde estoy y aquí siempre van a tratar de traer a los mejores del mundo. Eso a la vez me motiva”, ha asegurado en varias ocasiones.   Con el gol de Cristiano de cabeza los pitos desaparecieron. No es que cambiaran inmediatamente por aplausos, pero el ánimo mejoró. Volcado al ataque, el Madrid apenas concedió ocasiones en su retaguardia que comprometieran a Navas. Sin embargo, el empuje del Betis le obligó a mantener la concentración. Con el gol de Sergio Ramos el fallo de Navas quedó resuelto. De hecho, el abrazo que le dio el central tras tanto venía a ser la mejor caricia posible. “Somos un equipo muy unido. Todos me apoyan bastante todos y están conmigo. Ellos confían en mí y eso es lo que me compromete para seguir trabajando y que estas cosas no vuelvan a pasar”, reconoció Navas. Pero su última declaración dejó al descubierto lo que ocurría por su mente instantes después de saberse perdonado. “Estaba tranquilo porque había hecho bien mi trabajo. Para eso es por lo que trabajo y por lo que intento venir al estadio a dar lo mejor por todos mis compañeros y el cuerpo técnico y mi familia”, añadió. Y por ello terminó, de nuevo, dando gracias al cielo, redimido.

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