La sorpresa de un adiós ya sabido

El asturiano se ha quitado un peso de encima para poder acabar la temporada con garantías, sin ataduras y todavía con energía, dispuesto a pelear también por la Liga y la Copa

Luis Enrique, durante el partido ante el Sporting en el Camp Nou.David Ramos (Getty Images)

Luis Enrique ha sido consecuente con su manera de ser hasta en el anuncio de que no continuará en el Barcelona. A su manera, por sorpresa, de manera abrupta y directa, sin ninguna pomposidad ni sentido institucional si se quiere, sino cuando le ha dado la gana, después de un partido en el que sustituyó a Luis Suárez y Messi frente a su querido Sporting.

Lucho nunca ha tenido memoria ni ha sido esclavo emocional de ninguna tendencia futbolística, tampoco...

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Luis Enrique ha sido consecuente con su manera de ser hasta en el anuncio de que no continuará en el Barcelona. A su manera, por sorpresa, de manera abrupta y directa, sin ninguna pomposidad ni sentido institucional si se quiere, sino cuando le ha dado la gana, después de un partido en el que sustituyó a Luis Suárez y Messi frente a su querido Sporting.

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Lucho nunca ha tenido memoria ni ha sido esclavo emocional de ninguna tendencia futbolística, tampoco del dream team ni del equipo de Guardiola, por más amigo suyo que sea el hoy entrenador del City. La hinchada culer sabe que no se reconoce como exmadridista y nunca renegará del Barça. Que nadie le dé más vueltas ni le hable de Cruyff y Núñez.

No tiene más familia que la suya, y puede que ni siquiera sus colaboradores supieran que anoche iba a anunciar su adiós después de un 6-1. La sensación era que estaba cansado, además de encabronado, últimamente muy tenso, y se barruntaba que se podía ir a final de curso del Camp Nou. Nunca le gustaron las transiciones, y menos los años de gracia, de manera que seguramente ha tenido muy en cuenta las vicisitudes por las que pasó Guardiola. Luis Enrique tenía que tomar decisiones duras si quería seguir después de que su ciclo diera señales de agotamiento en París. No ha querido que se especulara con su futuro, ni tampoco que se condicionara al resultado del partido de vuelta contra el PSG.

Luis Enrique se ha quitado un peso de encima para poder acabar la temporada con garantías, sin ataduras y todavía con energía, dispuesto a pelear también por la Liga y la Copa. Ya nadie sospechará de sus alineaciones y los futbolistas dejarán de salir para pedir a coro que se quede en el Camp Nou. La liberación de Luis Enrique supuso por momentos una condena para el Barça. Hay un sentido de orfandad futbolístico tremendo en el consejo directivo del Barça. El presidente solo compareció en Barça TV y no hubo respuesta por parte del secretario técnico Robert Fernández. El asturiano ha dado un margen suficiente de tiempo al club para que negocien un sustituto que de momento parece estar entre Valverde, Sampaoli y Eusebio. Ahora mismo resulta imposible saber por dónde tirará el Barça, pendiente de Messi, que acaba contrato en 2018.

El 10 es hoy el único que garantiza la continuidad del modelo Barcelona. Y en su renovación se centrará la junta después del adiós de Luis Enrique. Nadie se rasgó las vestiduras ni abrió el cava porque no ha habido tiempo para digerir la noticia. Y no se sabe si es bueno o es malo. Se sabía que podía ser y nadie hizo nada para que no fuera. Todos dejaron que decidiera Luis Enrique.

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