Nairo Quintana: “Es difícil comprender la forma de correr de Froome”

El colombiano, que se cayó en la primera arte de la etapa, cree que ahora esperan “días trampa”

Nairo Quintana y Froomo durante la 10ª etapa de la Vuelta. Javier Lizón (EFE)

Froome, siempre Froome y su extraña manera de correr, mirándose los pies aunque en realidad está mirando el potenciómetro que le dicta lo que va bien y lo que va mal. Y sus codos abiertos como cartabones sin base. Froome es un misterio y lo verá siempre. “Es difícil comprender su forma de correr”, afirmaba Nairo Quintana tras recibir el maillot de líder “pero poco a poco vamos entendiendo su estrategia y por eso esperamos poder saber la manera de ir metiéndole más distancia”. ...

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Froome, siempre Froome y su extraña manera de correr, mirándose los pies aunque en realidad está mirando el potenciómetro que le dicta lo que va bien y lo que va mal. Y sus codos abiertos como cartabones sin base. Froome es un misterio y lo verá siempre. “Es difícil comprender su forma de correr”, afirmaba Nairo Quintana tras recibir el maillot de líder “pero poco a poco vamos entendiendo su estrategia y por eso esperamos poder saber la manera de ir metiéndole más distancia”. El británico está ahora a 58 segundos del colombiano con Valverde intercalado en la segunda posición con un segundo de ventaja sobre Froome. Chaves, Contador y compañía ya respiran dos o tres minutos más tarde.

Nunca se sabe si Froome sufre o calcula. En la ascensión a los Lagos pareció que sufría, pero eso nunca le ha apagado el animo. Nairo Quintana lo entendió y se apremió a un ataque final que evitase una caza que hubiera sido brutal para la autoestima de los protagonistas. Nairo está más fuerte, Froome está más débil, pero el británico tiene una corza irrompible.

Nairo se guareció en la experiencia: “Fresco, fresco no estoy”, señaló “porque a estas alturas se nota el cansancio de todo el año”, aunque a cambio reconoce que en España no está padeciendo los problemas de salud del Tour con las alergias y "eso me permite disponer de todas mis fuerzas”.

Nairo Quintana era un hombre feliz, aunque, como siempre, no lo pareciera. Su gesto es siempre humilde con esa voz que parece golpear en la laringe y rebotar a los labios, y con esa tranquilidad de quien nunca exhibe su felicidad. Aún así se mostraba orgulloso y alegre “por cumplir el sueño de inscribir mi nombre donde tantos ciclistas grandes han vencido. Y agradecido a su equipo “porque han hecho un gran trabajo, como todos los días, y han confiado en su líder. También estoy orgulloso por ellos”.

Pero espera el porvenir. Y ahí Nairo se muestra precavido, “porque de ahora en adelante quedan muchos días trampa y todo será muy difícil hasta el final”. Pero eso será después. Hoy su preocupación radica en los daños sufridos en una caída inicial multitudinaria que “me ha causado olor en cadera, codo y rodilla, pero no espero que haya ningún problema.”. En Los Lagos, en caliente, no lo tuvo.

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