Zapata y Murillo, Batman y Robin

La pareja de centrales de Colombia se ha vuelto indiscutible después de una etapa de vaivenes en la zaga

Zapata y Murillo pelean un balón ante el paraguayo Lezcano. MARK RALSTON (AFP)

El tobillo se dobló y la televisión ayudó a dramatizar la imagen con su slow motion en el duelo contra Paraguay. Al ver que no se levantaba, el miedo entró a visitar la cotidianidad de Colombia porque Cristian Zapata es una de las certezas que tiene el entrenador José Pékerman para edificar un muro defensivo que suele comportarse muy bien, al lado de Jeison Murillo.

La lesión no inhabilitó a Zapata para que esté listo ante Perú y los resoplidos de alivio por la noticia no fueron escasos: los atafagos de la última línea protagonizados en el último encuentro de la fase de grupos ...

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El tobillo se dobló y la televisión ayudó a dramatizar la imagen con su slow motion en el duelo contra Paraguay. Al ver que no se levantaba, el miedo entró a visitar la cotidianidad de Colombia porque Cristian Zapata es una de las certezas que tiene el entrenador José Pékerman para edificar un muro defensivo que suele comportarse muy bien, al lado de Jeison Murillo.

La lesión no inhabilitó a Zapata para que esté listo ante Perú y los resoplidos de alivio por la noticia no fueron escasos: los atafagos de la última línea protagonizados en el último encuentro de la fase de grupos ratificaron que la sociedad Zapata-Murillo es una de las que encumbra a Colombia como un equipo muy complicado de doblegar en fase defensiva. El ensayo-error ante Costa Rica resultó todo un banquete para los ticos Venegas y Bolaños, que aprovecharon las indecisiones múltiples de Felipe Aguilar y Jerry Mina, jugadores de gran futuro pero abrumados por el peso de la responsabilidad en una zona del campo en la que, desde el arribo de José Pékerman, no se vivieron tantos vaivenes.

De ahí el valor de Zapata y Murillo dentro de la estructura central, obligada a una renovación desde las eliminatorias Brasil 2014 hasta hoy: la fecha de vencimiento futbolística de mitos convertidos en zagueros afectó el armazón pues Iván Ramiro Córdoba -que en un momento floreciente de su carrera fue sometido a ver la Copa del Mundo de 1998 en el banco por la preferencia del DT por el inseguro Chaka Palacios- dijo basta. Amaranto Perea -el extranjero que mayor número de veces vistió la camiseta del Atlético Madrid- se agrietaba entre lágrimas por las lesiones y Mario Yepes, de quien todos tenían dudas sobre su rendimiento en Brasil por su edad y su discreto momento, apostó todas las monedas a favor de él mismo y haciendo un esfuerzo gigante sabiendo que iba a ser la única oportunidad de defender la camiseta nacional en una Copa del Mundo, quedó en la retina como el héroe que gastó el último envión energético de su trayectoria jugando como si tuviera 21 años frente a Grecia, Costa de Marfil, Uruguay y Brasil.

Acabado el Mundial había que encontrar otros nombres. Algunos que se acoplaran tan bien como aquellos que dejaban la vacante. O, para los más románticos, el mundo ideal era encontrar en un pajar con pocas agujas dos sujetos capaces de condensar armonía y fuerza, al estilo del recordado dueto integrado por el inolvidable Andrés Escobar -dueño de la lírica- y Luis Carlos Perea -poseedor del garrote-, dueños de la última línea tricolor en los Mundiales de 1990 y 1994.

Zapata ya contaba con la bendición del cuerpo técnico y fue titular en Brasil 2014. Con una hoja de vida brillante defendiendo los intereses de Colombia -además de su impecable Copa del Mundo, hizo parte activa del seleccionado campeón de la categoría sub 20 en el 2005- supo hacerse a un lugar. Murillo, en silencio empezó a despertar buenos comentarios cuando era el fontanero que sellaba la tubería plagada de fugas del desvencijado Granada. Su personalidad para jugar con la cabeza levantada y con balón dominado en un club acostumbrado al pertrecho como método de supervivencia y hasta algunos raptos iconoclastas -es inolvidable la patada en los testículos que le dio a un tal Gareth Bale en el siempre atildado Santiago Bernabéu- lo dejaron en la órbita de Pékerman, afanado por consolidar una pareja que cuidara la cueva de Ospina.

Cuando están juntos, parecen imbatibles, como Batman y Robin. En cambio, por separado cada uno tuvo que contar historias agridulces. Murillo, que apareció en el Inter de Milán para darle algo de tranquilidad a una zaga muy gelatinosa, no lo consiguió del todo: expulsiones y fallos inadmisibles opacaron su buen inicio. Zapata apenas jugó 16 encuentros en la Serie A en esta campaña y varias veces debió sentarse en el banquillo de uno de los peore Milan de la historia reciente.

Pero el panorama cambia en el momento que juegan para Colombia. En dos Copas América solamente permitieron dos tantos en contra. Y como para no quedar con ese sobregiro en la cuenta, ambos también aportaron en la portería del frente, cada uno con una anotación: Murillo frente a Brasil hace un año y Zapata contra Estados Unidos en el primer encuentro de la Copa América Centenario. La consigna será que el saldo, después del juego ante Perú, quede a su favor.

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