La mirada atenta

El remate de Mamadou, esta vez, dará en el palo, besará la red y el instante se hará eterno

Beñat conduce ante el acoso de Hernán Pérez y la atenta mirada de Mamadou Sylla, joven delantero del Espanyol.David Ramos (Getty Images)

Mamadou Sylla Diallo, delantero senegalés del Espanyol, cumplía el domingo pasado 22 años. A punto estuvo de celebrarlo con un gol en los últimos minutos, pero el palo repelió el balón hacia fuera de la portería defendida por el otrora querido, y ahora repudiado, según sople el viento, Gorka Iraizoz, digno cancerbero del Athletic Club. Cómo nos gusta llamar a los porteros, cancerberos, pues no es lo mismo, con todo el respeto, ser el guardián de algún noble edificio del Eixample, que ser el guardián de ultratumba del mítico H...

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Mamadou Sylla Diallo, delantero senegalés del Espanyol, cumplía el domingo pasado 22 años. A punto estuvo de celebrarlo con un gol en los últimos minutos, pero el palo repelió el balón hacia fuera de la portería defendida por el otrora querido, y ahora repudiado, según sople el viento, Gorka Iraizoz, digno cancerbero del Athletic Club. Cómo nos gusta llamar a los porteros, cancerberos, pues no es lo mismo, con todo el respeto, ser el guardián de algún noble edificio del Eixample, que ser el guardián de ultratumba del mítico Hades, donde al perro de tres cabezas, Cancerbero, no se le colaba ni un ser vivo. El tal Cancerbero sería ahora titular fijo en la portería del Espanyol, donde se cuelan goles vivos, muertos y en paradero desconocido.

Mediada la segunda parte, tanto Burgi como Mamadou estaban calentando en la banda bajo la atenta mirada del preparador físico. Sin embargo, fue marcar el apoteósico segundo gol Felipe Caicedo y, tanto Burgi como Mamadou, dejaron de calentar, también bajo la atenta mirada del preparador físico. Entonces eran dos privilegiados espectadores más. Lo que estábamos observando nos hizo pensar en la autoridad que reina en el vestuario, si es que reina alguna, o es una república popular presidida por los jugadores. Constantin Galca se pasea por el área técnica como un príncipe rumano post Nicolae Ceaucescu, con sus trajes impecables y sus corbatas bien ajustadas a un cuello que, ahora sí, parece estar pidiendo la reluciente guillotina digna de todo príncipe que se precie, o que se deprecie.

Se lesionó Caicedo, saltó al campo Mamadou, se sentó Burgi en el banquillo, siempre de los acusados, todo bajo la atenta mirada del preparador físico. Y Mamadou mandó el balón al palo, en una gran jugada, en tiempo de descuento, el día de su cumpleaños. Cuántas tardes de gloria tiene por delante Mamadou si se sitúa bajo la atenta mirada de alguien, por ejemplo la de un preparador físico. Y mental y, por qué no, espiritual. No sabemos muy bien qué significado pueda tener lo de sentar cabeza, sólo que lo lleva escrito en su alma, Mamadou Sylla. Entonces el balón, esta vez, dará en el palo, irá hacia adentro, traspasará la línea de gol, besará la red y el tiempo, esta vez, dejará de ser de descuento, pues el instante se hará eterno.

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