Una triste Real bate a un Betis de pena

Importante triunfo del conjunto vasco ante un rival que encadena ya nueve encuentros sin conocer la victoria

Pezzella salta con Jonathas. Javier Etxezarreta (EFE)

Dos históricos en apuros, la Real y el Betis, demostraron en un partido de bajo perfil el mal momento que ambos atraviesan. Ganó la Real, que respira y mete mucho miedo a un conjunto andaluz que jugó una pésima primera parte y reaccionó con timidez para acercarse al empate. Pudo lograrlo si Prieto Iglesias pita penalti en una acción de Illarramendi sobre Dani Ceballos. El vasco cayó en la trampa del bético, que notó el contacto y se dejó caer. Una jugada que la mayoría de las veces se convierte en penalti. No lo encontró el Beti...

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Dos históricos en apuros, la Real y el Betis, demostraron en un partido de bajo perfil el mal momento que ambos atraviesan. Ganó la Real, que respira y mete mucho miedo a un conjunto andaluz que jugó una pésima primera parte y reaccionó con timidez para acercarse al empate. Pudo lograrlo si Prieto Iglesias pita penalti en una acción de Illarramendi sobre Dani Ceballos. El vasco cayó en la trampa del bético, que notó el contacto y se dejó caer. Una jugada que la mayoría de las veces se convierte en penalti. No lo encontró el Betis, que suma su noveno partido sin ganar para entrar en una profunda depresión. Su apatía en el primer acto le condenó en el segundo a pesar de su mejoría. Sufrirá mucho el Betis, quizás también la Real, aunque este triunfo le da bastante oxígeno, teniendo en cuenta que llegó al encuentro plagado de bajas y con la losa del 5-1 cosechado en la pasada jornada ante el Sporting. El Betis tiró por tierra la mejoría demostrada ante el Madrid. El equipo sufre mucho el desorden que reina en la entidad y una planificación penosa, que ha plagado la plantilla de jugadores veteranos, sin recorrido. El problema del Betis no responde tanto al perfil del entrenador, donde Merino hace lo que puede, y sí mucho más a los continuos vaivenes de una entidad pésimamente dirigida. El resultado, una plantilla empobrecida y sin recursos.

No se esperaba de inicio la Real Sociedad una noche tan plácida. Los vascos venían de encajar una abultada derrota en Gijón, con el equipo plagado de bajas y muchas dudas instaladas en la cabeza de sus jugadores. Eusebio dejó fuera del once a gente como Bruma y Bergara, confiando en jóvenes como Héctor y Oyarzabal, rezando para encarar el encuentro ante el Betis con ciertas garantías de éxito. Un Betis revitalizado por Merino que venía de empatar con el Madrid y que, para sorpresa de los realistas, se plantó en el césped de Anoeta sin alma, demasiado replegado y, lo que resulta imperdonable, sin la intensidad necesaria para afrontar un partido en Primera División.

La conducta del Betis en Anoeta, realmente, solo encuentra explicación en la falta de mentalidad de unos futbolistas que no entraron en el partido como en Villarreal o en casa frente al Madrid, convertidos en un grupo demasiado dócil para regocijo de la Real. Los vascos, no obstante, tampoco están en un momento dulce. Dominaron el balón ante el descarado repliegue del Betis, aunque con una desesperante escasez de ideas. No obstante, la debilidad andaluza le abrió caminos a la Real. Solo le hizo falta un balón colgado al área de Héctor para que Xabi Prieto marcara de cabeza ante la escasa resistencia de Varela. El Betis, sin actitud ni calidad para tener el balón, se había limitado a plantarse en el césped de manera inocente, pues ni robaba ni atacaba, ofreciendo una imagen preocupante.

En el minuto 33, una falta muy bien lanzada por Rubén Pardo fue rematada sin oposición por Íñigo Martínez, que se liberó de la marca de Pezzella, demasiado tierno en la persecución del zaguero.

La Real, sin hacer nada del otro mundo, aprovechaba los regalos del Betis para espantar sus fantasmas y trasladárselos a un rival de triste figura, sin ápice de rabia y condenado a la derrota por su mala conducta.

Mejoró el Betis en la segunda mitad. Van Wolfswinkel le dio algo de velocidad y el bloque aumentó algo en intensidad. Sufrió la Real y el Betis acortó distancias con un tanto de Rubén Castro a pase de su compañero holandés. El conjunto andaluz jugó 20 minutos aceptables, pero nunca dio la impresión de ir de verdad a por el empate. La Real, físicamente muy mermada, con jugadores como Vela desenchufados, aguantó como pudo el temporal. Bergara le dio algo de empaque y Dani Ceballos no fue capaz de alterar el guion del choque, que se fue muriendo entre la impotencia de los verdiblancos y las quejas por el penalti que Prieto Iglesias no vio de Illarramendi al propio Ceballos. Así, poco a poco, se fue apagando este triste Betis, lo que permite a la Real salir de su marasmo.

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