Solo el Sevilla juega el derbi

Los de Emery destrozan andando a un Betis sin alma, castigado por su propio técnico, Mel, con una alineación plagada de suplentes

Los jugadores del Sevilla celebran el segundo gol de Krychowiak. José Manuel Vidal (EFE)

Sin despeinarse, jugando casi andando, el Sevilla se impuso con absoluta facilidad a un Betis muy limitado, que mostró todas sus carencias frente a un rival que no necesitó apretar el acelerador para asestarle una nueva puñalada en la eterna historia de la rivalidad sevillana. Al Betis lo desarmó, primero, su entrenador, Pepe Mel, que jugó con los suplentes y pidió, casi a gritos, una destitución que puede llegar en breve. Luego, la incapacidad absoluta de sus jugadores para hacerle peligro a un Sevilla muy superior, lo que demuestra lo mal que se ha confeccionado su plantilla.

Los de E...

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Sin despeinarse, jugando casi andando, el Sevilla se impuso con absoluta facilidad a un Betis muy limitado, que mostró todas sus carencias frente a un rival que no necesitó apretar el acelerador para asestarle una nueva puñalada en la eterna historia de la rivalidad sevillana. Al Betis lo desarmó, primero, su entrenador, Pepe Mel, que jugó con los suplentes y pidió, casi a gritos, una destitución que puede llegar en breve. Luego, la incapacidad absoluta de sus jugadores para hacerle peligro a un Sevilla muy superior, lo que demuestra lo mal que se ha confeccionado su plantilla.

Los de Emery garanon con solvencia después de asestar golpes puntuales, pues su juego sigue siendo bastante plano. En realidad, la debilidad del Betis le facilitó mucho las cosas. Como ejemplo, el segundo tanto de los sevillistas. Un balón al área, todos los defensas béticos parados y Krychowiak marcando en el área pequeña a placer. No necesitó el Sevilla a un buen Vitolo o a un excelso Banega, por citar a sus mejores hombres en las últimas jornadas. Hoy por hoy, la rivalidad no existe en Sevilla, pues los de Nervión son tan superiores que ni apretaron para estar casi clasificados para los cuartos de final. En el colmo de su desgracia y su falta de calidad, su hombre más fiable, Rubén Castro, falló un penalti cuando restaban 10 minutos para el final. Tan endeble como mal dirigido, en el banquillo y en los despachos, el Betis solo puede rumiar su mala fortuna y mejorar, mucho, para no dar otra vez con sus huesos en Segunda División.

BETIS, 0-SEVILLA, 2

Betis: Dani Giménez; Piccini, Pezzella, Jordi, Varela; Petros (Joaquín, m. 35), Digard, Ndiaye, Portillo (Dani Ceballos, m. 52); Van Wolfswinkel y Jorge Molina (Rubén Castro, m. 69).

Sevilla: Sergio Rico; Coke, Rami, Kolo, Tremoulinas; Cristóforo, Krychowiak; Vitolo (Reyes, m. 54), Banega, Krohn-Dehli (Konoplyanka, m. 76); e Immobile (Gameiro, m. 64).

Goles: 0-1. M. 13. Krohn-Dehli. 0-2. M. 48. Krychowiak.

Árbitro: Del Cerro Grande. Expulsó a Ndiaye (m. 86) Amonestó a Petros, Rami, Piccini, Krychowiak, Ceballos, Kolo y Coke.

Benito Villamarín. 36.832 espectadores.

Perdido en su laberinto, atosigado por un entorno que no le perdona ni una, Mel decidió facilitarle las cosas al Sevilla con una alineación en la que dejó fuera de concurso a sus mejores hombres, caso de Adán, Joaquín y Rubén Castro. Una decisión más que cuestionable que provocó que se ahondaran las diferencias que ya existen entre el Betis y el Sevilla. Los de Emery, no obstante, son un equipo demasiado precavido lejos del abrigo de Nervión, por lo que tampoco aprovechó en demasía el regalo de Mel.

El único futbolista que alteró algo el guion fue Krohn-Dehli, quien supo moverse entre líneas y aprovechar la debilidad de la zaga del Betis para hacer un cambio de ritmo, internarse en el área y marcar. La grada miró al banquillo, preguntándose si Adán, en gran estado de forma, hubiera parado el disparo de Krohn-Dehli. El Sevilla ganaba, pero no dominaba, con un ritmo impropio de un equipo grande ante un Betis plagado de suplentes. Con una lentitud exasperante, con Vitolo y Banega fuera de foco, el Sevilla desaprovechó una buena oportunidad de machacar a un rival que parecía entregado. Un Betis sin fútbol ni garra, metido atrás en espera del Sevilla, con una desesperante falta de fútbol.

Mel reconoció el desastre de su planteamiento cambiando a Petros por Joaquín a los 35 minutos. El brasileño, demasiado excitado, estuvo cerca de ser expulsado. El Sevilla, un témpano de hielo, ganaba, pero su juega estaba lejos de ser emocionante, hasta el punto de que permitió ciertos acercamientos de un Betis sin apenas pulso.

El Sevilla pudo lograr un resultado de escándalo después de que Krychowiak anotara con absoluta facilidad el segundo gol ante la increíble desidia de la zaga bética. Gameiro mejoró a Immobile, perdido, y el Sevilla lanzó dos balones a los palos por mediación de Banega. Falló Rubén Castro un penalti y el Betis se hundió tras arrastrarse en un nuevo derbi de descarado color sevillista.

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