Cinco razones por las que el Barcelona vuelve a maravillar

El equipo de Luis Enrique recupera el fútbol del final del curso anterior y aplasta a rivales de pedigrí como el Madrid y la Roma

Piqué, Luis Suárez y Messi festejan un tanto a la Roma. / AFP Vídeo: ATLASFoto: atlas

Desde la pretemporada hasta hace poco más de un mes, el Barça sufría unos escalofríos terribles en defensa. Se mantenía la presión alta en campo ajeno, pero las líneas estaban demasiado separadas y los rivales entraban en el área rival como Pedro por su casa, remataban todo balón aéreo y optimizaban cualquier jugada para meter un gol. Ter Stegen no resolvía los entuertos con los guantes, la zaga se desconectaba, la media se perdía en la transición ataque-defensa y todo era un guirigay que ponía en entredicho a un equipo campeó...

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Desde la pretemporada hasta hace poco más de un mes, el Barça sufría unos escalofríos terribles en defensa. Se mantenía la presión alta en campo ajeno, pero las líneas estaban demasiado separadas y los rivales entraban en el área rival como Pedro por su casa, remataban todo balón aéreo y optimizaban cualquier jugada para meter un gol. Ter Stegen no resolvía los entuertos con los guantes, la zaga se desconectaba, la media se perdía en la transición ataque-defensa y todo era un guirigay que ponía en entredicho a un equipo campeón –conquistó los tres títulos en el curso anterior- que reclamaba el perdón del veto de la FIFA para incorporar al menos a uno de sus fichajes ante la rotura de la rodilla de Rafinha.Las lesiones, en cualquier caso, se reproducían con frecuencia, la carga de minutos era exagerada para unos cuantos y el fútbol era espeso. Pero se daban los resultados por la calidad de unos delanteros que descomponen al más pintado.

El Barça ha recobrado su entrega en la presión, su solidaridad en el ejercicio defensivo, su finura en el pase y su capacidad para desmontar a los contrarios de forma camaleónica, adaptándose a las exigencias que exige el rival. Lo mismo le da que con la posesión, con el ataque posicional o con la verticalidad. El Barcelona está de dulce, como lo expresó ante el Madrid en el Bernabéu (0-4) y anoche contra la Roma (6-1) en el Camp Nou.

Cremallera defensiva

Alves, Alba y Piqué expresan lo saludable de una zaga que se ha corregido desde principio de la temporada

Durante todo septiembre y mitad de octubre, el Barça disputó ocho encuentros y en todos encajó al menos un gol (13 en total). “Nos estamos corrigiendo”, advertía Luis Enrique después de vencer al Rayo por 5 a 2. Así en los ocho duelos siguientes, que son los últimos, el equipo sólo ha recibido dos redes y dejado su portería a cero en otras seis ocasiones. Resulta que Luis Suárez inicia la presión bien ayudado por Neymar y todos, en un efecto dominó estudiado, adelantan las posiciones para ocupar campo contrario. No es raro ver a Luis Enrique remar con el brazo pidiendo a su zaga que se sitúe sobre la misma divisoria. Un ejercicio que bien permite recuperar el esférico en campo adverso y lanzar la contra, o bien absorbe el esférico en su terreno para reconfigurar el ataque.

Reanimación de la zaga

Alves, como casi cada temporada, empezó el curso desbravado, sin profundidad en sus carreras y desnortado con lo que ocurría a sus espaldas. Era un agujero sin remisión. Algo similar ocurría con Alba, que a pesar de cumplir en defensa no hacía de surtidor por el costado izquierdo. Y Piqué tampoco era el mismo del ejercicio anterior, lento en las correcciones y hasta un tanto desatinado en la salida del balón. Ahora, sin embargo, ocurre todo lo contrario. “Parece que la gente no conoce mi historia en el fútbol”, se defendió esta semana un Alves que suma varios partidos a un nivel más que notable (sin apuros ante Cristiano y agitador anoche) y que frente al Roma al fin consiguió dar su primera asistencia de la temporada. Las incursiones de Alba, del mismo modo, vuelven a ser una realidad, con esa chispa en el sprint, y Piqué se ha entonado cuando más lo necesitaba el equipo, excelente en el manejo de la línea y del fuera del juego como en la repartición del esférico, también estupendo en lo físico porque al final del clásico se hartó a subir en busca de un quinto gol que no llegó pero que sí logró ante los romanos.

Bravo no falla

En el Camp Nou se aplaude la valentía de Ter Stegen, que tira regates ante los delanteros y que juega con los pies como los ángeles. Pero empezó el curso gafado –poco ayudado por el equipo- y perdió su oportunidad de asentarse bajo los palos en la Liga. Una ocasión, en cualquier caso, que siempre ha discutido Bravo, portero al que no se le recuerda una sola cantada en un partido oficial (sí en un amistoso ante el Nápoles hace dos cursos), estupendo bajo palos y también acertado con los pies. El alemán, además, vuelve a funcionar en las competiciones de eliminatorias, hasta el punto de que anoche le paró un penalti al Roma para ser ovacionado.

Una media camaleónica

Con Busquets de mediocentro, el equipo puede jugar a lo que quiera. El 5 garantiza la posesión porque nadie guarda la pelota como él, del mismo modo que también puede lanzar las contras y el pase vertical. Ayer, por ejemplo, firmó dos de arrea para Messi que falló por los pelos. “Es el jugador más inteligente que he entrenado”, resolvió sin dudar Luis Enrique la semana pasada. Entorno a él, además, emerge un Iniesta que desequilibra con el quiebro y rompe desde atrás, del mismo modo que Rakitic llega al área rival y ofrece un trabajo defensivo que estabiliza al equipo porque permite que Messi se quede arriba al echar un cable a Alves. Entre los tres entronizan el rondo, pero también catapultan al equipo en las contras. Y, de jugar Mascherano de mediocentro, el equipo gana músculo y capacidad defensiva.

El tridente no perdona

Ausente Messi dos meses por lesión, tanto Neymar como Luis Suárez han certificado lo saludable que es el equipo en cuanto al gol. El uruguayo lleva seis partidos seguidos marcando y suma 19 tantos en 21 encuentros, al tiempo que el brasileño pone el picante por el costado izquierdo para descoser cualquier entramado defensivo contrario. También está atinado en el remate porque contabiliza 12 redes en 14 partidos. Ahora, además, ha regresado Leo, que ante el Madrid cogió carrerilla y ya contra el Roma hizo dos goles y, de paso, le regaló un penalti a Neymar –fallado- para evidenciar que no sólo se entienden dentro del campo sino que también lo hacen fuera.

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