Rossi y Lorenzo, dos campeones cara a cara en Cheste

El Mundial propone un duelo magnífico: la agresividad del italiano frente a la finura del español

Jorge Lorenzo, ayer en Cheste. Manuel Bruque (EFE)

Uno, que rodó como un obús, disparada la confianza y también él, saldrá desde la pole. El otro, que buscaba la vuelta rápida aunque no le sirviera de mucho, acabó por los suelos, por donde anda su moral lastimada, y, sancionado, saldrá último. Así parten en el domingo más importante de la temporada, como si fuera una metáfora de cómo son y cómo compiten los dos aspirantes al título de MotoGP, Lorenzo y Rossi.

La versatilidad de uno frente a la sensibilidad del otro, según explica el Koichi Tsuji, el ingeniero jefe responsable de desarrollo de Yamaha, hace que lleven el paso cam...

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Uno, que rodó como un obús, disparada la confianza y también él, saldrá desde la pole. El otro, que buscaba la vuelta rápida aunque no le sirviera de mucho, acabó por los suelos, por donde anda su moral lastimada, y, sancionado, saldrá último. Así parten en el domingo más importante de la temporada, como si fuera una metáfora de cómo son y cómo compiten los dos aspirantes al título de MotoGP, Lorenzo y Rossi.

La versatilidad de uno frente a la sensibilidad del otro, según explica el Koichi Tsuji, el ingeniero jefe responsable de desarrollo de Yamaha, hace que lleven el paso cambiado de viernes a domingo. Al mallorquín, con una puesta a punto de base muy trabajada y una facilidad mayor para adaptarse a un rango amplio de configuraciones de moto muy distintas, le salen las vueltas rápidas desde el primer libre. Al de Tavullia, más sensible a los cambios en la moto, que exige unos reglajes muy concretos para llevar la máquina como a él le gusta, tiene que trabajar y hacer trabajar más a sus mecánicos para encontrar la puesta a punto perfecta que le haga sentirse a gusto en la pista. No se parecen en casi nada. Llevan la misma moto, pero su estilo de pilotaje es muy distinto y la manera que tienen de gestionar las carreras también lo es.

Para Jorge es muy importante la estabilidad. Se queja de que su moto se mueve más que las demás, per si ves las imágenes por televisión no es verdad” Ramon Forcada, jefe de pista de Jorge Lorenzo

Lorenzo, de 28 años, que busca su tercer título de MotoGP, siempre fue un piloto muy fino. Delicado con el gas, de movimientos nada bruscos sobre la moto, hace ya muchos años que es también muy respetuoso en el cuerpo a cuerpo. Se ha negado a adaptar su estilo a los nuevos tiempos, esos que dicen que se imponen las técnicas del dirt track, las del derrapaje a la entrada de las curvas más propio de las pistas de cross o de los óvalos norteamericanos. Lo intentó. “Pero, para él es muy importante la estabilidad. Se queja de que su moto se mueve más que las demás, per si ves las imágenes por televisión no es verdad, lo que ocurre es que le afecta mucho que la moto se mueva, no tiene que patinar nada, ni levantarse de atrás en una frenada fuerte, como les ocurre a veces a las Honda”, explica Ramon Forcada, su jefe de pista.

Si Lorenzo no se entiende con las gomas con el flanco extraduro porque no le dan confianza en plena inclinación, mala suerte. Prefiere ceder una victoria y asegurar un podio o un cuarto puesto a renunciar al paso por curva, que siempre fue su punto fuerte y el de la Yamaha. Además, todo eso que define su manera de llevar la moto acaba explicando sus carreras, su capacidad para explotar como nadie los neumáticos. La regularidad de su pilotaje, su constancia vuelta a vuelta, sin estresar la goma en demasía, garantiza la durabilidad de esta y fortalece sus últimas vueltas. Ahí es donde a menudo debe defender lo que gana, por pura explosividad y una magnífica concentración en la salida y las dos primeras vueltas. Todas las victorias de este año las ha logrado desde la primera fila de la parrilla y tras una salida fulgurante.

Este año logramos que la moto tomara la línea correcta en frenada, luego es él quien acaba de meterla en la curva con su cuerpo” Matteo Flamigni, telemétrico de Valentino Rossi

Rossi, de 36 años, que aspira a una remontada de ensueño y quiere su octavo Mundial de la categoría reina, siempre supo encontrar el compromiso entre la delicadeza y la agresividad, según lo que exigiera la carrera en cada momento. Hoy es agresivo más agresivo a la entrada de las curvas porque lo demandan las motos de 1.000cc y los neumáticos. Él sí se ha apuntado a las derrapadas. Y ningún piloto sobre una Yamaha la exprime mejor que él en frenada. “Y todavía podría forzarla un poco más”, le anima su telemétrico, Matteo Flamigni. “El año pasado la moto siempre se le iba un poco larga, este logramos que tome la línea correcta y luego él que acaba de meterla en la curva con su cuerpo”, añade.

Al italiano, bien por edad, bien por costumbre, se le atraganta el nuevo sistema de clasificación en 15 minutos. “Con esta moto hay que ser muy preciso, no admite errores. Y menos si buscas el tiempo”, señala Flamigni. Si bien, como Rossi siempre fue un animal de carreras tampoco es un gran inconveniente. Sus dos primeras victorias llegaron desde la octava plaza de la parrilla. Este domingo será el 26º. Pero a diferencia de su compañero de equipo, el líder del Mundial ofrece mejor rendimiento en las segundas partes de las carreras, cuando el neumático se desgasta un poco y el depósito se vacía: entonces aplica la finura al pilotaje y se exige mantener las gomas.

Mientras Lorenzo prefiere correr solo y explotar así sus puntos fuertes a pista vacía, Rossi no teme el cuerpo a cuerpo pues acostumbra a ganar los duelos: este año sólo ha sucumbido ante Pedrosa y Iannone. Mañana cada uno tiene terreno para hacer lo que mejor se le da.

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