España se aleja del podio en la rutina técnica de sincronizada

Los detalles castigan al conjunto de Jaumá, que pierde categoría en beneficio de las emergentes Ucrania y Japón

El equipo español, durante su actuaciónClive Rose (Getty Images) (Getty Images)

Los pronósticos eran sombríos y comienzan a cumplirse. Puntualmente, desde la sesión preliminar de la rutina técnica por equipos, celebrada este sábado por la tarde en a piscina del estadio Arena de Kazán, donde el equipo de natación sincronizada de España exhibió su declive hasta situarse en un quitno puesto. A falta de la final, el resultado parece concluyente. El bronce, el metal que conquistaron en los Mundiales de Shanghai y en los Juegos de Londres, en Kazán ya es una quimera. Casi tan difícil de conseguir como en los Juegos de Río el año que viene, si los acontecimientos siguen el torme...

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Los pronósticos eran sombríos y comienzan a cumplirse. Puntualmente, desde la sesión preliminar de la rutina técnica por equipos, celebrada este sábado por la tarde en a piscina del estadio Arena de Kazán, donde el equipo de natación sincronizada de España exhibió su declive hasta situarse en un quitno puesto. A falta de la final, el resultado parece concluyente. El bronce, el metal que conquistaron en los Mundiales de Shanghai y en los Juegos de Londres, en Kazán ya es una quimera. Casi tan difícil de conseguir como en los Juegos de Río el año que viene, si los acontecimientos siguen el tormentoso curso trazado.

La cosa se torció pronto. La acrobacia que inició la secuencia española tuvo una culminación demasiado burbujeante para el gusto de los jueces, que valoran las zambullidas limpias, veloces y sigilosas, como de mamífero marino, o como de nutria de río. Si Clara Basiana, Cecilia Jiménez, Sara Levy, Paula Ramírez, Clara Camacho, Paula Klamburg, Meritxell Mas y Cristina Salvador hubieran nacido anfibias todo habría resultado más sencillo y natural. Pero la esencia de la alta competición es forzar las tendencias naturales. Torcer el destino. Quebrar el orden preestablecido con voluntad de transformación. Bastante hicieron las chicas con sobreponerse a la estruendosa música de la coreografía para completar una rutina notable, teniendo en cuenta el carácter inmaduro del grupo. Porque, a decir verdad, España todavía hace un trabajo excelente. Solo que ya no tanto. Esos pequeños detalles son la ruina. Sobre todo en estos tiempos de gran concurrencia, cuando la excelencia de las ucranianas y las rusas parece progresar hacia algo más perfecto, más acabado.

Las japonesas, que ya preparan los Juegos de 2020, avanzan con un equipo prometedor que se situó en la cuarta posición con 27.800 puntos, desplazando a España al quinto lugar con 27.600. Las ucranianas, cuartas en el Mundial de 2013, se colocaron terceras con 27.600. Las chinas brillaron en segundo lugar con 27.500 unidades. Rusia, por fin, casi hunde el graderío de tanta emoción que provocaron sus nadadoras en el público, perplejo ante una exhibición que les valió 95.182 puntos.

 

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