Cuatro días en los Alpes para derribar el muro impuesto por Froome

Quintana, Valverde y Contador lucharán hasta el último día para destronar al líder

Chris Froome en la salida de la 16ª etapa del Tour.B.L. (Getty Images)

Puestas una detrás de otra sobre una mesa con un mantel de fieltro azul, las cartulinas con los perfiles de las cuatro etapas de los Alpes semejan lo que podrían ser los altibajos del ritmo cardiaco de un tal Chris Froome en pleno esfuerzo agonístico de ataque en montaña. Ni un metro llano en los 596.000 de travesía alpina que decidirán definitivamente un Tour que parece ya decidido. Cuatro días para derribar el muro Froome y cuatro nombres que resuenan en muchas mentes, despertando memorias, histori...

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Puestas una detrás de otra sobre una mesa con un mantel de fieltro azul, las cartulinas con los perfiles de las cuatro etapas de los Alpes semejan lo que podrían ser los altibajos del ritmo cardiaco de un tal Chris Froome en pleno esfuerzo agonístico de ataque en montaña. Ni un metro llano en los 596.000 de travesía alpina que decidirán definitivamente un Tour que parece ya decidido. Cuatro días para derribar el muro Froome y cuatro nombres que resuenan en muchas mentes, despertando memorias, historias y esperanzas.

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De miércoles a sábado, cada día, un gran puerto. Palabras agudas, bisílabas, duras. Nombres propios para componer un himno guerrero, los puertos de las batallas: Allos, Glandon, Toussuire, Alpe d'Huez —pronunciadas a lo bruto serían alós, glandón, tusuir, aldiés—. Allos, donde Merckx descendió bravo antes de perder su reino; Glandon y su bajada interminable; La Toussuire, donde Floyd Landis se tomó varios Jack Daniel's después de agarrarse la pájara del siglo; Alpe d'Huez, el último puerto, la subida que suena a poesía a los oídos de Nairo Quintana, que la ama. Palabras que riman con el espíritu de los corredores, que preparan sus armas y repiten sus promesas.

"Soy un inconformista", dice Alberto Contador, quien profesa la fe de aquellos que creen que en el ciclismo de ahora es más fácil marcar diferencias bajando que subiendo. "Y no soy el Contador de hace dos años, no estoy perdido. He ganado el Giro, si no lo hubiera hecho quizás ahora me sentiría peor". Se queja Contador, quinto del Tour, a 4m 23s de Froome, de los hoteles de Gap, del calor horroroso que pesa, como se quejaban hace 20 años sus mayores, y suda a mares el chico de Pinto en el día de descanso, pues se han agotado los pingüinos en los grandes almacenes de la comarca, como suda Nairo Quintana en su hotel, unos kilómetros más allá, junto a un lago artificial rodeado de caravanas de coches. "Seguirá el espectáculo", dice el colombiano, segundo de la general, a 3m 10s del líder. "Serán etapas bonitas, buenas para recuperar el tiempo perdido. No sé si iré más rápido que Froome, pero lo intentaré".

Los puertos que faltan libran un duelo de amor y preferencia entre los aficionados, que juegan con las cartulinas y sueñan estrategias y diseñan tácticas invencibles. Glandon contra Alpe d'Huez, La Toussuire contra Allos. Los que han visto muchas películas, y creen en el poder de la ficción para transformar la realidad, votan por el Glandon, el jueves, el día más largo de los cuatro —186,5 kilómetros—, el hors catégorie al que se llega después de tres terceras y dos segundas, el territorio de las emboscadas: con el Bayard de salida, Froome se puede quedar pronto sin su equipo, hipotizan los fieles, y después todo es posible, y qué bien bajan Contador y Valverde, y cómo de bien le iría una alianza con Nibali, que busca salvar su Tour desastroso con una victoria de etapa.

"En el Dauphiné vimos al Sky debilitado en una etapa parecida y contamos con la ventaja de estar segundo y cuarto en la general", dice Valverde, quien vuela libre, sin presión alguna y pedalea feliz. "Unidos entre todos se podría atacar y hacer diferencias". Pero Quintana, más reflexivo que el murciano, medita a su lado. "Puede, en efecto, haber alianzas con gente que ha perdido tiempo en la general y busca ganar etapas", dice el colombiano, que en el cara a cara con Froome solo ha perdido el 1m 10s de Arette, el mismo tiempo que, prácticamente le recuperó a Froome en las tres etapas de los Alpes del Tour del 13, la referencia "Pero con gente como Contador, quien también debe atacar, habría que valorar qué tipo de alianzas se pueden crear. De todas formas, las estrategias las marcan los directores, que saben mucho".

Los más fríos, y los directores con ellos, pues su oficio es arrojar agua al fuego, dejar que la pasión no se lleve a la razón por delante, prefieren hablar de los puertos finales, o sea, de Alpe d'Huez. "Alpe d'Huez, Alpe d'Huez", repite José Luis Arrieta, y argumenta con lógica: "El último día es el mejor para ganarlo todo".

Todos sueñan lo que Quintana denomina el sueño amarillo, todos hablan aún de victoria, de no conformarse con lo que tienen. Todos, salvo Froome y su Sky, quienes, seguros de su superioridad, alimentan las dudas. No se trata de los valores fisiológicos hechos públicos del inglés, increíbles por mediocres, sino de una idea que para muchos es una certeza: con el Tour en el bolsillo, y para que no le comparen con Armstrong, a quien la avaricia hundió finalmente, el británico se está conformando todos los días importantes con defenderse sin más. No quiere apabullar. No quiere más murmullos, más bocas abiertas de incredulidad. En Allos, Glandon, Toussuire, Alpe d'Huez se sabrá la verdad.

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