Ensayo general en los Alpes

Victoria del francés Pinot en la etapa reina, en la que Froome controla y Quintana aguanta

Pinot, vencedor de la quinta etapa del Tour de Romandía.JEAN-CHRISTOPHE BOTT (EFE)

Suele decir Nairo Quintana que los ataques los debe dictar la cabeza del ciclista, no sus piernas, que engañan con súbitos sentimientos de invencibilidad. Subiendo Champex-Lac, el último gran puerto de la gran etapa del Tour de Romandía, la cabeza del escalador colombiano le dijo donde debía atacar, y donde realmente atacó. Las piernas, sin embargo, no obedecieron, lo que muestra lo complicado que es el ciclismo.

Seguramente Chris Froome se proclamará mañana domingo, después de una contrarreloj de 20 kilómetros quebrados en Lausana, entre el lago y su estación, se proclamará ganador por...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Suele decir Nairo Quintana que los ataques los debe dictar la cabeza del ciclista, no sus piernas, que engañan con súbitos sentimientos de invencibilidad. Subiendo Champex-Lac, el último gran puerto de la gran etapa del Tour de Romandía, la cabeza del escalador colombiano le dijo donde debía atacar, y donde realmente atacó. Las piernas, sin embargo, no obedecieron, lo que muestra lo complicado que es el ciclismo.

Seguramente Chris Froome se proclamará mañana domingo, después de una contrarreloj de 20 kilómetros quebrados en Lausana, entre el lago y su estación, se proclamará ganador por tercera vez consecutiva del Tour de Romandía, lo que le permitirá afrontar las concentraciones del mes de mayo con la moral reforzada y pensando en el Tour con optimismo. Para ello, el británico de Kenia solo necesitará superar los 14s en que le aventaja el sorprendente corredor que los Alpes de Valais y sus viñedos de pinot noir eligieron como líder de la carrera bajo la lluvia y el frío en la etapa reina, el ruso Ilnur Zakarin, conocido como el Águila de Naberejnie Tchelny, alto y zancudo, puro hueso y fibra. Zakarin, de 25 años, purgó dos años de suspensión por dopaje entre 2009 y 2011 y ya se lució hace un mes en la Vuelta del País Vasco. En Romandía no ganó la gran etapa, premio que se llevó el que más lo mereció, el escalador francés Thibaut Pinot, quien atacó lejano y fuerte, a cinco kilómetros de la cima de Champex-Lac, cuando en el grupo de cabeza solo quedaban los más fuertes. Pinot, tde 24 años y tercero en el pasado Tour, volvió a ganar una gran etapa tres años después de su impresionante irrupción entre los mejores en el Tour de 2012.

Quintana cruza la meta, cuarto clasificado en la quinta etapa del Tour de Romandía.JEAN-CHRISTOPHE BOTT (EFE)

Quedaban, sobre todos, dos ganadores de Tour, Vincenzo Nibali, a quien acompañaba su fiel Michele Scarponi, y Chris Froome, quien debió manejarse solo. Y quedaba uno que aspira a formar parte de su clan, el colombiano Nairo Quintana, para quien el día más importante del Tour de Romandía terminó convirtiéndose en una jornada de ensayo general pensando en el Tour. Y ello, quizás, a su pesar, pues su equipo trabajó para conseguir algo más.

El equipo de Quintana, el Movistar dirigido por José Luis Arrieta, endureció la carrera en el penúltimo puerto, la Petite-Forclaz, corto, estrecho y muy duro, el más duro del día. Allí sufrió Froome y siguió sufriendo al comienzo de la última subida, en su tramo más duro, cuando entre Jonathan Castroviejo y Winner Anacona consiguieron la gran selección. Sus compañeros le dejaron a Quintana dónde estaba previsto y con quién estaba previsto: el ataque debería ser lejano porque el objetivo no era ganar la etapa, sino la clasificación general.

Quintana intentó atacar a falta de siete kilómetros para ganar la etapa y la general, pero no logró despegarse

Y, a poco más de siete kilómetros para la meta, en el repecho más duro, Quintana atacó aparentemente fácil. Lo probó dos o tres veces, pero no pudo sino descremar el grupo, dejarlo en poco más de media docena de corredores de los que no pudo despegarse. “Y entonces decidió que para que todos fueran a su rueda no tenía sentido seguir tirando”, dice Arrieta, su director. Y entonces decidió dejar la responsabilidad. Primero la tomó Scarponi, que aguantó hasta que su jefe, Nibali, le dijo que no podía más; después fue Froome, que sabía que solo así ganaría su tercer Romandía. No salió el británico a por Pinot ni después a por Zakarin. Simplemente mantuvo, con el viento de cara en la ya ancha y tendida carretera, el ritmo, con los fugados siempre a vista. Quintana, que había esperado que alguno le llevara hacia los fugados, se colocó a rueda y aguantó, (“estuvo ahí”, dice Arrieta) y estudió, sabiendo que la situación corrida en los Alpes suizos se podrá repetir seguramente en el Tour.

Quien no aguantó fue el otro gran colombiano, Rigo Urán, quien, con Nibali, cedió 33s al grupo de Froome y Quintana, ahora quinto en la general, siempre a 40s del británico, los cedidos en la contrarreloj por equipos.

Sobre la firma

Archivado En