Illarra no encuentra cómplices

El volante estuvo atribulado con la pelota, en parte porque ninguno de sus compañeros le ofreció opciones de pase

Bilbao -
Iker Muniain mantiene a Illarramendi alejado del balón.L. Tejido (EFE)

La primavera llegó a Bilbao con antelación. Junto con el Madrid. Junto con las dudas de Ancelotti. El entrenador se quitó el abrigo de lana y compareció enfundado en un terno, mascando chicles a discreción, para contemplar el resultado de su elección desde la banda. Debió pensar que entre un sospechoso experto y un sospechoso sin curtir siempre es mejor inclinarse por el que conoce el terreno. Así optó por Illarramendi y relevó a Lucas. Hombre por hombre para completar el trío de volantes en compañía de Kroos e Isco.

La primera visión del partido resultó turbadora a ojos del entrenador:...

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La primavera llegó a Bilbao con antelación. Junto con el Madrid. Junto con las dudas de Ancelotti. El entrenador se quitó el abrigo de lana y compareció enfundado en un terno, mascando chicles a discreción, para contemplar el resultado de su elección desde la banda. Debió pensar que entre un sospechoso experto y un sospechoso sin curtir siempre es mejor inclinarse por el que conoce el terreno. Así optó por Illarramendi y relevó a Lucas. Hombre por hombre para completar el trío de volantes en compañía de Kroos e Isco.

La primera visión del partido resultó turbadora a ojos del entrenador: los dos primeros balones que tocó Illarra acabaron en los pies de futbolistas del Athletic. No solo porque Illarra se encontrara atribulado con la pelota. También porque ninguno de sus compañeros le ofrecía una opción de pase. El hombre levantaba la cabeza y solo veía camisetas rojiblancas. Sus receptores naturales, Bale, Cristiano y Benzema, permanecían disimulados entre las líneas rivales. Indistinguibles. Dice un adagio del fútbol que el gran pasador es tributario del delantero que se desmarca, que se ofrece en esos lugares del campo que están limpios para recibir el pase. En San Mamés, a Illarra le faltó ese cómplice.

Durante una hora Benzema solo se desmarcó hacia el balón. Cristiano solo se movió al espacio ante un pase de Isco. Y Bale la pidió siempre al pie. Una, dos, tres, cuatro, cinco veces. El galés, sin espacios, fue incapaz de fabricarse los huecos. Balenziaga lo vio venir una y otra vez. El Athletic se presentó con una defensa emparchada por zagueros circunstanciales: faltaban Laporte y San José, los dos centrales titulares. Dio igual. Los delanteros estáticos se marcan a sí mismos. Y los centrocampistas sin delanteros que se muevan están malditos. Pitado en el Bernabéu hace una semana, Illarra fue sustituido bajo una lluvia de pitos en Bilbao. Corría el minuto 71 y la hinchada rumiaba la victoria.

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