El leviatán francés

En los duelos cruciales, España casi siempre ha padecido frente al equipo de Onesta, el más legendario en la historia del balonmano Campeona olímpica y mundial se miden este viernes (19.00, La1) por un puesto en la final

Nikola Karabatic, ante EsloveniaFADI AL-ASSAAD (REUTERS)

“Es como estar con una mujer por primera vez”. Respondía Claude Onesta, con voz cavernosa y tono guasón, a los periodistas españoles que le preguntaban por el hambre de la generación más exitosa de la historia del balonmano, una de las más prolíficas en la historia del deporte. Una hornada para la que la derrota no tiene lugar en su cuaderno de bitácora. “Es que son muy buenos”, admitía Viran Morros durante la jornada a puertas abiertas programada en Doha antes de que España y Francia se vean las caras (19.00, La 1) en las semifinales del Mundial. “No sólo son muy buenos, es que van sobrados”,...

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“Es como estar con una mujer por primera vez”. Respondía Claude Onesta, con voz cavernosa y tono guasón, a los periodistas españoles que le preguntaban por el hambre de la generación más exitosa de la historia del balonmano, una de las más prolíficas en la historia del deporte. Una hornada para la que la derrota no tiene lugar en su cuaderno de bitácora. “Es que son muy buenos”, admitía Viran Morros durante la jornada a puertas abiertas programada en Doha antes de que España y Francia se vean las caras (19.00, La 1) en las semifinales del Mundial. “No sólo son muy buenos, es que van sobrados”, añadía Cañellas, el héroe en los cuartos.

El discurso de los dos internacionales españoles no responde a la palabrería o a un guion protocolario. No. Aludían ambos a un equipo majestuoso que, salvo accidente puntual, ha dominado la pista en los últimos 15 años. Desde el cambio de siglo, la cosecha es no tiene parangón: tres Mundiales (2001, 2009 y 2011), tres Europeos (2006, 2010 y 2014) y dos oros olímpicos (2008 y 2012). Casi nada. Por eso los elogios que llovían en el pabellón de Lusail no eran gratuitos. Hay admiración, incluso. “En los momentos decisivos, cuando peor se ponen las cosas, es cuando mejor rinden”, señalaba Maqueda, al que le costó conciliar el sueño tras el subidón contra Dinamarca.

Desde 2006, ambas selecciones se han topado nueve veces. El balance se resume en cinco triunfos de los bleus, dos victorias de los Hispanos y otros dos empates

En ese camino hacia la gloria, Francia ha embestido a España en un buen puñado de ocasiones. Desde 2006, ambas selecciones se han topado nueve veces. El balance se resume en cinco triunfos de los bleus, dos victorias de los Hispanos y otros dos empates. Pero no sólo la estadística subraya al leviatán galo, que golpea más duro que nadie. Sabe, además, seleccionar a la perfección el instante en el que hacerlo. “La derrota en los Juegos de Londres nos hizo mucho daño”, recuerda Viran Morros, que a su vez alude al Europeo del año pasado: “Los tuvimos ahí, uno o dos arriba, pero al final los dejamos escapar”.

Nikola Karabatic pugna con Iker Romero en la final del europeo de 2006, en Zúrichafp

No hay manera de meterle mano a Francia. Cuando España lo ha conseguido ha sido en duelos en los que ninguna se jugaba el pescuezo –la primera fase del Europeo de 2006 y en el mismo escenario de 2012–. “La espinita está ahí porque casi siempre que jugamos contra ellos nos ganan”, precisa Maqueda. A unos metros de él, una nube de medios se concentraba en torno a Nikola Karabatic. “No hay favoritos”, decía el símbolo bleu, el gran gobernador del balonmano; “de España me preocupa todo. Tiene un ataque excepcional y jugadores peligrosos en cada posición. No hay un sitio en el que puedas decir que flojean… Es muy fuerte, para mí el mejor equipo de este Mundial. Vamos a dar todo lo que tenemos”.

Daniel Narcisse lanza ante Márquez y Belaustegui Ruano en el Europeo de Zúrichafp

Al otro lado de los Pirineos hay también mucho respeto. “A España seguro que le ha beneficiado ganar cómo lo hizo ante Dinamarca”, señalaba Onesta, director de un equipo de ensueño en el que a pesar de que algunos históricos dieran un paso a un lado, como su actual ayudante, Didier Dinart, ha mantenido el sello de Les Experts, de ese ciclo triunfal e ininterrumpido. Por una cuestión genealógica, algunas piezas han variado, pero la esencia sigue intacta. No figura, por una lesión que le impidió ir al torneo, el magnífico Abalo, pero ahí sigue, bajo los palos, el veterano portero Omeyer (38); ahí siguen Jérôme Fernández, todavía un cañón, y Narcisse; y por ahí han ido recogiendo el legado el fornido Soirhando, Guigou y los Barachet, Joli, Porte, Gebrille, Mahé y Luka Karabatic. Y, por supuesto, su hermano, el hilo conductor de una saga como pocas en la historia deportiva.

Ruben Garabaya ante Bertard Gille y Jerome Fernández en el Europeo de 2008, en Trondheim.ap

A sus 30 años, Nikola sigue siendo el líder de la manada. Onesta esboza y Dinart exige, pero él manda. Desde que le salpicase un escándalo de apuestas ilegales en 2012, que le forzó a salir del Montpellier y firmar por el Barcelona, su juego ha bajado un punto. Sin embargo, sigue siendo el bastión, la referencia en el ataque y el eje de la defensa. Él dicta en una Francia muy física que, al igual que España, ha ido de menos a más en el campeonato. Tras arrancar con un empate inesperado frente a Islandia, un triunfo tras otro: Suecia, Egipto, República Checa y Argelia en los grupos, Argentina en los octavos y Eslovenia en los cuartos.

“A ver si conseguimos que el partido sea igualado. Casi siempre que nos enfrentamos a ellos lo hacemos de tú a tú, así que ya veremos”, desea Viran. “Espero que el resultado sea diferente esta vez. Ojalá podamos plantarles cara”, confía Maqueda. “Aquí hemos venido para ganar el oro, ese es el único objetivo”, remata el seleccionador, Manolo Cadenas. Mientras, Francia espera espada en alto. Como dice su entrenador, con la tensión y las ganas de aquella primera vez.

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