“¡Nos vamos al cole!”

La selección de balonmano se relaja antes del duelo de mañana contra Qatar, decisivo para conseguir la primera plaza del grupo

La selección española en su visita al colegio SEK de Doha feb

Los pequeños alumnos del colegio SEK de Doha llegarán a su casa hoy con tortícolis. ¿El motivo? La visita de una banda de grandullones que cuando irrumpieron en el centro educativo los hacían parecer liliputienses. Boquiabiertos, los niños observaban a los jugadores de la selección española de balonmano como quien ve un ovni. “¡Nos vamos al cole!”, decía Viran Morros, el valladar del sistema defensivo, al bajar del autocar que transporta a los internacionales en Qatar. “Hola, soy Albert. ¿Cómo te llamas?”, le decía Rocas a uno de los críos, entre los que hay también algunos españoles.

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Los pequeños alumnos del colegio SEK de Doha llegarán a su casa hoy con tortícolis. ¿El motivo? La visita de una banda de grandullones que cuando irrumpieron en el centro educativo los hacían parecer liliputienses. Boquiabiertos, los niños observaban a los jugadores de la selección española de balonmano como quien ve un ovni. “¡Nos vamos al cole!”, decía Viran Morros, el valladar del sistema defensivo, al bajar del autocar que transporta a los internacionales en Qatar. “Hola, soy Albert. ¿Cómo te llamas?”, le decía Rocas a uno de los críos, entre los que hay también algunos españoles.

Pasaron por las aulas los Hispanos el día previo a su próxima cita (miércoles 21, 17.00, Teledeporte) en el Mundial, la cuarta del campeonato. Será ante la anfitriona, a la que dirige el laureadísimo Valero Rivera. Por este motivo, por el reencuentro padre-hijo, el extremo acaparó gran parte de la atención en una jornada destinada simultáneamente a la atención a los medios. Era curiosa la imagen. 16 gigantes en las aulas, entre libros y pupitres, entre querubines vestidos de chaqueta y corbata, con faldas escocesas las niñas.

“Comienza lo duro. Ya no vale nada de lo que hemos hecho”, dice Manolo Cadenas

Ahí estaban los Hispanos, enormes, de negro y amarillo fosforito, recibidos de forma exquisita por los responsables del colegio. Muchos de ellos integrados en el club de las barbas hipsters, caso de Maqueda, la suya interminable; la de Andreu, Tomás, Gonzalo, Cañellas o Guardiola, descuidadas pero cuidadas; o las de Rivera y Rocas, impecables. Por ahí andaba Alex Dujshebev, con 22 añitos, el discípulo más joven. E incluso apareció el técnico navarro Zupo Equisoain, preparador de las categorías inferiores de Qatar, para recoger a sus chicos. “A ver si aprenden bien inglés”, indicaba, a la vez que describía su vida en Doha: “A las cinco y media diana, después rumbo a clase, una hora de atasco y luego al despacho”.

Hizo pellas esta vez el seleccionador, Manolo Cadenas, que prefirió quedarse en el hotel, en el vértice oeste de la ciudad, para preparar exhaustivamente el pulso contra Qatar. A priori, decisivo para la obtención de la primera plaza del grupo. “Comienza lo duro. Ya no vale nada de lo que hemos hecho”, había esgrimido la jornada anterior. Tampoco acudieron Antonio García ni Chema Rodríguez, ambos con ligeras molestias. “O eso dicen”, se oyó desde una bancada en la que bromeaban sentados Aginagalde, Tomás y Ugalde. Así fue la mañana de los internacionales. Por un día, pequeños infantes.

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