Miller vence el primer asalto

El australiano le recorta cinco puntos a Márquez, segundo y líder con 20 puntos de ventaja, tras un duelo fantástico

El australiano Jack Miller celebra su triunfo. PAUL CROCK (AFP)

Era el primero de los tres asaltos que decidirán el título de Moto3 y ganó el que dio el gancho en el momento justo. En el cuadrilátero: Álex Márquez y Jack Miller, dos contendientes de aúpa, atrevidos, corajudos. Lo demostraron con sus ansias de superación en Phillip Island, el primero de los escenarios de este duelo particular. Primero Miller, a la postre vencedor, que salía desde la octava posición de la parrilla tras un mal sábado de clasificación. Fue recuperando puestos con la mirada fija en la cabeza de un grupo que lideraba su rival por la corona. Y tras cuatro vueltas pasó la meta en ...

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Era el primero de los tres asaltos que decidirán el título de Moto3 y ganó el que dio el gancho en el momento justo. En el cuadrilátero: Álex Márquez y Jack Miller, dos contendientes de aúpa, atrevidos, corajudos. Lo demostraron con sus ansias de superación en Phillip Island, el primero de los escenarios de este duelo particular. Primero Miller, a la postre vencedor, que salía desde la octava posición de la parrilla tras un mal sábado de clasificación. Fue recuperando puestos con la mirada fija en la cabeza de un grupo que lideraba su rival por la corona. Y tras cuatro vueltas pasó la meta en segunda posición, pegado al colín de la pequeña Honda, a la que ya no volió a perder de vista.

Luego lo demostró Márquez, el líder de la categoría (25 puntos de ventaja antes de que empezara la carrera, 20 ahora, tras un más que suficiente segundo), que cargó con el peso de la prueba sin reparos y que tuvo que reponerse de un susto a falta de tres giros para el final tras un movimiento apurado para evitar chocar con Kent, uno de los tantos corredores que animaban la fiesta, a la que se autoinvitaron una decena de pilotos. Cayó a la novena plaza tras aquel minúsculo error. Aunque al giro siguiente pasó por meta el tercero. E inmediatamente se puso de nuevo en cabeza. Debía defender su terreno.

Márquez se conformó con un segundo puesto magnífico para sus aspiraciones: el título mundial

Márquez, que había pedido una carrera así, en grupo, para divertirse y divertir, quién sabe si también para poner nervioso a su rival, que corría en casa (algo que no consiguió), había estado estudiando cómo funcionaban los rebufos en Phillip Island y comprobando si era cierto aquello de que se ganaban hasta siete décimas en la recta de meta. Lo era. Por eso se espabiló, después de aquel movimiento errático, para volverse a colocar primero a falta de dos giros para el final. Sabía que el rebufo no le alcanzaría para solucionarlo todo en la última vuelta, con la meta a mitad de recta, así que mejor darse prisa. Y volvió a ponerse primero. Aunque no por mucho tiempo.

Ocurrió que también lo tenía todo estudiado Miller, dominador de la categoría hasta que un encontronazo en la pista con el mismo Márquez igualó la contienda dos carreras atrás, en Aragón. Tras el penúltimo paso por meta, el australiano trincó bien los frenos y se abocó al vacío, en ese final de recta en el que los pilotos tienen al mar en el horizonte, para meterse por el interior de la primera curva antes que nadie. Y lo logró. Allí ganó la carrera. Y Márquez, que tiene buenos asesores, que se sabe con ventaja por su posición en la general, que piensa más de lo que parece encima de la moto, se conformó con un segundo puesto magnífico para sus aspiraciones: el título mundial. En tercera posición, el tercero en discordia, Alex Rins, esperando el fallo, atento a lo que pueda ocurrir, no sea que el Mundial se decida por rebote y esta vez sí, la suerte le sonría.

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