Cerveza fresca en Alemania

El modesto Paderborn, sorprendente líder de la Bundesliga, se bate hoy con el todopoderoso Bayern

Barcelona -
Los jugadores del Paderborn celebran el gol de 82 metros de Stoppelkamp, en el medio de la imagen con botas naranjas.OLIVER KRATO (AFP)

La serena y ultra católica localidad de Paderborn, al noroeste de Alemania, lleva unos meses agitada, con más flashes, vocerío y festejos que de costumbre. Por primera vez parece que el squash (el Paderborner SC es uno de los clubes más laureados de Europa y la mayor potencia germana) ha dado el relevo al balón. Resulta que su equipo de fútbol, el SC Paderborn 07, sin apenas historia -nace en 1985 de una mezcolanza de cuatro equipos distintos y bien modestos de la región- ni afición, ha revolucionado a la ciudad de 145.000 habitantes y sus desgastadas calles, donde en su centro neurál...

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La serena y ultra católica localidad de Paderborn, al noroeste de Alemania, lleva unos meses agitada, con más flashes, vocerío y festejos que de costumbre. Por primera vez parece que el squash (el Paderborner SC es uno de los clubes más laureados de Europa y la mayor potencia germana) ha dado el relevo al balón. Resulta que su equipo de fútbol, el SC Paderborn 07, sin apenas historia -nace en 1985 de una mezcolanza de cuatro equipos distintos y bien modestos de la región- ni afición, ha revolucionado a la ciudad de 145.000 habitantes y sus desgastadas calles, donde en su centro neurálgico se alza la famosa catedral. "Las casas están engalanadas con banderas, bufandas… y es normal cruzarte con una camiseta del equipo cada 100 metros. Somos el orgullo de Paderborn", cuenta Rafa López, fichaje de este verano y exdefensa del Valladolid, Eibar y Getafe. Tanto es así, que en el curso anterior había 2.000 abonados y ahora hay lista de espera, con el estadio Benteler Arena abarrotado (15.000 personas) el pasado fin de semana por más que la afición haya protestado por el encarecimiento de los precios. Pero la oportunidad es única; el Paderborn ascendió a la Bundesliga el año pasado por sorpresa y ahora, cuatro jornadas después de empezar el torneo, es el líder por golaveraje. Esta noche, sin embargo, se pone a prueba ante el todopoderoso Bayern de Pep Guardiola. "La presión de mantener el liderato…", bromea Rafa.

Hace más o menos un año, el equipo estaba en el pozo de la Segunda alemana, con nueve puntos en nueve jornadas. Aunque en diciembre se desperezó de lo lindo y sumó 13 triunfos, tres empates y dos derrotas para acabar segundo, para certificar el inesperado ascenso. "Nadie podía pensarse esto", reflexionaba a pie de césped el técnico André Breitenreiter, exjugador del Hamburgo, Wolfsburgo y Hannover entre otros; "deberíamos celebrarlo bebiendo todos los tipos de cerveza de Paderborn". Y se pusieron manos a la obra, con una fiesta hasta altas horas de la madrugada que prolongaron con un viaje inmediato a Mallorca. Hasta se sumó el Arzobispo de Paderborn: "Este ascenso podría denominarse milagro futbolístico". Más que nada porque el presupuesto era de seis millones, el más bajo en la historia para lograr un ascenso a la Bundesliga. Para este curso, cuentan con 15 millones, también el presupuesto más recatado. Aunque con ello le da para fichar a un jugador que marcó un gol de 82 metros la jornada anterior, o a otro, Süleyman Koç, que estuvo en la prisión por robar el casino de Berlín.

La sobriedad del club, en cualquier caso, no es tanta. Si bien solo tienen un campo de entrenamiento -"pero estupendo, como todas las instalaciones y las atenciones a los jugadores", matiza Rafa-, ya están levantando una ciudad deportiva que esperan inaugurar antes de que acabe el curso, además de tener previsto doblar el aforo de espectadores en el estadio, tal y como le solicitaron al arquitecto en su día. "La diferencia del Paderborn con otros clubes de tamaño similar, como el Leverkusen, es que no tiene grandes y ricas empresas detrás", apunta Isaac Lluch, periodista afincado en Múnich para seguir sobre todo al Bayern de Guardiola. "Pero juegan como cualquier equipo alemán", interviene Ernesto Valverde, técnico del Athletic que se midió con ellos en pretemporada; "son muy intensos, mucho". Aunque añade: "Pensábamos que eran ofensivos, pero jugaron muy atrás contra nosotros. Quizá porque hacían pruebas". Rafa recoge el testigo: "La verdad es que intentamos jugar mucho la pelota y mezclamos presión con organización. Pero podemos cambiar de registro dependiendo del rival".

"Estoy satisfecho con los ocho puntos", resuelve el presidente Wilfred Finke, tan dicharachero y charlatán -acusó a los jugadores de usar tutú en un partido que perdieron- como rico, pues tiene una cadena de muebles famosa en Renania y todo el país. Finke, a buen seguro, acompañará al equipo a Baviera junto a los 4.000 aficionados del Paderborn que ya han reservado su billete en el Allianz Arena. Allí, al contrario que cuando juegan en casa, no irán en bicicleta -hay 1.900 estacionamientos en el estadio- ni pararán en el bar Kampus a tomarse su cerveza. Pero para cerveza fresca, su Paderborn. Aunque acabar la temporada entre los siete primeros sería un pequeño problema para la alcaldía, pues la ley del silencio de Paderborn indica que no pueden jugar más tarde de las 10 de la noche, hora de competición europea.

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