Opinión

Baño de autoestima azulgrana

Los de Pascual saben mejor que nadie cómo no dejar que los blancos jueguen cómodamente

Tomic anota ante Mirotic.Toni Garriga (EFE)

Resulta difícil sacar conclusiones fundamentadas de un partido donde casi todo es cuestionable. La lectura de lo que podía deparar este clásico estaba ya condicionada desde el momento en que, por segundo año consecutivo, se ha dado la coincidencia de que pocos días antes de la semifinal de la Final Four se tuviese que jugar otro encuentro mucho menos trascendente. Bajo esta premisa, la intensidad y concentración con la que iban a tomarse cada equipo el partido no surgirían de su importancia, casi nula, sino de otro tipo de cuestiones. A priori y como se demostró después, el Barcelona tenía más...

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Resulta difícil sacar conclusiones fundamentadas de un partido donde casi todo es cuestionable. La lectura de lo que podía deparar este clásico estaba ya condicionada desde el momento en que, por segundo año consecutivo, se ha dado la coincidencia de que pocos días antes de la semifinal de la Final Four se tuviese que jugar otro encuentro mucho menos trascendente. Bajo esta premisa, la intensidad y concentración con la que iban a tomarse cada equipo el partido no surgirían de su importancia, casi nula, sino de otro tipo de cuestiones. A priori y como se demostró después, el Barcelona tenía más razones para estar de principio a fin enchufado. Sobre todo dos: esta temporada todavía no había ganado al Madrid y jugaba ante su afición. Confirmando estas premisas previas, vimos desde el inicio hasta prácticamente el final a un equipo dándolo todo y a otro en una versión muy menor, desnortado, impotente de contener ni en ataque ni en defensa una maquinaria azulgrana muy afinada, hasta el punto de desquiciarse como lo hizo Rudy, que independientemente de las circunstancias, nunca puede dejar huérfano a su equipo. Ahora bien, si nos basamos en la teoría de la intrascendencia, el buen partido del Barcelona puede quedar minusvalorado y la muy deficiente actuación del Madrid, justificada.

Pero hay cosas que se escapan a esta simpleza de análisis. Por ejemplo, la constatación que el Barcelona sabe mejor que ningún otro equipo cómo no dejar al Madrid que juegue a gusto, lo que ha ocurrido incluso en partidos que han ganado los blancos, como la final de Copa. Su intensidad defensiva, la carga del rebote, la falta como recurso legal en cualquier situación que se crean en desventaja son algunas de las armas con las que los azulgranas dominan velocidades y tiempos. Si esto viene de lejos, ahora lo completa con una enorme efectividad ofensiva, que le hace irse a muchos puntos sin aparente esfuerzo, con la suma del enorme talento que tiene su plantilla, donde en este momento hay espacio y tiempo para que casi todos sumen.

Con Navarro lejos de su mejor forma, Abrines y Papanikolaou recobraron la confianza que necesitaban

Otra cosa que ganó ayer el Barcelona, además del partido, fue el empujón de confianza que se dieron dos jugadores que por diferente motivo lo necesitaban, Abrines y Papanikolaou, protagonistas del vendaval del tercer cuarto y más necesarios que nunca ante la confirmación de que Navarro está lejos del rendimiento pleno. El Madrid, por su parte, poca cosecha recogió. El juego interior volvió a resultar insuficiente, el exterior no tuvo consistencia ni puntería, Carroll acusa la inactividad y volvió a caer en la dependencia total de Sergio Rodríguez en buena parte del partido, con el Chacho contra el mundo como única opción. En definitiva, que todo lo bueno que podía dar un partido en estas circunstancias tan especiales se lo llevaron los azulgrana.

El viernes será otro cantar, o al menos debería pues cambian el escenario, la enjundia del enfrentamiento y el botín que estará en juego. Desde hoy hasta ese día, los laboratorios tácticos echarán humo y seguramente aparecerán tácticas que no han querido ser desveladas. El Madrid debería ser otro Madrid muy diferente, y es posible que lo visto en el Palau quede como una anécdota. Pero tampoco es descartable que se confirmen alguna de las sensaciones que se transmitió un partido donde por encima de la duda de si el Madrid no quiso o no pudo, lo más destacable fue que el Barcelona se dio un baño de autoestima y confirmó que está preparado para luchar por el título más importante del año.

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