Cristiano está en ebullición

El goleador, agitado por la competencia con Bale en el 4-4-2, se muestra seguro de que el Madrid ganará mañana en Múnich

Cristiano celebra uno de sus goles a OsasunaAndres Kudacki (AP)

Cristiano Ronaldo es un tipo noble y transparente. Los compañeros que le conocen desde 2009 no necesitan hablar con él para saber su estado de ánimo. Si está contento o triste, atribulado o sereno, carcomido por una ambición febril o disfrutando del fútbol, sus gestos lo expresan todo. En la primera época, hasta 2011, aseguran que vivió atormentado por la competencia con Messi. Luego, entre 2011 y 2013, atravesó una etapa feliz, dedicado a gozar con naturalidad de sus magníficas cualidades sin pensar en trascender. Pero, de pronto, la obtención del Balón de Oro el pasado enero le transformó. S...

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Cristiano Ronaldo es un tipo noble y transparente. Los compañeros que le conocen desde 2009 no necesitan hablar con él para saber su estado de ánimo. Si está contento o triste, atribulado o sereno, carcomido por una ambición febril o disfrutando del fútbol, sus gestos lo expresan todo. En la primera época, hasta 2011, aseguran que vivió atormentado por la competencia con Messi. Luego, entre 2011 y 2013, atravesó una etapa feliz, dedicado a gozar con naturalidad de sus magníficas cualidades sin pensar en trascender. Pero, de pronto, la obtención del Balón de Oro el pasado enero le transformó. Su actitud se tornó artificiosa, teatral. En sus días felices, cuando le daban un golpe fortuito en el entrenamiento, se levantaba como si nada y seguía. Ahora, en cambio, ha comenzado a revolcarse en la hierba pidiendo la asistencia de los médicos, y a incorporarse haciendo muecas, cariacontecido, disculpando al que le metió los tacos como si fuera un aristócrata magnánimo. Cristiano está en ebullición. En el vestuario asegura que cree que el Madrid ganará el partido en Múnich. A sus 29 años sigue viviendo la profesión con la emoción dramática de un niño. Como observa un jugador: “Cris flipa con el fútbol”.

Las semifinales de la Liga de Campeones han puesto a Cristiano en alerta. Empeñado como está, él y su entorno, en la conquista de su tercer Balón de Oro, considera que los partidos contra el Bayern serán decisivos en la lucha por el título individual al mejor futbolista del año para la FIFA. El delantero sabe que, del mismo modo que sus goles en la repesca mundialista contra Suecia en 2013 fueron fundamentales para que lograra el último galardón, este año le darán el premio por lo que haga en el Mundial de Brasil y los dos partidos de la Champions que le restan a la temporada. Descartado Messi de la competición europea, las perspectivas de triunfo se amplían y no es metiendo goles a Osasuna como se obtienen puntos de oro.

A los 29 años sigue viviendo la profesión con la emoción dramática de un niño

La evidencia de que, en partidos de máxima exigencia, el Madrid compite mejor con dos puntas que con tres, ha generado tensiones en el seno del club e inquietud entre dos goleadores que se disputan un puesto. Ancelotti le ha mandado a decir al presidente, Florentino Pérez, que el 4-4-2 es el esquema ideal y que, para que funcione, lo mejor es dejar en el banquillo a Bale o a Cristiano. La noticia no ha sido bien recibida en los despachos. La lesión de Cristiano primero, y la gripe de Bale después, han permitido al técnico la conformación de alineaciones equilibradas. Pero nadie quiere ver a una figura postergada por decisión técnica. Tras el 1-0 ante el Bayern en la ida de las semifinales, el miércoles, Cristiano denunció que había gente en el club que quería mantenerle fuera de la competición. El portugués pudo referirse a los médicos, o no. En el vestuario hay colegas que le vieron cojear y que creen que los médicos de Sanitas no quisieron firmarle el alta por temor a que recayera en su tendinitis en la rodilla izquierda. El oscurantismo que reina en torno a las lesiones es tan evidente que nadie descarta otras posibilidades.

“No hay riesgo de que recaiga, yo no soy tonto”, dijo Cristiano tras el partido contra el Bayern. “¿Cómo voy a arriesgar? Obviamente me sentí bien. ¡Muy bien! Y obviamente tenía un poquito de miedo. ¡Normal! Porque no todas las personas me dieron confianza. Tenía confianza pero algunas personas no querían que jugase. Pero yo estoy bien y no ha pasado nada. El que tiene la última palabra soy yo. ¡Siempre! Si me siento bien tienen que escucharme porque yo conozco mi cuerpo mejor que nadie y es mi opinión la que cuenta”.

Cristiano sospecha que los médicos actúan en respuesta de intereses ocultos que él tampoco quiere revelar. Casualmente, su recuperación plena coincidió con la repentina gripe de Bale, que el miércoles fue suplente, jugó 30 minutos, y el sábado se quedó en la grada, según la versión oficial, recobrándose.

Los dos golazos a Osasuna en el 4-0 del sábado confirmaron a Cristiano como un futbolista esencial camino de Múnich, donde mañana martes el Madrid se jugará el pase a la final. En total, suma 30 tantos en 28 encuentros de Liga y 14 más en 11 jornadas de Champions. Números de conquistador. De fanático del gol dispuesto a batir todos los récords que hagan falta con tal de convertirse en el mayor coleccionista de trofeos individuales de todos los tiempos.

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