Un fan de Xavi dirige al Betis

Joan Verdú analiza a sus excompañeros azulgrana de La Masia, cuyos valores comparte

Verdú, en la ciudad deportiva del Betis. PACO PUENTES

En una esquina del vestuario del Betis se habla en catalán. Allí donde se mueven Didac, Jordi Figueras y Joan Verdú. De Verdú se espera tanto que su irregularidad en este tramo inicial ha llamado mucho la atención. Ahora llega el Barcelona y Pepe Mel desea que se convierta en el líder de un Betis en puestos de descenso. “Nos está afectando jugar jueves y domingo y el acoplamiento de una plantilla muy renovada”, señala Verdú, siempre con una sonrisa en la cara, cada vez más asentado en un club y en una ciudad que le han acogido con mucho cariño. “Me habían hablado del Betis, en especial mi amig...

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En una esquina del vestuario del Betis se habla en catalán. Allí donde se mueven Didac, Jordi Figueras y Joan Verdú. De Verdú se espera tanto que su irregularidad en este tramo inicial ha llamado mucho la atención. Ahora llega el Barcelona y Pepe Mel desea que se convierta en el líder de un Betis en puestos de descenso. “Nos está afectando jugar jueves y domingo y el acoplamiento de una plantilla muy renovada”, señala Verdú, siempre con una sonrisa en la cara, cada vez más asentado en un club y en una ciudad que le han acogido con mucho cariño. “Me habían hablado del Betis, en especial mi amigo Sergio García, pero siempre te llevas alguna sorpresa. Es un club con una tremenda masa social. Luego, en el equipo, me ha sorprendido el nivel de los jóvenes Vadillo y Nono. Son buenísimos”, aclara. 

De cantera, precisamente, sabe un rato Verdú, al que contemplaron nueve años en La Masia antes de ganarse la vida en el Deportivo y en el Espanyol. Esa estancia en el caladero del Barça y los cuatro años en el rival de la capital catalana provocan la reflexión de Verdú ante la visita del Barcelona. “Pasan los años y sigue siendo muy especial para mí. Gracias a lo que me enseñaron he podido ganarme la vida como futbolista. Me enseñaron un estilo y a intentar ser mejor cada día. También me formaron como persona y me fomentaron el estudio”, recuerda el jugador del Betis. “Como dijo Giovani dos Santos, te exigen la perfección”. 

“Messi, de pequeño, hacía las diagonales de ahora, pero le costaba definir”, recuerda

Tantos años en el Barcelona le dieron para compartir vestuario con las actuales estrellas del conjunto culé. Es el caso de Messi. “Estaba con nosotros en el segundo equipo con tres o cuatro años menos. En el filial hacía esas diagonales en las que se iba de tres o cuatro rivales, pero le costaba definir. Ahora las mete todas”, aclara Verdú, quien no cree que el argentino esté fuera de forma. “Ya lo vimos ante el Milan. Ha podido afectarle algo la lesión muscular, pero siempre fue así. No está, pero aparece y resuelve”.

Fan también de Iniesta, Verdú se deshace en elogios con Víctor Valdés y no oculta la fascinación que le provoca Xavi: “Iniesta está entre los tres mejores jugadores del mundo con Leo y Cristiano. Víctor es un portero descomunal y un compañero con carácter, que se ganaba el respeto de todos y que maduraba mucho cada decisión que tomaba. Por eso, si ha decidido irse, no me extraña que nada ni nadie le haga cambiar de opinión. Y Xavi…”. Verdú tendrá la oportunidad de enfrentarse otra vez a uno de los jugadores que más admira: “De pequeño, en la cantera del Barcelona, mi referente era Laudrup. Después me ganó Zidane, hasta que apareció Xavi. Es el mejor futbolista español de todos los tiempos por títulos y por juego. Le ha dado al Barcelona y a la selección un estilo inigualable. Hace mejores a sus compañeros. Es un lujo”. 

Verdú, a sus 30 años, ya se ha enfrentado en muchas ocasiones al Barcelona. Cuenta, por lo tanto, con la suficiente experiencia como para atreverse a exponer la fórmula para derrotar al líder. “Los jugadores del Barça sufren sin balón, así que para que el Betis gane tenemos que lograr que corran detrás de nosotros”. “Martino ha tenido la virtud de no tocar nada”, indica Verdú, quien se despide con un “adéu” de su compañero Jordi antes de solazarse con el sol de noviembre de Sevilla. “Que hablemos varios idiomas en el vestuario es un signo de respeto y unión”, puntualiza Verdú, un hombre tranquilo, que solo sufre con las críticas de su padre, su analista más feroz.

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