Florentino Pérez contra El Kamikaze

El presidente del Tottenham, Daniel Levy, respondió con amenazas al ultimátum del Madrid para que traspasara a Bale

Daniel Levy, presidente del TottenhamADRIAN DENNIS (AFP)

El fichaje de Gareth Bale por el Real Madrid, cuya cuantía podría suponer un récord en la historia de los traspasos deportivos, está pendiente de un duelo psicológico sin precedentes en el mercado del fútbol. Del lado comprador se sitúa el ingeniero español Florentino Pérez, de 66 años, presidente de la multinacional ACS y presidente del Madrid; en la parte vendedora manda el economista inglés Daniel Levy, de 51 años, ejecutivo del grupo ENIC, bajo cuyo mandato preside al Tottenham, y conocido por sus colegas como El Kamikaze.

Levy cultiva una reputación de negociador implacabl...

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El fichaje de Gareth Bale por el Real Madrid, cuya cuantía podría suponer un récord en la historia de los traspasos deportivos, está pendiente de un duelo psicológico sin precedentes en el mercado del fútbol. Del lado comprador se sitúa el ingeniero español Florentino Pérez, de 66 años, presidente de la multinacional ACS y presidente del Madrid; en la parte vendedora manda el economista inglés Daniel Levy, de 51 años, ejecutivo del grupo ENIC, bajo cuyo mandato preside al Tottenham, y conocido por sus colegas como El Kamikaze.

Levy cultiva una reputación de negociador implacable que hace mucha gracia a su jefe, el propietario de ENIC, el septuagenario Joe Lewis. En el entorno del Tottenham aseguran que hace dos semanas Levy se inflamó cuando tuvo acceso a las pruebas que le confirmaron que Bale había firmado un contrato civil con el Madrid a mediados de julio. Un pacto por el cual el futbolista se comprometía a ir traspasado exclusivamente al club español, mientras que el Madrid le garantizaba una indemnización de 20 millones de euros si no le fichaba antes del 3 de septiembre.

El 3 de septiembre comienza mañana a las 12 de la noche, cuando cierra el mercado de fichajes. El tiempo se agota pero tanto Levy como Pérez permanecen inmutables, según ellos. Al menos hasta ayer, sin ceder ni un centímetro. Levy, dicen sus colaboradores, está crecido porque tiene en mano una oferta de Pérez que alcanza los 100 millones de euros, superior en 30 millones al valor de mercado de Bale, y porque en el peor de los casos se quedaría con el jugador, cuyo precio no será inferior en 2014. Pérez, según un dirigente madridista, no sufre "ningún tipo de estrés” porque sabe que Levy debe firmar —en el Madrid cifran el precio en 90 millones— a menos que quiera abocar a su club a la ruina. “El acuerdo se cerrará en cuestión de horas... o días...”, dice un directivo, “salvo sorpresa”.

El ejecutivo del Tottenham cree que el Madrid firmó un acuerdo civil con su futbolista

En el Madrid aseguran que el contrato civil del que habla Levy no existe. Un alto cargo del club explicó ayer que la FIFA prohíbe celebrar acuerdos con jugadores con contrato en vigor y que además sería completamente inútil desde el punto de vista jurídico, salvo que el club se arriesgue a sufrir durísimas sanciones. Los dirigentes sostienen que solo les une un compromiso moral con Bale. Pero Levy no lo ve así.

Dominado por el rencor hacia Pérez desde que le arrebatara a Luka Modric en el verano pasado, Levy piensa que ahora el Madrid es víctima de su propia agresividad. Opina que el tiempo corre a su favor: si el Madrid quiere a Bale deberá plegarse a las condiciones del Tottenham porque si abandona la operación se verá obligado a perder 20 millones de euros.

En el consejo de administración del Tottenham comentaban que cuando Levy supo del acuerdo entre Bale y el Madrid se frotó las manos. Lo primero que pensó fue en pedir 200 millones de euros por el jugador, pero los directivos del club londinense lo persuadieron de no hacer locuras porque, en cualquier caso, la oferta del Madrid es fabulosa. Después de meditarlo, Levy no hizo contraoferta y permaneció en silencio. A la espera.

Levy se ha propuesto retrasar la entrega de Bale hasta el final. El mercado cierra mañana

En el Tottenham dicen que el Madrid se impacientó y acabó por hacer un ultimátum el martes pasado: o Levy firmaba el contrato que le ofrecía Florentino Pérez por 100 millones o lo retiraría definitivamente. Según un colaborador muy próximo a Levy, su mensaje al interlocutor madridista tuvo un tono épico:

—Podéis hacer lo que os dé la gana. Cuanto antes desaparezcáis, mejor. Bale tiene contrato con el Tottenham y sois vosotros los que os queréis retirar pero no podéis porque habéis firmado un contrato con él y no podéis dejarlo tirado sin indemnizarlo. Yo aceptaré la oferta si a mí me interesa y cuando yo quiera. Mientras tanto, Bale seguirá aquí y yo seguiré gastándome vuestro dinero.

Levy hizo referencia a los más de 100 millones de euros que lleva gastados en fichajes este verano: Lamela, Soldado, Eriksen, Paulinho, Capoue, Chadli, Chiriches... Un récord para el club. Ayer, en el círculo del presidente inglés decían que desde hace días el Madrid no ha vuelto a llamar. En el Madrid dan por hecho que Levy, por su carácter, no destensará la cuerda hasta el final porque necesita sentir que exprime la situación. No faltan empleados en el Bernabéu que sospechan que el agente de Bale, Jonathan Barnett, está compinchado con Levy. Por escrito o no, en las oficinas del Madrid aseguran que se han comprometido en exceso con un jugador que, desde que percibe el respaldo de Pérez, no ha hecho ningún esfuerzo por presionar al Tottenham. Al contrario: su relación con Levy es tan espléndida que hasta le dio un permiso de dos días para que se fuera a Marbella a relajarse con el compromiso de regresar a Londres. Cuando Florentino Pérez supo que el jugador estaba tomando el sol en la costa se llevó un disgusto.

Levy ha ordenado al jugador que descanse hasta el 3 de septiembre. A su séquito le ha declarado que cuanto más tarde se incorpore al Madrid —y cuanto peor entrenado esté— mejor.

Algún directivo del Tottenham, alarmado ante lo que considera una conducta imprudente del líder del consejo, se ha quejado a Joe Lewis. Pero el viejo millonario le ha respondido con una risita desde su casa en las Bahamas. Ese Daniel, dice, es digno de toda su confianza. Se está forjando un nombre en el mundo de los negocios y es capaz de cualquier cosa.

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