Las reinas desfilan al ralentí

Serena, rival de Medina en cuartos, se deshace de Kirilenko (6-3 y 6-1) pese a sus problemas en la espalda Sharapova cierra su duelo ante Lisicki (6-2 y 7-5) con un garabato para promocionar sus dulces

Sharapova celebra su victoria ante Lisicki.JUAN MEDINA (REUTERS)

Dos estilos. Un denominador común: el número uno. La cima del tenis. La una, pizpireta, corta el silencio con un tono meloso, pestañea de forma pícara y se embolsilla a sus interlocutores con un discurso cargado de pausas. Cautiva, sonríe. Luce una melena leonina y los ojos perfilados. No así la otra. Aséptica, con voz gélida y prisas por abandonar la sala de prensa. Coleta y minimalismo decorativo. Rictus serio, escucha, interpreta y dispara rápido. A ambas se les ha podido ver a lo largo de esta semana por las calles de Madrid. A la una, con un diminuto perrito yorkshire, dando unas...

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Dos estilos. Un denominador común: el número uno. La cima del tenis. La una, pizpireta, corta el silencio con un tono meloso, pestañea de forma pícara y se embolsilla a sus interlocutores con un discurso cargado de pausas. Cautiva, sonríe. Luce una melena leonina y los ojos perfilados. No así la otra. Aséptica, con voz gélida y prisas por abandonar la sala de prensa. Coleta y minimalismo decorativo. Rictus serio, escucha, interpreta y dispara rápido. A ambas se les ha podido ver a lo largo de esta semana por las calles de Madrid. A la una, con un diminuto perrito yorkshire, dando unas pedaladas relajantes por el parque del Manzanares. A la otra en actitud acaramelada, por las calles de la capital, junto a la sensación del circuito masculino, el búlgaro Dimitrov. Tan distintas, tan iguales. Tan inalcanzables para la mayoría de sus adversarias. Ambas se baten en la Caja Mágica por la corona mundial del tenis femenino. Ninguna cede.

Madruga Sharapova, la primera en desfilar por la pista central. Al otro lado de la red, la alemana Lisicki. Se adjudica la rusa la primera manga sin encontrar resistencia. Con 4-5 en contra en la segunda, exhibe su derecha y apaga el fuego. Aprieta cuando el guion lo exige. Resultado final: 6-2 y 7-5. Cuando se dispone a abandonar la arena, se aproxima a una cámara y garabatea el nombre de una gran superficie española que distribuye sus golosinas y la marca. Su marca. “Sí, es donde se distribuyen mis caramelos en España. Sí”, reconoce sin tapujos ante los micrófonos, sin temor alguno a que su anuncio pueda obtener algún tipo de reprimenda.

Solo quiero divertirme, disfrutar de cada momento en el tenis como si fuese el último” S. Williams

Recoge el testigo Serena, reina actual de la WTA. Luce la estadounidense un llamativo parche en la espalda. El motivo, los dolores que le azotan en las últimas semanas y que ya le hicieron renunciar al torneo de Dubái. Imprime un ritmo llamativamente lento la Williams, campeona del torneo madrileño en 2012. Es la consecuencia de las molestias. Pese al dolor, se lleva por delante a la rusa Maria Kirilenko también al ralentí. 6-3 y 6-1. “Estaba fallando el saque, así que decidí pausarme un poco y no darle tan fuerte como lo hago habitualmente. Cuando te tomas las cosas con calma, no le pegas a la bola tan fuerte y gastas menos energía”, argumenta después en posición zen, erguida sobre la banqueta; “solo quiero divertirme, disfrutar de cada momento en el tenis como si fuese el último”. Le espera en cuartos Anabel Medina, la tenista en activo con más títulos sobre arcilla. “Es española, es buena, será duro”, augura Serena, enfundada en unas mallas y una camiseta de tirantes que emite un eslogan: “Solo hazlo”.

Lo hace. Gana, gobierna desde que este año recuperase el trono, convirtiéndose en la jugadora más veterana (con 31 años) en ostentarlo. Cuenta ahora con 875 puntos de ventaja en el ranking sobre Sharapova, que pretende asaltar el número uno con una victoria en Madrid. El balance entre ambas es claramente (12-2) favorable a la norteamericana, que no cae ante la rusa desde que lo hiciese en 2004. Es el pulso de las reinas. Ganadoras. Tan iguales, tan distintas.

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