El central que quería jugar en la NBA

El estadounidense Oguchi Onyewu es un cosmopolita del fútbol que ahora intenta adaptar su juego de contacto físico al toque del Málaga: “Si me buscan, ¡buena suerte!”

Oguchi Onyewu.GARCÍA SANTOS

La voz de Oguchialu Chijioke Onyewu suena como un gruñido suave. Como sucede con muchos centrales con fama de quebrantahuesos, este futbolista conocido como Oguchi es tan gentil que parece hasta cariñoso. El camino que le trajo a la Liga, sin embargo, es, por lo menos inusual. Nacido en Estados Unidos hace 30 años llegó al Málaga este verano después de hacer escala en la Universidad de Compton (Los Ángeles), el Metz, el Standard de Lieja, el Newcastle, el Milan, el Twente y el Sporting de Lisboa. No hay un futbolista en la Liga con un recorrido más cosmopolita.

“Yo quería ser jugador pr...

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La voz de Oguchialu Chijioke Onyewu suena como un gruñido suave. Como sucede con muchos centrales con fama de quebrantahuesos, este futbolista conocido como Oguchi es tan gentil que parece hasta cariñoso. El camino que le trajo a la Liga, sin embargo, es, por lo menos inusual. Nacido en Estados Unidos hace 30 años llegó al Málaga este verano después de hacer escala en la Universidad de Compton (Los Ángeles), el Metz, el Standard de Lieja, el Newcastle, el Milan, el Twente y el Sporting de Lisboa. No hay un futbolista en la Liga con un recorrido más cosmopolita.

“Yo quería ser jugador profesional de baloncesto”, dice Oguchi, evocando su época de colegial en Washington, la ciudad de su nacimiento. “Eran los primeros noventa y el baloncesto era el deporte más popular en América: tenías a Michael Jordan, a Scottie Pippen, a Shaquille O’Neal… Jugaba de pívot. Incluso de escolta. Yo mido más de 1,95 pero para ser pívot profesional en Estados Unidos no era suficiente. De pronto me vi evolucionando más rápido en fútbol. Llegó un punto en el que tuve que concentrarme en un solo deporte y escogí el menos popular de todos en Estados Unidos. Y creo que elegí bien. El fútbol está más orientado al trabajo en equipo. Por eso sientes más emoción en un partido de fútbol que en uno de baloncesto. No hay muchos deportes que puedan unir al mundo. Es como una religión”.

Lo primero que me dijo Pellegrini fue que aprendiera a controlar mis movimientos"

“Definitivamente, en la Liga española hay mucho menos contacto físico”, observa. "Cuando llegué, lo primero que me dijo Pellegrini es: ‘Sé que eres un jugador imponentemente grande pero aquí no les gusta el contacto y te van a pitar muchas faltas. Debes aprender a controlar tus movimientos”.

La trayectoria de Oguchi se caracterizó por su tremendo poderío aéreo, herencia de su paso por el baloncesto. El modelo del Málaga parece poco adecuado a estas habilidades. Un solo partido en Liga, todos los encuentros de la Copa y alguno de la Champions son su escasa aportación a la presente campaña. Cuando le sugieren que la falta de costumbre para salir jugando con el balón al pie le puede lastrar en su integración, lo descarta por completo. “En mi carrera he aprendido a adaptarme a todos los estilos”, dice. “Yo soy grande. Nací así y no me puedo esconder de esa realidad. Para cada jugador es importante explotar sus fuerzas y mi fuerza es mi capacidad atlética, entre otras cosas. No busco el contacto físico pero tampoco lo evito. Si alguien me busca le diré: ‘Ven, si ganas, ganas. ¡Buena suerte!’. Sin embargo, el choque no es la cultura del fútbol español. Aquí los delanteros en lugar de evitarme me van a provocar para que el árbitro pite. Es parte del juego. Pero creo que tengo potencial para triunfar en este campeonato”.

Su carrera se disparó el día que Estados Unidos se enfrentó a España en la final de la Copa Confederaciones, en 2009. Oguchi ocupó el eje de la defensa y su equipo se impuso 2-0, rompiendo el récord de imbatibilidad de España, que desde entonces no ha vuelto a perder un trofeo. A los ojeadores del Milan les impresionó la actuación del central y recomendaron su fichaje. Pero su paso por el club lombardo se frustró por culpa de una lesión de rodilla. Tardó un año en recuperarse. Se refugió en sus estudios de Comercio Internacional y Lengua, en la religión (es un católico fervoroso), y en su optimismo militante. “Soy una persona tranquila que se encuentra a gusto con la realidad que le toca vivir”, dice. “Sé aprovecharme de cada oportunidad. Siempre veo el vaso medio lleno. Voy con la corriente. Nunca sabes a dónde te llevará la vida pero sabes que te llevará a algún buen lugar. Sea donde sea que te encuentres, alégrate de estar allí y saca lo máximo de la situación. Esa es mi filosofía. Y puedo garantizar que cuando acabe mi tiempo en Málaga el balance de mis partidos buenos será más alto que el de los malos”.

Quería ser pívot, pero elegí el fútbol, el deporte menos popular en Estados Unidos"

Oguchi inspira un aire pacífico que contrasta con el incidente que desveló Ibrahimovic en su autobiografía, Yo soy Zlatan, cuando recuerda el día en que ambos se pelearon durante un entrenamiento del Milan: “No fue una pelea cualquiera: fue a vida o muerte. Me rompió una costilla y si no nos hubieran separado habríamos acabado mal”.

El central del Málaga se encoge de hombros y sonríe: “No nos pusimos de acuerdo y la cosa se puso física. Suele suceder. Lo que pasa es que en esa ocasión chocamos dos tíos grandes como dos edificios. Yo no soy la clase de persona que pelea. No tengo ese carácter. Soy demasiado relajado para ser un luchador. ¡Zlatan sí es un luchador! Él tiene un carácter fuerte y yo, cuando me provocan, también. ¡Todos tenemos un límite!”.

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