Dos chispas apagan San Mamés

El Zaragoza supera con templanza a un Athletic sin repertorio (0-2)

Minero, en el centro, cae ante Gómez. LUIS TEJIDO (EFE)

Supo encontrar el Zaragoza el interruptor sin necesidad de preguntar antes al propietario de las instalaciones. Tampoco jugó demasiado con el aparato, arriba y abajo… suficiente. El Athletic pasó ese espacio de tiempo pensando si hubiera sido mejor tirar de la primera cerilla a mano, pero para cuando se decidió a hacerlo el local ya había sido utilizado. Con un juego sencillo pero atrevido, los maños superaron a un rival sin repertorio, incapaz de defenderse con las bombillas apagadas.

El Athletic se movió siempre en el mismo renglón, sin sacar la letra de lo trazado. En su cuaderno tie...

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Supo encontrar el Zaragoza el interruptor sin necesidad de preguntar antes al propietario de las instalaciones. Tampoco jugó demasiado con el aparato, arriba y abajo… suficiente. El Athletic pasó ese espacio de tiempo pensando si hubiera sido mejor tirar de la primera cerilla a mano, pero para cuando se decidió a hacerlo el local ya había sido utilizado. Con un juego sencillo pero atrevido, los maños superaron a un rival sin repertorio, incapaz de defenderse con las bombillas apagadas.

El Athletic se movió siempre en el mismo renglón, sin sacar la letra de lo trazado. En su cuaderno tiene anotadas las líneas por las que moverse y de ahí que rara vez escriba una frase que no haya redactado antes. La letra, redonda y sin arabescos, se lee con claridad. Al Zaragoza le bastó con mantener alejado a Aduriz del predicado y mantener la mirada puesta en el desarrollo.

Athletic, 0 - Zaragoza, 2

Athletic: Iraizoz; Iraola, Ekiza, Laporte, Aurtenetxe (Igor Martínez, m. 45); De Marcos, San José, Herrera; Muniain (Llorente, m. 70), Ibai y Aduriz. No utilizados: Raúl, Toquero, Gurpegi, Castillo y Ramalho.

Zaragoza: Roberto; Sapunaru, Álvaro, Loovens, Abraham; Zuculini (Stefan, m. 75), Apoño, Movilla, Montañés (Jose Mari, m. 87); Víctor Rodríguez (Edu Oriol, m. 71) y Hélder Postiga. No utilizados: Leo Franco, Paredes, Romaric y Javi Álamo.

Goles: 0-1. M. 32. Apoño, de penalti. 0-2. M. 42. Hélder Postiga aprovecha un remate lejano para controlar el balón y superar a Iraizoz.

Árbitro: Mateu Lahoz. Amonestó a Sapunaru, Montañés, Stefan y Herrera.

San Mamés, unos 39.000 espectadores.

Solo Herrera parece tener licencia para hacer algún que otro borrón. Solo se le permite semejante ejercicio porque San José aguarda unos metros por detrás. La fórmula solo funciona si el bolígrafo lo utiliza el primero, porque para el central no hay tanta tinta que repartir. Lento en la salida de balón, Víctor Rodríguez supo cogerle el gesto. En el Zaragoza, sin embargo, no había una partitura inmaculada que reproducir. Salía deprisa, con la mirada siempre puesta Postiga, consciente de que al portugués se le da bien escribir sobre la marcha.

Entre medias, un diálogo sin demasiada tensión, sin una voz más alta que otra hasta que se escuchó el rugir de Víctor dentro del área pequeña. Aurtenetxe, desacertado todo el partido, golpeó al medio maño cuando pretendía despejar el balón. Cosas que suceden cuando se está dentro del área. El lanzamiento de Apoño engañó a Iraizoz y puso por delante al conjunto de Jiménez. Ni siquiera el cambio de puntuación cambió el libreto del Athletic. Continuó manejando el balón con cuidado, pero lejos de donde los pases encuentran más peajes por el camino. Solo una combinación de Muniain y De Marcos que terminó con un despeje forzado de Roberto sirvió para cambiar de línea en el discurso.

Siguió el Zaragoza atado a los pies de Apoño y a la orientación de Movilla y consiguió volver a trabar el encuentro. Una jugada de Zuculini por la banda derecha desembocó en un remate lánguido desde fuera del área que Postiga, sin embargo, consiguió superar de nuevo a Iraizoz. Dos versos, un mensaje contundente y una hoguera dispuesta de la que ya no supo qué escribir el Athletic.

Lo intentó Bielsa con el cambio de Igor Martínez por Aurtenetxe, pero no encontró la amplitud deseada. Al canterano se le fue el ánimo a base de centros sin destino. Ni siquiera retrasando a Muniain llegó el equilibrio al centro del campo. No es problema de los metros que tenga por delante, el lapsus está en otra parte. A falta de una partitura diferente a interpretar, Bielsa tiró de Llorente mientras el Zaragoza se movía sin complejos. Sin perder la medida de lo que rodeaba se movía con tranquilidad. Más arrinconado solo por el empuje de las prisas, el Athetic no consiguió sacarle del sitio. Mas que nada porque nunca tuvo claro cual era el suyo.

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