Un paso adelante

Ausente Tito Vilanova, los jugadores del Barça asumen su responsabilidad con Jordi Roura

Valladolid -
Rouras, durante un entrenamiento del Barcelona. MIGUEL RUIZ / FCBARCELONA (EL PAÍS)

A Jordi Roura (Llagostera, 1967) el barcelonismo le conoce de sobra. El hombre que hoy se sentará en el banquillo del Nuevo Zorilla en Valladolid creció en La Masia, jugó cuatro temporadas en el filial y si no tuvo más presencia en el primer equipo fue porque se partió la rodilla con Van Basten en Milán, disputando la Supercopa en 1998, después de 10 partidos con el Barça. Se recuerda que jugaba como es, eléctrico y valiente, y que siempre fue buen compañero, en el vestuario siendo futbolista y en el cuerpo técnico, cuando le fichó Pep Guardiola. Noble, buen tipo, gasta mala leche y tiene pron...

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A Jordi Roura (Llagostera, 1967) el barcelonismo le conoce de sobra. El hombre que hoy se sentará en el banquillo del Nuevo Zorilla en Valladolid creció en La Masia, jugó cuatro temporadas en el filial y si no tuvo más presencia en el primer equipo fue porque se partió la rodilla con Van Basten en Milán, disputando la Supercopa en 1998, después de 10 partidos con el Barça. Se recuerda que jugaba como es, eléctrico y valiente, y que siempre fue buen compañero, en el vestuario siendo futbolista y en el cuerpo técnico, cuando le fichó Pep Guardiola. Noble, buen tipo, gasta mala leche y tiene pronto, pero por encima de todo, en el club, a donde llegó con 12 años —Carlos Naval, que entonces trabajada de administrativo y hoy es delegado del equipo, le abrió ficha federativa—, en la figura de Roura se valora su bondad y lealtad. También lo divertido que es explicando anécdotas de Naya, que fue su entrenador en el Murcia, temporada 1991-1992 cuando se buscó la vida lejos de casa.

Roura, que colgó las botas en el Figueres —Pichi Alonso, comentarista de Canal+, fue su último entrenador—- sale en las orlas que ilustran las paredes de la residencia Oriol Tort donde se formó. Hoy se sentará en el banquillo que debía ocupar su amigo Tito Vilanova y solo le preocupa estar a la altura del cargo; no quiere mas gloria. “Sabe perfectamente que el partido es de los jugadores” dicen sus amigos, “que no le corresponde protagonismo alguno”. “Sabe el papel que le toca jugar y siempre ha asumido su rol”, añaden. “Sabe lo que representa sentarse en el banquillo del Barça y obrara en consecuencia”.

“Me debes una”, le recordó Guardiola a Txiki Begiristain después de ganar la Copa de Europa en Roma. Y se cobró la deuda logrando que el secretario técnico accediera a subir a su amigo al primer equipo. “Necesitaba su visión y quería tenerle cerca a la hora de las celebraciones”, dicen. “Es puro Charly [Rexach]”, explican los que dan razón del interés de Guardiola por ficharle. Tan familiarizado está con Charly que se pasó un año con él en Japón, cuando se lo llevo de segundo al Yokohama Marinos. Como siempre, supo jugar su papel y ayudarle en lo que fue menester, durante los entrenamientos y en los fogones, si fue menester, cocinando huevos fritos.

El técnico sabrá estar. Lleva en el club toda la vida y conoce lo que representa el banquillo

En la Ciudad Deportiva Joan Gamper no se entiende la visita a Valladolid como la hora de Roura sino que se mira antes a los jugadores. Lo hizo Johan Cruyff, que instó al equipo a dar un paso adelante. “En mi época lo dieron Stoichkov y Bakero”, recordó el holandés en el programa El món a Rac-1 de Jordi Basté, cuando comparó la situación actual con la que le tocó supera al vestuario cuando él fue operado de corazón y dejó al grupo en manos de Rexach. No parece que los jugadores rehuyan ahora esa responsabilidad, al contrario. Ayer, por ejemplo, el técnico no compareció en rueda de prensa, pero sí lo hizo Busquets. La sensación es que los jugadores no le giran la cara al partido. “El del miércoles fue el mejor entreno del año”, aseguran en el cuerpo técnico “No, creo que los ha habido mejores”, disimula un jugador. Hasta en eso compite este equipo; contra sí mismo y contra su capacidad para superar situaciones tan duras como la que les ha tocado vivir esta semana.

La expedición viajó ayer a Valladolid sin Adriano ni Song, consciente de que ha tenido suerte porque el partido se juega a las seis de la tarde y no parece que vaya a hacer un frío excesivo: se esperan temperaturas inusualmente altas para lo que podría ser Valladolid a finales de diciembre. Las decisiones sobre el partido, empezando por la alineación, además, las marcó Tito Vilanova el martes por la mañana, y el compromiso grupal es evidente.

Se trata de dar un paso adelante, y los jugadores y el staff técnico no reparan en gastos. O eso advierten en el club. “Si hemos de poner 10 horas, pondremos 12”, le avisaron a Vilanova sus colaboradores para que estuviera tranquilo. Y así ha sido. Roura no estará solo esta tarde. Como ha venido ocurriendo desde que Tito se hizo cargo del equipo, durante el descanso, uno del equipo de análisis que da apoyo al cuerpo técnico y que siguen los partidos desde la parte alta de la tribuna, bajará a los vestuarios para ayudar. “Desde la grada, las cosas se ven más claras muchas veces”, dicen. A Tito le venía bien esa opinión y en su ausencia, Roura agradecerá ayuda para tomar decisiones durante el juego. Pero, más que nunca, cunde la sensación de que el de Valladolid es partido para los futbolistas. “Es una final, y otra cosa no, pero estos jugadores responden de manera excelente a la presión”.

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