Viñales no se pone nervioso

El español gana una carrera excitante que se decide por 20 milésimas ● Fenati es segundo y Cortese, que sigue líder de Moto3, tercero

En Mugello, advertía Maverick Viñales, que se reencuentra con la victoria, no es muy favorable entrar a la recta de meta en grupo. Pero, claro, como él mismo había previsto, ocurrió así: “Habrá guerra de rebufos, guerra de toques, habrá de todo”, indicaba un día antes, consciente de su poderío, de que no había hecho la pole position por casualidad. Y, por si alguien tenía dudas de la seguridad que tiene en sí mismo, pese a su insultante juventud, 17 años, señalaba con una sonrisa en la cara que su rival por el título, más experimentado (22 años, octava temporada en el Mundial) no le i...

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En Mugello, advertía Maverick Viñales, que se reencuentra con la victoria, no es muy favorable entrar a la recta de meta en grupo. Pero, claro, como él mismo había previsto, ocurrió así: “Habrá guerra de rebufos, guerra de toques, habrá de todo”, indicaba un día antes, consciente de su poderío, de que no había hecho la pole position por casualidad. Y, por si alguien tenía dudas de la seguridad que tiene en sí mismo, pese a su insultante juventud, 17 años, señalaba con una sonrisa en la cara que su rival por el título, más experimentado (22 años, octava temporada en el Mundial) no le inquieta: “A mí Cortese no me pone nervioso, él puede estar muy tranquilo, pero yo también lo estoy”. Era la respuesta a una carrera, la de una semana antes en Alemania, en la que le crecieron los enanos: una mala clasificación, un neumático defectuoso, una carrera en mojado y un radiador que no refrigeraba lo suficiente un motor sobrecalentado y, por ende, limitado.

La siguiente ocasión en la que tuvo oportunidad de hablar fue en la pista. Y quiso gritar que no cederá fácilmente, pues quiere el título de Moto3 en su segundo intento. Viñales sobrevivió a la guerra de toques en la última vuelta y salió vencedor de la guerra de rebufos en los últimos metros de una carrera excitante, porque, como viene demandando desde hace tiempo, su equipo ha conseguido subir un escalón y sacar mejor rendimiento a su motor, en inferioridad de condiciones a las KTM oficiales como la que lleva Cortese hasta este domingo.

“No tenía ningún plan”, concedía el chico al bajarse de la moto, feliz. Difícil aplicar una estrategia en una carrera que se corrió en grupo hasta que faltaban solo cinco vueltas para el final, en la que el líder del pelotón cambiaba a cada paso por meta (hasta 12 pilotos integraron el grupo, ocho a medida que se acercaba el ecuador de la prueba), en la que un talento inesperado, Romano Fenati, se coló entre él y su rival por el título, el piloto germano. Fueron ellos tres quienes, bajo el mando de Viñales, que tiraba de todos, imprimieron una marcha más en aquel sprint final, con un ritmo, de repente, un segundo más rápido que el resto. Dejaron atrás a Vázquez, Antonelli, Kent o Rins. Y empezaron a calcar sus tiempos. Algo que hicieron hasta esa última vuelta. Esa a la que Viñales no deseaba llegar con compañía. Pero lo hizo.

Buscó un hueco Fenati, irreverente, bárbaro, entre el español y Cortese, firmaba adelantamientos por el interior y por el exterior, obligaba a Viñales a probar la hierba, se tocó con uno y aquel con el de más allá, como si se tratara de un efecto dominó. Y, finalmente, escogió la parte derecha de la pista, mientras el español buscaba el triunfo por la izquierda, con el alemán pegado a su colín, esperando una ayuda, a rebufo, que no llegó. Solo 20 milésimas separaron al italiano de la victoria, que se llevó Viñales, y ya van cinco. Cortese completó el podio. Y mantiene el liderato del Mundial, del que se descuelga Luis Salom, que tuvo un problema con el freno de su moto por un toque con otro piloto y terminó llevándose por delante a Moncayo.

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