Mañana empieza todo, o no

Después de dos semanas de carrera, la gran montaña medirá por fin la fuerza de la maglia rosa de Purito Rodríguez

Cavendish, tras ganar su tercera etapa en el Giro.A. GAROFALO (REUTERS)

Como en el fútbol, en el ciclismo todo es cuestión de espacios vacíos. El gol, la victoria, dependen de la creación de huecos en movimiento para pasar la pelota, de su hallazgo para pasar con la bicicleta a 70 por hora, como hizo Cavendish en su sprint ganador de Cervere, un zigzag velocísimo, una alucinación, una motora entre otros corredores veloces, Hunter, Ferrari, Goss, que en comparación parecían barcos varados, meros puntos de apoyo para lanzarlo más lejos al de Man.

Nada más terminar la etapa, la tercera victoria del inglés, que serían seis si no se hubiera caído tanto,...

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Como en el fútbol, en el ciclismo todo es cuestión de espacios vacíos. El gol, la victoria, dependen de la creación de huecos en movimiento para pasar la pelota, de su hallazgo para pasar con la bicicleta a 70 por hora, como hizo Cavendish en su sprint ganador de Cervere, un zigzag velocísimo, una alucinación, una motora entre otros corredores veloces, Hunter, Ferrari, Goss, que en comparación parecían barcos varados, meros puntos de apoyo para lanzarlo más lejos al de Man.

Nada más terminar la etapa, la tercera victoria del inglés, que serían seis si no se hubiera caído tanto, se oyó en la interminable recta de la ciudad piamontesa, un suspiro a coro, un uff de alivio global emitido por todos aquellos que como Basso, o el hermano Schleck, o Purito, o Scarponi o el diminuto Pozzovivo o el extraño Kreuziger o el peligroso Urán, saludaban el fin, por fin, de las etapas en las que la lucha por el espacio era una cuestión de valor, estrés, codazos y riesgo, y la llegada, al fin, de las etapas de los grandes espacios, las de alta montaña, aquellas en las que no hay que pelear por el oxígeno, en las que los grandes paisajes emborrachan y marean, los espacios de la épica, no los de la mecánica. El Giro se encontrará mañana con los Alpes, y ya han pasado dos semanas desde que partió de la lejana Dinamarca. Por ello, por la suavidad de las 13 primeras etapas, solo fatigosas por el estrés, a Purito Rodríguez le ha bastado con un prólogo digno, una buena contrarreloj por equipos, un arreón de 200 metros en las piedras góticas de Asís y un par de bonificaciones para pasarse ya cuatro días de rosa; por ello, por un diseño pensado para satisfacer a todo tipo de corredores, también a los sprinters, ya casi concluidos dos tercios de Giro se da la insólita situación de que los 33 primeros de la general se encuentran comprimidos en una diferencia de tres minutos, de que ninguno de los favoritos al comienzo de la carrera haya perdido la esperanza de ganar, incluidos los tapados, de que el único movimiento sorprendente, la única acción inesperada, haya sido el ataque incontestado de Pozzovivo en Lago Laceno.

“A partir de ahora, si falla algo son las piernas, no una consecuencia del estrés, de los nervios”, dice Purito. “A partir de ahora”, dice Basso, “comienza el Giro”. La esperanza quiere que la primera llegada a 2.000 metros, la del gigante Cervinia, de frígidas temperaturas y amenaza de lluvia, sea la que empiece a aclarar el Giro, la que mida las verdaderas posibilidades de Purito, un escalador que ha salido favorecido del llano, las armas con las que pueden contar sus rivales. “Pero, bueno”, continúa el ciclista catalán, “más que a la montaña, más que a Basso, temo a su equipo, al ritmo que puedan poner en la subida”. Las subidas de mañana, larguísimas –un col, el primero, mide 22 kilómetros, con pendientes regulares y no muy altas, y el segundo, Cervinia, muy similar, mide 27 kilómetros—parecen, en efecto, hechas a posta para el Liquigas de Szmyd, Capecchi, Caruso y Agnoli, la guardia de Basso, capaz de mantener durante kilómetros y kilómetros un ritmo asfixiante. Todos los que las conocen hablan de subidas pedalables, no aptas para ataques explosivos y recuerdan que la primera vez que se subió, en 1960, Anquetil, que no era escalador, aguantó perfectamente los ritmos de Charly Gaul y Nencini. “Pero será lo único que tenga que hacer Purito”, dice Eusebio Unzue, el manager del Movistar de Intxausti, “calcar su carrera a la de Basso”. O sea, que quizás, el día de los grandes espacios terminará también en sprint, en volata de escaladores. O quizás no, como recuerda Ivan Gotti. “Yo ataqué a cuatro kilómetros de la llegada y creé una buena diferencia”, dice el mínimo escalador bergamasco, que en la salida del túnel de Cervinia edificó la victoria de etapa y la del Giro de 1997.

Clasificaciones:

Etapa: 1. Mark Cavendish, 3:02:07. 2. Alexander Kristoff. m.t. 3. Mark Renshaw, m.t. 4. Sacha Modolo, m.t. 5. Elia Favilli. m.t. 6. Matthew Goss, m.t.

General: 1.- Purito Rodríguez (Katusha). 2. Ryder Hesjedal (Can, / Garmin), a 17. 3. Sandy Casar (Fra / FDJ), a 26. 4. Paolo Tiralongo (Ita / Astana), a 32. 5. Ivan Santaromita (Ita / BMC Racing), a 49. 6. Roman Kreuziger (Che / Astana). a 52. 7. Beñat Intxausti (Movistar), a 52.

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