El Zaragoza sueña, el Athletic duerme

El equipo maño se agarra a la permanencia tras superar el 'plan B' de Bielsa

Sin duda la supervivencia es más ingeniosa que la abundancia. No es lo mismo luchar por evitar el descenso que pelear por, quizás, conseguir una plaza en la Liga de Campeones. No es igual tener una cita con la vida que una cita con la historia. Y el Zaragoza se jugaba ayer la vida mientras el Athletic dejaba el traje de domingo en el armario y se ponía uno desconocido por primera vez en la temporada. El hambre en el fútbol es una frontera. Y el Zaragoza hace varios partidos que, como Vivian Leigh en Lo que el viento se llevó, juró no volver a pasar hambre. La conjura funcionó ayer por...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Sin duda la supervivencia es más ingeniosa que la abundancia. No es lo mismo luchar por evitar el descenso que pelear por, quizás, conseguir una plaza en la Liga de Campeones. No es igual tener una cita con la vida que una cita con la historia. Y el Zaragoza se jugaba ayer la vida mientras el Athletic dejaba el traje de domingo en el armario y se ponía uno desconocido por primera vez en la temporada. El hambre en el fútbol es una frontera. Y el Zaragoza hace varios partidos que, como Vivian Leigh en Lo que el viento se llevó, juró no volver a pasar hambre. La conjura funcionó ayer por varias cosas. La primera porque Helder Postiga parecía el delantero que fue o el niño que llega con hambre al partido. Lo suyo fue un recital, un manual de como sacar de quicio y de sitio a su marcador, San José. El portugués no marcó, pero fue el bombero más experto del área contraria. Habría que escarbar mucho para encontrarle algún defecto. Quizás le ayudó que la defensa rojiblanca estaba improvisada. Bielsa respetó el centro del campo titular y modificó casi todo lo demás. Tres de cuatro en defensa y tres de tres en ataque. Falta de apetito, quizás pensando en el Madrid, el miércoles, en Bucarest, al otro miércoles, o lo que fuera

Zaragoza, 2; Athletic, 0

Zaragoza: Ricardo; Pablo Álvarez, Da Silva (Lanzaro, m. 72), Paredes, Abraham; Zuculini, Apoño (Luis García, m. 80); Edu Oriol (Pinter, m. 82), Micael, Lafita; y Helder Postiga. No utilizados: Leo Franco; Juan Carlos, Dujmovic y Jorge Ortí.

Athletic: Iraizoz; Iraola, Ekiza, San José, Íñigo Pérez (Muniain, m. 66); Herrera, Iturraspe, De Marcos; Ibai Gómez, Toquero (Llorente, m. 60) y Gabilondo (Susaeta, m. 45). No utilizados: Raúl; Amorebieta, Javi Martínez y David López.

Goles: 1-0. M. 28. Edu Oriol, en jugada personal. 2-0. Libre directo de Apoño que se traga Iraizoz.

Árbitro: Iglesias Villanueva. Amonestó a Herrera, Micael e Iturraspe.

Unos 32.000 espectadores en La Romareda.

En ese maremágnum se encontró un gol el Athletic en una ingenuidad defensiva, cuando Lafita se llevó a un central para dejarle el pasillo a Edu Oriol que tuvo tiempo de hablar consigo mismo, de llamar a casa, antes de disparar contra el poste que supuestamente guardaba Iraizoz. La respuesta del Athletic fue casi inmediata, cuando Pablo Álvarez puso la cabeza para salvar sobre la línea de gol un disparo a bocajarro de De Marcos en la única aparición rojiblanca en el escenario de La Romareda. Fue el momento rojiblanco, salvo dos disparos que demostraron la envergadura y los reflejos de Ricardo, un guardameta que ha firmado una temporada inconmensurable. Iraizoz no puede decir lo mismo. Un libre directo de Apoyo, recto, raso, que rozó ligeramente en un defensa, pero sin desviar en exceso el balón, se lo tragó como un niño un pastel. Y ahí murió el Athletic y creció el Zaragoza, a los gritos de “Sí, se puede”, bien sujeto por Zuculini y Apoño, y bien gestionado por Postiga, un titán, y Edu Oriol.

El Athletic se despedía de la Champions, mientras el Zaragoza saludaba la permanencia, aún complicada, con un ejercicio más aseado que bello, más eficaz que artístico, más sensato que corajudo.

Archivado En