El ladrón inesperado

El Barça, sin la fluidez habitual con la pelota, abre el partido y la eliminatoria con un doble robo de balón de Messi ● Ibrahimovic enseña su dañino arsenal de controles y pases

Iniesta, en el momento del tercer gol.JOSEP LAGO (AFP)

Tal y como se preveía, el Milan le cedió el balón y el campo al Barça. Allegri diseñó una especie de pirámide en defensa con un claro 4-3-2-1. El objetivo era espesar la circulación de juego del Barça y lo logró durante muchas fases del encuentro. En el inicio se vio a Valdés sacar de puerta en largo más de lo habitual, todo un síntoma de que las trampas tácticas del Milan daban resultado. Ante ese dibujo que se les atragantó, los futbolistas de Guardiola no pudieron superar al contrario con su habitual ejercicio de juego colectivo desde la pelota. Se impusieron con espasmos individuales y has...

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Tal y como se preveía, el Milan le cedió el balón y el campo al Barça. Allegri diseñó una especie de pirámide en defensa con un claro 4-3-2-1. El objetivo era espesar la circulación de juego del Barça y lo logró durante muchas fases del encuentro. En el inicio se vio a Valdés sacar de puerta en largo más de lo habitual, todo un síntoma de que las trampas tácticas del Milan daban resultado. Ante ese dibujo que se les atragantó, los futbolistas de Guardiola no pudieron superar al contrario con su habitual ejercicio de juego colectivo desde la pelota. Se impusieron con espasmos individuales y hasta sorprendentes como sucedió en la jugada que generó el penalti del primer gol. La victoria azulgrana empezó a gestarse en una jugada defensiva con un protagonista inesperado.

→ Messi. El Barça no encontraba circuitos fluidos y empezó a abrir el partido con un doble robo de balón de Messi. El primero se lo birló a Mexes pegado a la banda izquierda y le sirvió para conducir una contra que, abortada por el Milan, volvió a propiciar el segundo robo de La Pulga, que generó el inocente penalti de Antonini. Este lanzamiento, como el segundo, lo ejecutó con frialdad, uno a cada lado y ambos rasos. Comenzó de derecha a izquierda para dejarle la posición de falso nueve a Cesc. Intimidó con una primera conducción vertiginosa. Messi iguala a Altafini con 14 tantos como máximo goleador en una edición de la Copa de Europa y tiene dos partidos más, como mínimo, para superarlo. Volvió al eje del ataque con el 2-1 del marcador. 51 goles en Champions.

Fue extraño ver a Xavi, que tuvo muchos balones de cara, no encontrar soluciones

→ Ibrahimovic. Era su regreso al Camp Nou después de su tormentosa salida del Barcelona y las críticas a Guardiola. Sus intermitencias fueron consecuencia de la propuesta de Allegri. Tenía que maximizar los pocos balones francos que le llegaran y en algunos enseñó su dañino arsenal de controles y pases. Magistral fue la asistencia que le filtró a Nocerino en el tanto del empate.

→ Xavi. Su gris partido retrató los problemas que el Barça tuvo con la pelota. Fue extraño verle tener tantos balones de cara y encontrar tan pocas soluciones. Esta vez no le dio ritmo al fútbol de los suyos. Fue sustituido a la hora. Algo parecido le sucedió a Iniesta, que condujo más que se asoció, aunque maquilló su actuación con el tercer gol.

→ Seedorf. Desde el inicio trató de organizar el juego ofensivo de su equipo caído en la banda izquierda. El Camp Nou le ovacionó con señorío cuando fue sustituido porque en cada balón que tocó enseñó que aún es futbolista. Demostró que conoce bien los entresijos del juego en la zona de creación.

Más allá de la decisión del árbitro, el agarrón de Nesta a Busquets fue de juvenil

→ Cesc. Empezó de falso nueve. En esa posición tuvo más movimientos sin balón y acompañamientos de los ataques que protagonismo en el toque. Con el 2-1 se retrasó a la medular y tuvo los mismos problemas que Xavi: aclaró poco el juego ofensivo de su equipo.

→ Robinho. Ha perdido la alegría que le llevó a ser considerado una promesa mundial. Se ha vulgarizado sometido al tacticismo imperante del calcio. No se atrevió en el uno contra uno y, sin desborde, no es nadie. Se ha quedado en un extraño extremo llegador y funcionarial.

→ Cuenca. La gran novedad en el once de Guardiola. Encarador ante Abate cuando jugó a por la izquierda y académico en el respeto del juego posicional cuando no veía posible el uno contra uno. Mal en los centros. Cambió a la derecha con el 2-1.

→ Nesta. Incomprensible su agarrón a Busquets en el penalti que hundió a su equipo. Más allá de la decisión del árbitro, se cebó en un lance de juvenil.

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