Liga de Campeones

Precauciones inútiles

Las medidas del Madrid para reforzar su defensa y cuidar el 0-1 quedaron en evidencia ante el CSKA

El entrenador del Real Madrid, José Mourinho, durante el partido contra el CSKA.KIRILL KUDRYAVSTEV (AFP)

No se sabe si por olvido, o por pragmatismo, José Mourinho le llamó “el tres”. El técnico madridista dijo que temió que “el tres” lesionase a alguno de sus jugadores por la violencia con la que los golpeó en el campo. Se llama Pontus Anders Mikael Wernbloom. El martes, en el transcurso del minuto 93 del partido de ida de los octavos de final de la Champions, este medio centro sueco sin apenas fama se convirtió en el hombre más famoso de la noche de Moscú. El CSKA lo fichó al AZ holandés por tres millones de euros hace un mes. Era su primer partido oficial con el club moscovita. Su gol...

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No se sabe si por olvido, o por pragmatismo, José Mourinho le llamó “el tres”. El técnico madridista dijo que temió que “el tres” lesionase a alguno de sus jugadores por la violencia con la que los golpeó en el campo. Se llama Pontus Anders Mikael Wernbloom. El martes, en el transcurso del minuto 93 del partido de ida de los octavos de final de la Champions, este medio centro sueco sin apenas fama se convirtió en el hombre más famoso de la noche de Moscú. El CSKA lo fichó al AZ holandés por tres millones de euros hace un mes. Era su primer partido oficial con el club moscovita. Su gol al Madrid devolvió a su equipo a la vida en una eliminatoria que se le escapaba, en un partido que el Madrid manejó mejor cuando no pensó tanto en defenderse. Cuando Mourinho alineó a Albiol, Ramos, Pepe y Khedira pensando en ganar poderío aéreo, el CSKA se impuso por arriba.

Wernbloom no es precisamente un goleador. En el AZ metió una media de dos tantos por temporada. Su último gol, sin embargo, pone en duda la funcionalidad de la naturaleza mutante del Madrid actual.

No es fácil encontrar equipos que sepan interpretar dos papeles con tanta eficacia. Suele decir Arrigo Sacchi que la mayor virtud de Mourinho en el Inter consistió en hacer que jugara con más de un estilo, sin aferrarse a una identidad, ni a un esquema. En el Madrid, el técnico portugués ha conseguido algo parecido. A lo largo de la temporada, su equipo ha alternado partidos en los que ha desplegado una enorme capacidad creativa en ataque a partir del control del balón, con partidos en los que ha resuelto pertrecharse en su campo, presionar atrás y contragolpear.

Con Albiol, Pepe, Ramos y Khedira, el equipo sucumbió en el juego aéreo

La segunda táctica ha sido la más frecuentada por Mourinho en los momentos que ha considerado decisivos. La aplicó explicándoles a sus jugadores que lo hacía para defender con más contundencia. Cuando pretendió redoblar las precauciones reemplazó a los hombres habituales por otros a los que cree más aguerridos. Como ante el CSKA, cuando cambió de salida a Marcelo, Granero y Kaká por Coentrão, Khedira y Callejón.

En Mestalla, en Sevilla, en el Bernabéu contra el Barça, tanto en Liga como en Copa, y en Moscú, el técnico desplegó su ideario defensivo. Paradójicamente, esto no le impidió recibir los mismos remates en contra. Incluso más que cuando apostó por tener el balón. El Madrid recibe en Liga una media de diez tiros por jornada. En Mestalla recibió 16, contra el Barça cuando alineó a Pepe en el centro del campo sufrió diez remates, y ayer el CSKA le disparó en un total de nueve jugadas.

Benzemá estará al menos dos semanas de baja por lesión en Moscú

Mourinho lo avisó el lunes: “Un buen resultado es un empate con goles, o incluso un empate sin goles”. Cuando Cristiano abrió el marcador, antes del primer cuarto de hora, el Madrid cambió de disposición. Pasó de presionar arriba en busca de la segunda jugada, a hacerlo unos metros más atrás, sintetizando los ataques con balones largos a los puntas. En la segunda parte, el técnico redobló esfuerzos para vallar su área colocando a Albiol, un defensa, en el centro del campo junto a Xabi y Khedira. “Quisimos cerrar el partido”, dijo Mourinho. Las estadísticas revelan que, para asegurar el 0-1, más le habría valido dejar las cosas como estaban. El CSKA, que no había tirado ni una vez entre los tres palos en la primera parte, disparó cinco veces en la segunda, una de ellas a la red, por obra de Wernbloom.

No se puede culpar a Mourinho de falta de previsión en la acción a balón parado que apuntilló el misterioso centrocampista sueco. El técnico carecía de información sencillamente porque Wernbloom nunca antes había jugado con el CSKA.

Mourinho fue responsable de la alineación, la táctica, y la política de comunicación que dirigió tanto a los medios como a sus propios jugadores.

El martes, el entrenador volvió a incluir en su discurso denuncias veladas a los árbitros de la UEFA. Por esta vía el órgano de gobierno del fútbol europeo le abrió un expediente hace un año. Cristiano, contrariado porque no se le pitó una clara falta a favor justo antes del gol local, abandonó el Luzhniki lanzando insultos a los árbitros cuando pasaba delante de las cámaras, camino del vestuario. “¡Siempre igual!”, gritaba. Para Wernbloom, en cambio, fue su primera noche de pura gloria. Lo contrario que para Benzema, que se retiró lesionado y tras las pruebas médicas realizadas ayer en Madrid estará al menos dos semanas de baja.

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