El Valencia golea sin quererlo

Ante un rival perfecto para restañar heridas, el Valencia abatió a un Sporting sin recursos. Le bastó que su jugador más inquieto, Feghouli, removiera el árbol un par de veces. La primera, un zurdazo espectacular. La segunda, un regalo de Botía, que embocó en su propio arco un disparo pifiado del interior francés. Era el día para darse un festín, pero el Valencia solo lo advirtió al final, cuando entró Jonas y remató dos veces, las dos a gol. Puesto que ni Soldado no Aduriz tenían su día, Jonas respondió por los dos. Maquillando así un partido más bien pobre de su equipo, convaleciente aún de ...

Ante un rival perfecto para restañar heridas, el Valencia abatió a un Sporting sin recursos. Le bastó que su jugador más inquieto, Feghouli, removiera el árbol un par de veces. La primera, un zurdazo espectacular. La segunda, un regalo de Botía, que embocó en su propio arco un disparo pifiado del interior francés. Era el día para darse un festín, pero el Valencia solo lo advirtió al final, cuando entró Jonas y remató dos veces, las dos a gol. Puesto que ni Soldado no Aduriz tenían su día, Jonas respondió por los dos. Maquillando así un partido más bien pobre de su equipo, convaleciente aún de la eliminación en la Copa, en búsqueda de un estilo más consistente. El Sporting tenía escrita la derrota en la frente.

Anestesiado el Valencia y amuermado Mestalla, hasta los primeros silbidos aislados, a la media hora, fueron aburridos. El Sporting, tan temeroso, se animó en algún tirito de De Las Cuevas que propició la palomita de Guaita. El regreso del meta valenciano alimentó el debate. ¿Por qué Emery despoja a Diego Alves de la titularidad después de sus variadas paradas de las últimas jornadas? Seguramente porque sabe que Guaita, sin la espectacularidad de aquel, ofrece otro tipo de garantías, sobre todo en el control del juego aéreo. Guaita es sobrio en todo.

En ese baile de mediocentros de los últimos años, esta vez le tocó a Tino Costa después del naufragio de Ever Banega ante el Barça. El problema de Tino Costa es que interviene muy poco para el puesto. El balón se pasa mucho más tiempo en los pies de los centrales (Rami y Dealbert) y el resultado es un juego previsible y destartalado. Así fue hasta que Tino Costa, por fin, se atrevió con un pase profundo a la carrera de Mathieu, rompiendo la débil línea defensiva sportinguista. El centro desde la línea de fondo del lateral francés acudió a empalmarlo, tras dar un bote, Feghouli de un zurdazo enroscado. El golpeo, lleno de potencia y precisión, sobrevoló la cabeza de Juan Pablo. Para celebrarlo, Feghouli corrió hasta el córner, se agachó y besó el césped en señal de agradecimiento. Es el cuarto tanto en la Liga de Feghouli, un ejemplo de perseverancia y humildad.

La potencia del tiro de Tino Costa es un género en sí mismo. Tratándose de él, el público espera lo mejor. Como cuando llegó un globo hacia la frontal del área y Mestalla vio a Tino atacando el balón. No defraudó su volea ni tampoco la mano salvadora de Juan Pablo.

El Valencia se fue metiendo atrás mientras Iñaki Tejada recurrió a Colunga para lanzar ese galgo por la izquierda. Le ganó la espalda a Miguel en los dos primeros intentos. Inexplicablemente, Tejada centró la posición de Colunga y este desapareció. Botía intervino para despejar las dudas de Mestalla, marcándole a Juan Pablo, sin venir a cuento. Y Jonas, ya en el campo, acribilló al Sporting en un par de latigazos: primero cabeceó a gol un centro de Rami y después colocó en las redes un pase de Soldado. Un Sporting así va muy bien para lamer las heridas.