Batacazo de Ferrer

El español, que ganaba 6-3, 4-3 y 40-15, cae ante Berdych y no evita a Federer en semifinales

La perfección no es eterna. David Ferrer domina 6-3, 4-3 y 40-15 al checo Tomas Berdych en el último encuentro del Grupo A de la Copa de Maestros. Sabe ya que no pude despistarse porque ha tenido y perdido otro break de ventaja en esa manga. El futuro parece suyo, tan completa es su partitura, tan estable la batuta con la que la interpreta. El checo disiente: le rompe ese saque y le acaba propinando un 7-0 (de 6-3 y 5-5 a 6-3, 5-7 y 0-5) que el alicantino vive descompuesto, sin saque ni nervios, una foto borrosa del tenista espléndido que había mandado hasta quedarse a un centímetro de ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

La perfección no es eterna. David Ferrer domina 6-3, 4-3 y 40-15 al checo Tomas Berdych en el último encuentro del Grupo A de la Copa de Maestros. Sabe ya que no pude despistarse porque ha tenido y perdido otro break de ventaja en esa manga. El futuro parece suyo, tan completa es su partitura, tan estable la batuta con la que la interpreta. El checo disiente: le rompe ese saque y le acaba propinando un 7-0 (de 6-3 y 5-5 a 6-3, 5-7 y 0-5) que el alicantino vive descompuesto, sin saque ni nervios, una foto borrosa del tenista espléndido que había mandado hasta quedarse a un centímetro de hacer suyo el partido. Derrotado (6-3, 5-7 y 1-6), el número cinco se enfrentará el sábado (15.00, Canal+ y Tdp) al suizo Roger Federer, al que jamás ha ganado, mientras que el checo (21.00, Canal+ y Tdp) lo hará con el francés Jo-Wilfried Tsonga. En juego, la final de la Copa de Maestros.

"¡Mándale a su casa!", le chillan a Ferrer voces aguardentosas cuando el partido parece suyo. En esos instantes, el alicantino está extremadamente incisivo. Sin sacar igual de bien que en los dos primeros partidos del torneo, su credo es el de la agresión, dispuesto siempre a hacer daño, alérgico a las bolas intermedias. Busca las líneas y se defiende como quien protege su vida. Ante eso, Berdych, un jugador acostumbrado a desbordar fácilmente a los contrarios con sus poderosos tiros, tiene poca respuesta. Ferrer le pide un esfuerzo tras otro. Él no está para un baile tan insistente.

Llega entonces la desconexión del alicantino. Si la presión de la victoria pesa, una losa arrastra el número cinco. Dos breaks de ventaja tiene en la segunda manga, y los dos los entrega en un suspiro. Berdych se los apunta sin alharacas. Hace lo que toca. Preguntarle con sus golpes a Ferrer si está nervioso. Temblando estoy, le contesta el alicantino, irreconocible en ese tenista frágil y alterado por la oportunidad de evitar a Federer y cruzarse en semifinales con Tsonga, mucho más asequible.

Catapultado por la eficacia de su saque durante sus duelos victoriosos frente a Djokovic y Murray, nada se supo de ese arma contra Berdych: Ferrer acaba firmando un 44% de primeros saques y apuntándose solo el 33% de esas bolas. Hasta ganó más puntos con el segundo (42%). Tremendo. Un sufrimiento nacido de sus nervios que le lleva a inclinarse ante Berdych, al que había ganado en los cuatro últimos partidos, y a citarse con Federer, hoy por hoy el tenista más en forma del circuito.

Ferrer, durante el partido.JULIAN FINNEY (Getty)

Archivado En