Un Nadal pálido

El español, con dolores "terribles" de estómago, cede un set y 11 bolas de 'break' a Fish antes de lograr la victoria (6-2, 3-6 y 7-6)

Bajo la luz azul del O2 Arena, Rafael Nadal se encuentra ante un escenario perfecto: en el primer saque del estadounidense Mardy Fish, su contrario en su debut en la Copa de Maestros, logra un break con el que sujetar la tensión, echar rienda a los nervios y aceite al óxido competitivo. El número ocho comparece cabizbajo. Llega al duelo tras retirarse de los dos últimos torneos y sin haber ganado dos partidos seguidos desde inicios de octubre. Debe ser una plácida noche para el español. Nada que ver con la realidad: el número dos, con dolores "terribles" en el estómago, vence 6-2, 3-6 y...

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Bajo la luz azul del O2 Arena, Rafael Nadal se encuentra ante un escenario perfecto: en el primer saque del estadounidense Mardy Fish, su contrario en su debut en la Copa de Maestros, logra un break con el que sujetar la tensión, echar rienda a los nervios y aceite al óxido competitivo. El número ocho comparece cabizbajo. Llega al duelo tras retirarse de los dos últimos torneos y sin haber ganado dos partidos seguidos desde inicios de octubre. Debe ser una plácida noche para el español. Nada que ver con la realidad: el número dos, con dolores "terribles" en el estómago, vence 6-2, 3-6 y 7-6 en 2h 53m, todo un sufrimiento para el que se suponía su duelo más asequible del Grupo B, en el que el suizo Roger Federer, su próximo rival, venció 6-2, 2-6 y 6-4 al francés Jo-Wilfried Tsonga. Tanto se estiró el debate, que el público se lo tomó a broma: "¡Que nos cierran el metro!".

Grita el gentío hasta que se hace el silencio. El público está anonadado. Ya no flamean las banderas españolas. El número dos ha desaparecido de la pista (6-2, 3-6 y 2-0). Es un misterio camino del vestuario, hacia donde se dirige bajo la atónita mirada del juez de silla, de Fish y de las 17.000 personas que llenan el estadio. Ocurre a inicios de la tercera manga. Cuando el mallorquín vuelve a la pista, cariacontecido y pálido, es recibido con lo mínimo que se vende en amago de abucheo, y se marcha directamente hacia Fish para explicarle su ausencia. Algo le ha pasado. Es un momento catártico: Nadal cede los siguientes tres juegos, dos saques seguidos incluidos (6-2, 3-6, 2-3 y saque de Fish) y parece camino de firmar su sexta derrota de 2011 tras haber ganado la primera manga.

"¡Vamos Rafa!", le apoya entonces el público. "¡Vamos!", se dice entre chasquidos Fish. "¡Venga Rafa, ahora!", animan al mallorquín roncas voces españolas, afónicas de tanto grito, ilusionadas con la posibilidad de la remontada. "¡Es tuyo Rafa!".

"Me dolía terriblemente el estómago", revelará luego el español. Aquel instante mete el duelo en el caos. El mallorquín, desconocido, no gobierna desde el fondo. Fish le ataca en la red, como mandan los cánones del tenis bajo techo. Del contraste de estilos nace la locura. El parcial llega a contar con seis juegos competidos y cuatro breaks sumados. Una barbaridad. Fish aplaude las decisiones del juez de silla. Nadal rumia la toalla. A trancas y barrancas, va horadando su camino, mientras Toni Nadal, su tío y técnico, de pie en el banquillo, aprieta el puño y le pide más actividad de piernas mientras deja ir dos puntos de partido. Un tie-break mal jugado por Fish le da la victoria

El número dos se enfrentará ahora a Federer, su némesis. Mientras tanto, su encuentro ante el estadounidense, lleno de momentos intrigantes, le fotografía: tras más de un mes sin competir, su corazón está, por ahora, por encima de su tenis.

Nadal celebra con el público el triunfo sobre Fish.LEON NEAL (AP)

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