Feliciano pega primero

El español vence a Fish (6-4, 3-6, 6-3, 6-7 y 8-6) y adelanta a España por 0-1 ante Estados Unidos

Es el día, el momento, de Feliciano López y sus dos golpes más reputados: con el saque y el revés cortado como argumentos, el toledano inclina 6-4, 3-6, 6-3, 6-7 y 8-6 a Mardy Fish, el número ocho del mundo. Es el día, el momento, para despejar todos sus fantasmas, porque tras entregar el cuarto set y su primer servicio de la quinta manga, el número 31 remonta y adelanta a España (0-1) en los cuartos de final de la Copa Davis. David Ferrer jugará a continuación contra Andy Roddick para consolidar el triunfo de su compañero. La selección se mueve en un terreno insospechado: ya tiene seguro lleg...

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Es el día, el momento, de Feliciano López y sus dos golpes más reputados: con el saque y el revés cortado como argumentos, el toledano inclina 6-4, 3-6, 6-3, 6-7 y 8-6 a Mardy Fish, el número ocho del mundo. Es el día, el momento, para despejar todos sus fantasmas, porque tras entregar el cuarto set y su primer servicio de la quinta manga, el número 31 remonta y adelanta a España (0-1) en los cuartos de final de la Copa Davis. David Ferrer jugará a continuación contra Andy Roddick para consolidar el triunfo de su compañero. La selección se mueve en un terreno insospechado: ya tiene seguro llegar al domingo, cuando los recuerdos de su última visita a los estadounidenses (Wiston Salem, 2007; 4-1), hacían temer un cruce resuelto por la vía rápida.

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No con Feliciano como espada. No con el número 31 a los mandos. No con el héroe de Mar del Plata 2008 dispuesto a repetir su hazaña. El toledano castigó a Fish, nerviosísimo, hasta descubrir los costurones que unen su brillante armadura. El estadounidense, liberado de los kilos de más que le anclaban en la clasificación, tiene un saque interesantísimo y juega a gran velocidad. Carece de tacto para la volea y sufre como un condenado frente a los botes bajos y los cambios de ritmo. Esa fue la receta de Feliciano. El español guió los intercambios con su revés cortado. Cada vez que lanzó ese golpe solo hubo dos consecuencias posibles: o Fish pegó un golpe lamentable hacia la grada o le dejó una pelota franca con la que rematar la jugada.

La grada, repleta, no alentó a los suyos. Fue un público dispuesto a disfrutar del encuentro, pero desconectado de las gargantas rotas y el ruido agobiante que tradicionalmente definen la competición. Gritaba Feliciano a cada punto. Rebotaban en tímidos aplausos sus chillidos. Jim Courier, el capitán estadounidense, asistía a los intercambios impecablemente trajeado, sin el chándal que distingue a los seleccionadores. Era otra cosa fuera de sitio. Otra circunstancia inesperada. La medida de una eliminatoria que Feliciano, gane o pierda España, ya ha marcado con su sello.

Feliciano López celebra un punto ante el estadounidense Mardy Fish.MATTHEW STOCKMAN (AFP)

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