Del miedo a la cima

Monreal, que pagó su mal estreno con Osasuna con un par de meses negado, llegó a la selección y ahora ingresa en el proyecto millonario del Málaga

El entorno bucólico de Eskiroz, un pequeño pueblo dominado por el pastoreo y la piedra de sillería de sus casas, partido en dos por la vía del tren, es el refugio idílico de Natxo Monreal (Pamplona, 1986). Un lateral imponente, zurdo y de largo recorrido que exploró el carril izquierdo de Osasuna hasta convertirse en un marcador de alto calibre y uno de los laterales izquierdos más cotizados de la Liga. Para llegar a eso, una figura esencial: José Ángel Ziganda, el técnico que le curtió en el vivero rojillo- le ayudo en su despegue, a perder el miedo a la élite.

Nada más tomar la...

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El entorno bucólico de Eskiroz, un pequeño pueblo dominado por el pastoreo y la piedra de sillería de sus casas, partido en dos por la vía del tren, es el refugio idílico de Natxo Monreal (Pamplona, 1986). Un lateral imponente, zurdo y de largo recorrido que exploró el carril izquierdo de Osasuna hasta convertirse en un marcador de alto calibre y uno de los laterales izquierdos más cotizados de la Liga. Para llegar a eso, una figura esencial: José Ángel Ziganda, el técnico que le curtió en el vivero rojillo- le ayudo en su despegue, a perder el miedo a la élite.

Nada más tomar las riendas del primer equipo, Ziganda le alineó en uno de los duelos más trascendentales de la historia del club, frente al Hamburgo, cuando los navarros se jugaban el billete para la Liga de Campeones. Con solo 20 años y toda la ciudad encima, el futbolista no estuvo fino, los alemanes firmaron el pase y las críticas le hicieron recluirse sobre sí mismo. "Pagó un peaje muy alto. Tuvimos un primer mes difícil, en el que no conseguimos buenos resultados y, claro, tenían que buscar culpables. Se cebaron con él, no fueron justos", explica el preparador.

Movió ficha el técnico, consciente de su enorme potencial, y, lejos de sentarlo en la caseta, le concedió galones en la banda izquierda tras un complejo ejercicio psicológico. "Le hicieron creer que estaba mal y se puso todavía peor", recalca Ziganda; "yo lo veía entrenar y sabía que era una simple cuestión de tiempo, de confianza. Es un chaval muy sanote. Fue un tema anímico". El jugador se adueñó progresivamente del ala izquierda y emergió con fuerza. Con tal brío que, enseguida, los ojeadores de media Europa comenzaron a llamar a su puerta.

Sus incursiones tampoco pasaron desapercibidas para Vicente Del Bosque, que planeaba reclutarlo para el Mundial de Sudáfrica (le ha concedido cuatro internacionalidades), pero al que le puso freno una inoportuna lesión del jugador. "No le quema la pelota. Creo que tiene nivel más que de sobra para ir a la selección. No sé por qué, pero allí le veo cohibido. Puede dar mucho más", apunta Ziganda. Le mimó el club, que en marzo amplió su contrato hasta 2014 y elevó su cláusula (12 millones de euros para los grandes y el Athletic, 8 para el resto) con el objetivo de sacar tajada.

"Me voy de casa y no es nada fácil, pero el proyecto del Málaga es irresistible", expuso el día de su despedida de Osasuna tras 109 partidos con la elástica rojilla. Ahora, el lateral trasladará sus galopadas a La Rosaleda, aunque, según cuentan desde su entorno, nunca renunciará a sus orígenes: las andaduras por el casco antiguo de Pamplona, la algarabía sanferminera y los paseos por las extensas laderas de Eskiroz.

Monreal, el día de su presentación con el Málaga.JORGE ZAPATA (EFE)