Irving recupera la sonrisa

El número uno del draft lloró al perder su último partido universitario, tras pasarse lesionado casi todo el año

Kyrie Irving terminó llorando el último de los apenas 11 partidos que ha disputado en el que será su único año de universidad. Tras pasarse la mayoría de la temporada lesionado, sus 28 puntos no fueron suficientes para evitar la sorprendente derrota de la prestigiosa Duke en el Sweet Sixteen -los mejores 16 equipos del año en la NCAA- ante Arizona (93-77), el pasado marzo. "Tan solo le abracé porque estaba llorando. No voy a hablar de su salto a profesionales. Esas cosas pasarán a su debido tiempo", explicó entonces el entrenador de los Blue Devils, Mike Krzyzewski, que también d...

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Kyrie Irving terminó llorando el último de los apenas 11 partidos que ha disputado en el que será su único año de universidad. Tras pasarse la mayoría de la temporada lesionado, sus 28 puntos no fueron suficientes para evitar la sorprendente derrota de la prestigiosa Duke en el Sweet Sixteen -los mejores 16 equipos del año en la NCAA- ante Arizona (93-77), el pasado marzo. "Tan solo le abracé porque estaba llorando. No voy a hablar de su salto a profesionales. Esas cosas pasarán a su debido tiempo", explicó entonces el entrenador de los Blue Devils, Mike Krzyzewski, que también dirige a la selección estadounidense. Coach K no quiso hablar en ese momento de un rumor que la pasada madrugada se convirtió en realidad: la elección de Irving como número uno del draft de la NBA.

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Desde un principio, la vida de Irving (Melbourne; Australia; 1992), que desde los dos años vive en EEUU -tiene la doble nacionalidad y, pese a haber estado en las categorías menores de la selección estadounidense, ha asegurado que aún se plantea jugar con Australia-, estuvo relacionada con el baloncesto. Su padre fue jugador profesional en Australia, además de ser el segundo máximo anotador de la historia de la Universidad de Boston, y su padrino -al que llama tío por su cerca relación- es un reputado exjugador de la NBA, Rod Strickland, junto al que su padre creció en el Bronx, y que, según Irving, ha influenciado mucho su juego como base.

Puesto repleto de grandes jugadores en la NBA, lo que Irving asegura que le estimula como algo "especial" de cara al futuro. Dentro del gran abanico de unos de la Liga, Chris Paul es posiblemente con el que más le han comparado los analistas y ojeadores norteamericanos. Además de su parecido físico -ninguno llega al 1,90 -, comparte con él una gran capacidad anotadora (17,5 puntos este año) y una enorme velocidad con la que genera canastas para él o sus compañeros, a la que añade un gran rango de tiro (46% en triples) y facilidad para el pase (4,3 asistencias). Números que representan un talento que le han convertido en una de los jóvenes valores más seguidos de su generación incluso antes de su llegada a la universidad.

Sin embargo, la lesión que sufrió a principios de temporada en el pie, por la que se perdió 26 partidos, llegó a plantear dudas de que fuera a ser elegido en primera posición. "No creo que lleve muchos partidos entender si alguien tiene todo lo que hace falta. No creo que lleve 30 partidos ver a Kyrie y saber que él puede ser algo espeical Puedes notarlo en el primer partido", ha afirmado Rod Strickland. Opinión compartida por Mike Krzyzewski, su técnico en Duke, una de las voces más respetadas en el baloncesto norteamericano: "Él va a ser muy, muy bueno", aseguró antes de su regreso.

Una vez dejada atrás la universidad, Irving debe tratar de devolver la ilusión a los Cavaliers de Cleveland, el equipo que la pasada temporada batió el récord de derrotas consecutivas de la historia de la NBA, con 26, tras la salida de LeBron James. Aunque el reto resulta enorme incluso para un número uno del draft, con la llegada del base de origen australiano la franquicia tienen una nueva figura a la que agarrarse.

Kyrie Irving saluda al comisionado de la NBA David Stern.JUSTIN LANE (EFE)