De ídolo a amenaza

Raúl Tamudo, estandarte de los españolistas, regresa a Cornellà como delantero de la Real Sociedad

No podía reprimir las lágrimas mientras se quitaba por última vez la camiseta del Espanyol en el vestuario de Cornellà-El Prat. Ante Osasuna, -penúltimo partido de la temporada anterior-, había finalizado su carrera como blanquiazul. El 23, Raúl Tamudo (Santa Coloma; 1977), el delantero más eficaz y certero en la historia del club, con 129 dianas en 340 partidos ligueros. "La gente te espera. ¿Vas a salir?", le preguntó con cariño el jefe de prensa del Espanyol. "No tengo án...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

No podía reprimir las lágrimas mientras se quitaba por última vez la camiseta del Espanyol en el vestuario de Cornellà-El Prat. Ante Osasuna, -penúltimo partido de la temporada anterior-, había finalizado su carrera como blanquiazul. El 23, Raúl Tamudo (Santa Coloma; 1977), el delantero más eficaz y certero en la historia del club, con 129 dianas en 340 partidos ligueros. "La gente te espera. ¿Vas a salir?", le preguntó con cariño el jefe de prensa del Espanyol. "No tengo ánimos ni fuerzas", acertó a responder el ariete, manteado por los compañeros y vitoreado por el público instantes antes. Un gesto que quizá no borraba las relaciones rotas con el vestuario, pero sí que admitía la incidencia capital de Tamudo en el devenir deportivo del club, en los éxitos coperos (2000 y 2006) y la final de la UEFA (2007), además de dos salvaciones en el último momento. Ahora, Raúl es el 20. Juega y golea -tres tantos en los últimos cuatro partidos- con la Real Sociedad. Y mañana se bate con el Espanyol, en racha opuesta porque suma cuatro derrotas consecutivas, siempre resbaladizo en las segundas vueltas.

"Saca la libreta", añadió Rulo, como le llamaban sus allegados, al jefe de prensa, todavía en el vestuario. Y le dictó un escueto párrafo para despedirse de la afición. Ocurrió, sin embargo, que también fue su adiós para el grueso del equipo, que no volvió a verle el pelo. Tamudo se casaba con Laia y pidió unos días de permiso. Sin más entrenamientos, sin más noticias. Solo una petición extra: el ariete solicitó que se deshiciera la peña que llevaba su nombre para que no hubiera confrontaciones entre el público, en el supuesto caso que se midiera ante el Espanyol. Como mañana. Un final anónimo para el gran goleador, una guinda desabrida tras meses de disputas, riñas y tensiones.

En el verano de 2007 todo eran pétalos de rosa. El equipo estaba revalorizado, con la final europea y con las esporádicas inclusiones de Tamudo, Riera y Luis García en la selección. "Todos están en venta menos Tamudo", llegó a filtrarse desde el área deportiva. Por eso se rechazó una oferta de 10 millones del Villarreal. Un error de cálculo del Espanyol, que le exigió ese dinero al futbolista para darle la libertad, pero que luego no cumplió con su palabra por miedo a desprenderse del gol. Era, una vez más, la apuesta del Espanyol.

Pero pronto se torció el asunto. Con un curso repleto de desavenencias, destituido Márquez y con Raúl descontento, la situación era límite. Y Tamudo, que no dijo ni pío porque no le dio la gana durante medio año, pidió irse, al tiempo que otros compañeros desvelaron que el jugador se negó a jugar por la incorporación de Mané al banquillo. "Exigió que se le firmara una rebaja en la cláusula, de 30 millones a 2", reveló el presidente, Daniel Sánchez Llibre, que acompañó la acusación con un documento firmado por el propio agente del jugador, y que aceptó las condiciones porque le "entró el pánico y porque el equipo necesitaba al delantero". Destituido Mané e incorporado Pochettino, Tamudo volvió a jugar. Pero ya nada era lo mismo; la directiva echaba humo, el vestuario reprobaba la actitud del capitán y la afición no entendió sus exigencias.

"Tamudo es un problema y una patata caliente", le llegó a definir el año anterior Germán de la Cruz, el director deportivo, el año anterior, cuando el cisma era total. Apartado el futbolista de las alineaciones y sin el brazalete de capitán porque así lo decidió el técnico, el 23 se recluyó en los entrenamientos. No había tregua entre entrenador y jugador, circunstancia que tampoco supo gestionar la directiva. Y la hinchada, por primera vez, entremezcló aplausos con pitos en sus escasas apariciones sobre el césped.

Hasta que se marchó, entre lágrimas, de Cornellà. "La única cuenta pendiente que tengo es que gane la Real Sociedad", sostuvo esta semana Tamudo; "no estoy en guerra con nadie. Siempre me he sentido muy querido por la afición del Espanyol, que hará lo que dicte su corazón". La Curva Jove, al menos, lo tiene claro. "Tamudo ha sido muy importante. Será recibido como un ídolo. Nos ha dado muchas alegrías y goles importantes", aclara Ricardo Fernández, portavoz de la Curva. "Para nosotros no supone ningún morbo especial ni un estrés añadido. Todos nos alegramos de que marque goles y sea feliz", remató Pochettino.

Tamudo, el goleador catalán más certero de la historia (135 dianas en Primera División), vuelve a su antigua casa. Con la Real Sociedad y las botas afiladas.

Tamudo se marcha de Monreal durante el encuentro frente a Osasuna.JAVIER HERNÁNDEZ