Cahill, al rescate de Australia

El centrocampista del Everton vuelve tras su partido de sanción. Es el máximo goleador 'aussie' de la fase de clasificación

Apenas pasa del 1,75, pero va muy bien de cabeza. Es centrocampista, pero sus registros goleadores son como los de un delantero que vive en el área. Es australiano aunque es una estrella de la Premier. Debutó con Samoa, pero fue el primer futbolista de la historia de Australia en marcar un gol en una Copa del Mundo.

Nada es lo que parece en la vida de Tim Cahill (Sydney; 1979), el máximo goleador de Australia en la fase de clasificación y uno de los pilares de los socceroos, que regresa hoy al equipo tras un partido de suspensión por una entrada por detrás a Schweinsteiger en el ...

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Apenas pasa del 1,75, pero va muy bien de cabeza. Es centrocampista, pero sus registros goleadores son como los de un delantero que vive en el área. Es australiano aunque es una estrella de la Premier. Debutó con Samoa, pero fue el primer futbolista de la historia de Australia en marcar un gol en una Copa del Mundo.

Nada es lo que parece en la vida de Tim Cahill (Sydney; 1979), el máximo goleador de Australia en la fase de clasificación y uno de los pilares de los socceroos, que regresa hoy al equipo tras un partido de suspensión por una entrada por detrás a Schweinsteiger en el primer partido contra Alemania. Aparece cuando sus compañeros más lo necesitan porque Australia se juega la vida contra Serbia. La clasificación para los octavos pasa por una victoria contundente contra el equipo de Antic y por un triunfo de Alemania sobre Ghana. Los aussies necesitan a Cahill. Este centrocampista con alma de líder ha estampado su firma, y sus goles, en todos los momentos históricos de su selección en los últimos tiempos. El más memorable, cuando anotó el primer tanto para los australianos en un Mundial, en la segunda participación de los socceroos en una fase final, 32 años después de la primera (en Alemania 1974), de la que se fueron sin goles. Fue en un partido que Australia comenzó perdiendo contra Japón, pero que acabó remontando gracias a dos tantos y una asistencia de Cahill en los últimos diez minutos. En la fase de clasificación para el Mundial marcó cuatro goles en seis partidos y mantuvo su media anotadora de un tanto cada dos choques con su selección.

Pese a su importancia para el equipo del técnico Pim Verbeek, este australiano de madre samoana y padre inglés debutó cuando tenía 14 años con su país materno, del que también posee la nacionalidad. Un cambio posterior en el reglamento de la FIFA le permitió unirse al equipo australiano para los juegos de Atenas de 2004. Por entonces, Cahill ya llevaba siete años en Inglaterra, a donde emigró para hacerse un nombre en el fútbol europeo cuando tenía 16 años. Allí aterrizó en el Millwall,equipo en el queanotó 57 goles y jugó 250 partidos, aunque el más importante, quizá, fue el de la final de la FA Cup, que disputó en su último año en el club del sur de Londres. El Millwall cayó derrotado contra el Manchester United, pero Cahill se convirtió aquellatarde en el primer australiano en jugar una final del fútbol inglés en 50 años, después de que lo consiguiera Joe Marston.

Tras la hazaña, el centrocampista aussie se marchó al Everton, donde sigue jugando desde la temporada 2004-2005. Amante de los tatuajes, lleva todo el brazo marcado con una especie de "árbol genealógico" de su vida. Las ramas son referencias a sus familiares y a sus raíces samoanas, a las que se siente muy apegado. Su hermano menor, Chris, jugó con la selección de Samoa en los partidos de clasificación para el Mundial. Los nombres de los dos clubes de la vida de Tim, el Millwall y el Everton, también forman parte del lienzo en el que ha convertido su cuerpo. Muy unido a su familia, Cahill no dudó en celebrar un gol con el Everton la pasada temporada levantando sus brazos como si tuviera las manos esposadas. Quería mandarle un mensaje a su hermano Sean, que en el mes de enero de 2009 entró en prisión por dejar a un hombre ciego parcialmente durante una pelea. No todo el mundo entendió aquella señal de apoyo y la polémica aumentó su fama de hombre visceral en la Premier.

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