BALONCESTO | NCAA

Duke finiquita el sueño 'hoosier'

La prestigiosa universidad conquista su cuarto torneo universitario de baloncesto tras batir a Butler, la gran revelación, por 59 a 61

En EE UU sienten fervor por las historias de superación personal. Aquellas en las que los protagonistas se rebelan contra una cruda realidad aparentemente impuesta e inamovible para lograr un éxito atronador. De la historia de Marvin Wood, entrenador de baloncesto que llevó a un modesto equipo a ganar el campeonato estatal de Indiana en 1954, nació Hoosiers, catalogado como uno de los mejores films deportivos de siempre. Ayer, la modesta universidad de Butler volvió a recrear la gesta, en idéntico escenario (Indianápolis), y puso contra las cuerdas a la prestigiosa Duke por 59 a ...

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En EE UU sienten fervor por las historias de superación personal. Aquellas en las que los protagonistas se rebelan contra una cruda realidad aparentemente impuesta e inamovible para lograr un éxito atronador. De la historia de Marvin Wood, entrenador de baloncesto que llevó a un modesto equipo a ganar el campeonato estatal de Indiana en 1954, nació Hoosiers, catalogado como uno de los mejores films deportivos de siempre. Ayer, la modesta universidad de Butler volvió a recrear la gesta, en idéntico escenario (Indianápolis), y puso contra las cuerdas a la prestigiosa Duke por 59 a 61 en uno de los mayores escaparates baloncestísticos del mundo, la Final a Cuatro de la liga universitaria norteamericana (NCAA), en una de las mayores gestas que se recuerdan en la competición.

"No seremos tan buenos, pero tenemos un corazón más grande. Iremos a por todas". Las palabras previas a la final de Brad Stevens, técnico de los Butler Bulldogs, son el reflejo de un equipo que ha sorprendido a propios y extraños. Enclavado en un campus universitario de unos 4.200 estudiantes a diez minutos de Indianápolis, se plantó en la final tras encadenar una racha de 25 victorias consecutivas y superar a aspirantes al título como Syracuse, Kansas o Michigan State. Todo ello con un estilo de juego caracterizado por la constante lucha de sus jugadores y en la potenciación de las cualidades de sus dos máximas figuras: el ala pívot Gordon Hayward y el base Shelvin Mack, jugadores de brega y pundonor ambos, pero alejados de la órbita de la NBA por su escaso talento.

Aunque no todo iba a ser un camino de rosas para este grupo de guerreros. En la final aguardaba Duke, un conjunto experto en estas lides, como lo demuestran sus triunfos en 1991, 1992 y 2001. Con el empaque que garantiza un entrenador como Mike Krzyzewski, seleccionador estadounidense durante el estío, y una nómina de jugadores de primer nivel, los BlueDevils aguantaron la tremenda presión ambiental generada en el Lucas Oil Stadium de Indianápolis, con capacidad para hasta 70.000 espectadores, y con una gran mayoría animando al vecino Butler. Durante el transcurso de la final, Duke mantuvo la iniciativa en el electrónico merced a la dupla exterior Scheyer-Singler (escogido mejor jugador de la final gracias a sus 19 puntos y nueve rebotes), tiradores dados a labores de intendencia. Fueron incapaces, empero, de poner tierra de por medio más allá de 4-5 puntos de ventaja al encontrarse con un combativo Butler.

Pero en Hollywood no todos los guiones tienen un final feliz. Cuando, a falta de 50 segundos y estando uno abajo en el marcador, Butler consiguió una posesión para ganar el encuentro y el campeonato, se toparon con la muralla Zoubek (2,18 metros), que forzó un mal tiro de Hayward con el que finiquitaron todas sus opciones de triunfo, por más que, posteriormente, otra intentona de Hayward desde el centro de la pista estuviera cerca de entrar, ya sobre la bocina. De anotarlo, hubiese sido un final de película para un equipo que ya de por sí ha calado en la historia de la competición: La reencarnación de Hoosiers.

Los jugadores de Duke celebran el triunfo sobre Butler.AP

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